viernes, 11 de abril de 2025

Otro 11 de abril


El otro día salimos con los colegas a dar una vuelta por la montaña colomenca. El plan era recorrer los entornos de Torribera, subir hasta cierto punto y bajar por Sant Jeroni. Todo va bien hasta que se te presenta la escalera esa tan larga que hay en un punto de Torribera. Esa escalera por donde suben o bajan. Y por la que nosotros subíamos y bajábamos con mi padre cuando estaba allí. De bajada, ya viniendo por La Bastida, hablando con la Esmeralda, de repente me vino muy vívido el recuerdo de mi padre otra vez, cuando estuvo en Torribera y estábamos con él y nos teníamos que ir y él nos preguntaba con la mirada que porqué él se tenía que quedar. Hoy es 11 de abril. El 11 de abril de 2017 a mi padre le dio un ictus en Vilches, por la mañana, mientras se preparaban con sus amigos de Coloristes que habían ido a pasar la Semana Santa. Yo estaba bajando en tren en ese momento. Se lo llevaron a Jaén y allí estuvo peleando hasta que a principios de junio pudo volver a Santa Coloma. Escapó de milagro, pero quedó bastante afectado. Podía caminar, y poco a poco pudo recuperar la movilidad de los dos brazos, pero no podía hablar. Vosotros igual no conocísteis a mi padre antes del Ictus. Mucha gente con la que me relaciono hoy no lo conocieron hablando. No conocieron a mi padre cuando mi padre era la persona más rápida, ágil, con más ocurrencia, más mala leche, más capacidad para discutir, para darle la vuelta, para contarte una historia que habías escuchado mil veces, para tener el refranillo a punto, para la canchoneta oportuna, para la vilcheñada que te hacía reír. Mi padre era guardián de las esencias del vocabulario vilcheño y le encantaba todo eso que le recordaba a su tierra, no necesitaba fotos, simplemente se escuchaba hablar y ya está. Ya estaba allí otra vez. Todo le había pasado antes a alguien en Vilches. Todo eso se perdió y nosotros, mi hermano y yo, no somos más que meros sucedáneos de eso que él hacía. Cada 11 de abril escribo prácticamente el mismo texto en recuerdo de mi padre. Mi padre no murió allí, murió dos años y medio después, en diciembre de 2019. Esos dos años, mi padre era otra persona, no peor, no menos interesante, una persona diferente. Pero si hay una fecha que no se nos va a olvidar nunca, que no se me va a olvidar nunca, es ese 11 de abril, esa llamada de teléfono, ese estar leyendo Mendel el de los libros de Zweig en el tren, ese no saber, todo ese 11 de abril y todo lo que hicimos y lo que vivimos durante ese mes y pico largo en Jaén. Hoy, como siempre, acordémonos de Paco Molina, lagarto sin ser lagarto, y tomémonos una, en el Termes por ejemplo, donde hacía la frenada cada vez que dábamos un paseíllo y acortaba el paso y sin hablar decía, ¿una? Pues eso, otro 11 de abril. 
 

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