lunes, 15 de diciembre de 2025
Chi, Chi, Chi... Le, Le, Le...
Escribo con la sensación de que vamos avisando, de que lo vamos viendo, de que no nos damos cuenta. Chile también ha caído. El triunfo de otro candidato de extrema derecha que basa el éxito de su propuesta en solucionar la inseguridad y la inmigración. En Chile. Chile también ha caído como lo hicieron antes Argentina o Bolivia. Chile tiene en el imaginario de la izquierda un papel fundamental. El éxito de la propuesta de un socialismo democrático y el golpe durísimo a cualquier experiencia transformadora, todo en uno. Cómo gobernar, cómo salvarse de la masacre. Escribo triste. La foto de Pinochet vuelve a ser actual. Escribo enfadado. Todso señalan que Kast es hijo de un nazi, que cómo puede ser. ¿De quiénes son hijos o nietos los políticos que quieren gobernar e incluso, que ya han gobernado en España? Aznar diciendo que no puede condenar el franquismo porque su padre estuvo ahí. ¿Qué pasa? Escribo con una profunda sensación de desasosiego. Mientras nosotros nos preocupamos y nos ocupamos de conseguir las migajas que nos proporciona el estado democrático para desarrollar nuestra vida política, los hay que ya han decidido que esto ya no va más. Y así como la derecha, como quienes tienen algo que preservar y que ganar, han puesto toda la carne en el asador en presentarse siempre y absolutamente como vencedores, ganadores, triunfadores y arrogantemente impunes a cualquier tropelía, mentira, barbaridad, calumnia o denuncia, la izquierda ha decidido que es la hora de acribillarse. Escribo con el influjo fortísimo de una serie de tweets que no son sino el reflejo de otras muchas reflexiones y comentarios parecidos, por el cual, la culpa principal de que gane Kast es de Boric. Conseguir que en un país como Chile hubiera un gobierno de izquierdas, que superara los gobiernos de la Concertación, no era suficiente. Los críticos y puristas de lo que significa ser de izquierdas y transformador cargan las culpas sobre Boric por ser simplemente progresista. Si hubiera sido Jadue... La candidata Jara, perteneciente al partido comunista, pero con una amplia candidatura a sus espaldas ha conseguido un 40% de los votos en la segunda vuelta. Casi veinte puntos de distancia con la extrema derecha de Kast. Los hipercríticos que consideran que Boric prácticamente se alió con Kast o que el puso en bandeja la victoria, deben ignorar el mundo en el que estamos viviendo. Deben ignorar cómo Trump desde Estados Unidos ha decidido saltarse todos los protocolos y normas y ha dictado la sentencia: la izquierda debe morir. Les da igual si es muy de izquierdas, muy verde, muy roja, muy liberal o muy democrática. No les interesa, no les interesamos. Y mientras esto parece explícito, todavía hay quien quiere girar las bayonetas hacia posibles compañeros de trinchera para hacer de la trinchera un espacio más amplio donde solo estén ellos. Y así los artículo se van sucediendo, los denunciadores del malmenorismo no cesan en clamar por más contundencia, por situar a todo el mundo al otro lado de la raya, por considerar que, en todo caso, si hay algún culpable de que la extrema derecha se convierta en árbitro, cuando no en dictador, del presente y del futuro, ese culpable, somos nosotros mismos. Este finde hay elecciones en Extremadura, donde todo parece indicar que habrá un fiasco de la izquierda, sea socialista o no. Yo espero y deseo que la opción de Unidas por Extremadura consiga al menos un 15% de los votos, que seria lo deseable, si el candidato del PSOE no consigue despertar, que no lo consigue, de su deriva al electorado socialista. Unidas por Extremadura debería así recoger ese voto descontento por la izquierda. Pero las encuestas nos dicen que no lo hace. Unidas por Extremadura parece una propuesta nítida de izquierdas, sin ambages, una izquierda que conjuga el clasicismo de Izquierda Unida y el neoclasicismo de Podemos. Sin florituras ni moderneces ni vestidos ni sonrisas. La culpa, paradójicamente, con las derechas siempre es de otros. Con la izquierda, somos nosotros mismos.
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