martes, 29 de abril de 2025

Crónica de un apagón. Una jornada particular.


Lo que pasó ayer nadie lo esperaba. Ni Ursula Von der Leyen, ni la comisionada europea que hizo el vídeo con el Kit por si acaso, esperaban que esto fuera a suceder, pero sucedió. Un ingeniero que fue paseado ayer por las emisoras públicas catalanas lo decía a última hora de la noche, cuando ya se podía ver la tele en mi calle, 'esto pensábamos que era imposible que fuera a pasar, pero pasó'. Pasó. Yo ayer por la mañana me levanté temprano y acompañé a mi madre a l'Esperit Sant, bajamos del Esperit Sant y mi madre se quedó en casa para descansar un rato y ya quedarse a comer. Se durmió un ratito y cuando despertó, podríamos haber jugado a Goodbye Lenin. Mientras ella dormía, las conexiones comenzaron a fallar, había quitado la radio porque de manera sorprendente dejaron la tertulia política como muy pronto para lo habitual y consideré que mejor en silencio y resultó que el silencio duró mucho rato. No me llegan mensajes, no salen los que envío, qué pasa, se ha ido la luz. Bueno, muchas obras, Alba se ha ido a tomar café, en fin. Tengo que vigilar la hora para hacer mongeta tendra con patata. Como por sorpresa, llega un mensaje al grupo de peñas del Athletic, hay un apagón en España y Portugal. Toma castaña. No llegan mensajes, no salen mensajes. Estamos incomunicados. Alba por las calles. Mi madre durmiendo. Las noticias no llegan por ningún lado, no tengo radio. Hace unos pocos meses, muy pocos, se me ocurrió que sería guapo tener un transistorcillo chico en el lavabo, porque la cobertura ahí es pachimpacham y escuchar la radio mientras... no la compramos, pusimos un repetidor de esos para el internet y el móvil, otra vez, fue el protagonista. En fin. Sin transistor y aquí con mi madre y sin poder calentar comida porque claro, todo es eléctrico. El agua funcionaba. Pues un poco de picoteo y andando. Un durum del día de la final que sobró. Cosas. Perecederas. Yo que sé. A eso de media tarde bajo a comprar un transistorcillo. Recorro cuatro bazares y no hay en ninguno, algunos están ya cerrados. Finalmente en el de al lado del Guissona tienen, uno pequeñito, me da igual. Trae. No sé los años que hacía que no escuchaba Radio Nacional. La tarde se pasa en un plis, aprovechamos para ordenar ropas varias, muchas ropas. Hacemos repaso de velas. La cena se presume también ligera. Tenemos la idea de que está llegando la luz a muchos sitios y que pronto llegará a Santa Coloma. Ya hay luz en Hospitalet. Un poco más tarde volvemos a salir a comprar porque se necesitan tomates para la cena. Ya que estamos, nos damos una vuelta. La calle está llena de gente, cosa que en Santa Coloma no es ninguna novedad. Vemos grupos de chavales sentados en bancos. Están hablando entre ellos. El Paseo Alameda está petado de gente. Las terrazas están llenas. Veo pasar a un conocido con cuatro quintos en la mano, y parecen fresquitos. Más grupos de chavales, algunos miran el móvil pasando el dedo haciendo scroll, pero no hay cobertura. O sí. Los bares de la San Joaquín, que no tienen terraza, ponen algunas mesas fuera, a algunos clientes les va a dar el sol por primera vez en mucho tiempo. La radio nos va informando de las posibles causas del tema, que si una suerte de fenómeno atmosférico que vete tú a saber, nos va diciendo que va llegando la luz, va acompañándonos y se convierte en la protagonista del día, la gente, al parecer, hace corrillos en torno a las radios que se van colocando por las calles, es la única manera de informarse y sobre todo, es la única manera de informarse de manera fiable, sin bulos. Aunque siempre se te cuela el listo, como el presidente de la Junta de Andalucía, el derechoso del Moreno que dice que es un ciberataque. Así sin más. O tienes que escuchar a Feijoó diciendo nosequé de que no me informan. Y al final sale Pedro Sánchez diciendo que venga, que los móviles, que no se hagan viajes, que a ver. La cosa va normalizándose por barrios pero parece que nunca llega tu barrio. Nos disponemos a cenar y la radio comienza a fallar. No pueden ser las pilas, pues vaya radio, en fin, nos colocamos el auricular en el móvil para seguir las comparecencias de Pedro Sánchez de nuevo y de Núria Parlon como consellera de interior y cuando acaba la Núria, shazam, llega la luz. Ha sico como cuando la pandemia, pero no ha sido igual, aquí la perspectiva de que todo iba a normalizarse en breve lo hacía todo distinto, pero el no saber manejarse sin las comodidades habituales, telita. Comodidades. Esa gente de la Cañada Real que llevan sin luz desde... esa gente. Han sido casi doce horas sin luz, sin electricidad, con la casa llena de velas, escuchando una radio que se cortaba, saliendo a la calle a comprobar que todo estaba bien, que la gente estaba bien, que había maxipanes abiertos y sin pan pero con la persiana sin poderla bajar, con gente ayudando a bajar persianas, con los bazares siempre a pleno funcionamiento, pero no todos, con la dificultad de informarse pero con la facilidad de informarse gracias a las radios, con gente atrapada en vagones de metro que iba llegando a casas o domicilios, con gente que luego me entero que ha estado cinco horas metidas en un ascensor, pero que gracias a dios tenían pan de pagés, con gente metida en los coches escuchando la radio, abriendo las bolsas de picos para matar los nervios, en definitiva toda una experiencia que nos enseña que dependemos de manera brutal de algo que damos por descontado pero que también nos enseña y  esta frase para acabar no es mía sino de otro que, lo natural, contrariamente a lo que nos quieren decir los malistas, es que la gente se cuide una a la otra en caso de necesidad o de emergencia. Y eso es bien. Ahora a ver qué pasa. 

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