viernes, 5 de diciembre de 2025

El sueño americano


Yo y tú viviríamos en Massachussetts. Nos habríamos ido a vivir a una casa en el bosque, porque necesitábamos espacio y tranquilidad. Yo necesitaba tranquilidad para escribir y tú podías seguir enviando artículos para la revista desde allí. Yo trabajaría como profesor de Literatura comparada en la Universidad. Yo no sabría manejar los tiempos verbales y mezclaría el pretérito imperfecto con otros verbos al tuntún. Tendríamos dos hijos, un niño y una niña, con nombres irlandeses. Educaríamos a nuestros niños en la absoluta desconfianza hacia los desconocidos pero les enseñaríamos a tener un gran corazón. No llevaríamos a los niños a la escuela porque el sistema les educa para que sean herramientas y en casa les formaríamos como personas y les trataríamos como adultos. Yo tendría una camioneta, una Buick. Tú tendrías un coche de esos familiares que parece que por fuera son de madera. Por las noches saldríamos a leer al porche. Invitaríamos a una pareja de amigos para cenar, no asiduamente, siempre me dirías tú que hoy vendrán a cenar y yo me haría el sorprendido o el fastidiado. Nuestra pareja de amigos somos nosotros mismos pero con otras caras, no excesivamente diferentes. Nos importaría una mierda lo que pasa en el mundo. Tendría, yo, una buena colección de discos, supongo que de jazz, pero no obligatoriamente, sería muy tópico lo del jazz, digamos que una buena colección de discos de folk, de música de los Apalaches. Me gustaría mucho escuchar música mientras escribo, pero estoy atascado en la producción literaria y pienso que si escucho música me desnorto. Tengo una motocicleta guardada en el garaje, no la monto nunca, pero la limpio y la cuido como si fuera no sé, algo muy valioso. Mis padres murieron hace tiempo en un accidente de coche que me dejó bastante traumatizado. Creo que estoy escribiendo una novela que, en cierto modo, se basa en ese hecho trascendental para mi vida. Pero no sé cómo expresar el dolor y la rabia y me frustro. Tú me ayudas y eres muy comprensiva y te ocupas de todo porque yo soy un desastre. En la Universidad no he conseguido hacer amigos. Los amigos esos que vienen a cenar por las noches son amigos tuyos. Creo que en la Universidad me odiarín. Nuestros hijos me odiarían. No conocemos a nadie que no sea como nosotros. No tenemos televisión en casa. Consumimos muchos productos culturales gracias a Internet. Vemos mucho cine clásico. Nos sabemos Breve encuentro y El padrino de memoria. Tú habías estado casada antes, tu ex madiro, perdón, marido, murió en Honduras haciendo un reportaje sobre una guerrilla cristiana fanática. Nos conocimos en un café. Charlamos y me contaste que tu marido había muerto haciendo un reportaje sobre una guerrilla cristiana fanática. Yo te dije algo sobre un autor centroamericano. Te sorprendió que supiera algo sobre esa parte del mundo. Te prometí que nunca volvería a ocurrir. 

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