viernes, 3 de marzo de 2023

Pink Floyd - The Dark Side of the Moon


Hay discos en los que te quedarías a vivir, aunque quedarte a vivir en el mundo que describe The Dark side of the Moon no es demasiado agradable, de hecho es un mundo tan poco agradable que es este mundo, aunque sea un mundo de hace 50 años. Porque este disco y lo que cuenta este disco cumplen 50 años y si los Pink Floyd hubieran tenido que hacer este disco, posiblemente hubieran hecho algo parecido, hubieran cargado las tintas más en algunas cosas, o hubieran pensado que porqué meterse en estas cosas pudiendo hacer otra música. Posiblemente hoy Pink Floyd no existiría. La música ya no tiene nada que ver con lo que se hacía hace 50 años, pero como digo, uno puede escuchar este disco y seguir reconociéndose. Aunque no sepas inglés o aunque tu inglés te haya permitido quizás 10 o 20 años después de haber empezado a engancharte a este disco, algo en este disco te dice, palabras sueltas, frases que pillas, que todo va de que la vida, el ritmo de vida, el mundo, estar en el mundo, vivir, el trabajo, el dinero, la locura de mantener el ritmo, no es la vida. Esta vida no es la vida. Y sin embargo, pese al panorama que describe, te quedarías a vivir en este disco porque tiene una, dos, tres, quizás casi todo el disco, lleno de una música que te acoge, te envuelve y se convierte en parte de tu experiencia vital para siempre. ¿Han visto ustedes alguna vez la cantidad de camisetas de Pink Floyd que siguen viéndose por la calle? Personas de toda condición, edad, tamaño, siguen llevando camisetas de esta banda británica pese a que hace mil años que ya Pink Floyd no es y que, incluso, fue de esas bandas denostadas por lo punk como un dinosaurio al que había que derribar. Y sin embargo, ahí está, millones de personas con camisetas con el prisma y el rayo. Yo tengo una camiseta que remeda esta portada. Yo soy un enamorado de esta banda y de este disco. Un disco en el que se avanza lentamente por una vía que nos hace transitar por una vida en la que necesitamos cosas, estar, ser, todo el rato y que nos cansa, nos explota, nos aliena, nos expulsa y nos vuelve a acoger. El sistema y todo eso. Y la música. Y las canciones. Breathe, Time, The Great Gig in the Sky... esta última es estremecedora y pertenece a esas canciones que tienen cantante y no sabes quién es. Sí, es Pink floyd, pero no la cantan ellos, hay alguien que la canta y es anónima. Y no lo es, la cantaba Clare Torry. Hay un documental sobre coristas en Filmin sobre cantantes que no sabes quiénes son pero que salen en las canciones que te molan. Y llega Money y money te la sabes de memoria, hasta que llegas a Us and Them y ahí podrías estar toda la vida, el instrumental Any colour you like y nos metemos en el final apoteósico de Brain Damage con ese loco que se ríe que todos sabemos que es Syd Barrett y Eclipse y ese final en el que está todo, aunque no entiendas la frase final porque nuestro inglés es el que es y por más que nos lo expliquen no lo entendemos. Todo está en sintonía, menos el sol que está eclipsado por la luna. Debe decir eso. Este disco cumple 50 años, los hizo ayer, medio siglo de un disco que parece que cada día es nuevo, que aunque te sepas absolutamente todos los giros, los rifs del teclado, el piano que se va quedando solo con la voz, aquí canta Gilmour, aquí canta el Wright, aquí canta el Waters... aquí canta Clare. Te quedarías a vivir en esos momentos en los que el piano acompaña a Clare, en ese saxo que avanza en Us and Them, en el punteo de Gilmour en Time, en lo que va diciendo Waters a medida que se acerca el final, porque todo está en este disco. Por eso no hace 50 años, porque cuando salgas a la calle, parecerá que esté sonando otra vez. Yendo y viniendo.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario