En la vida real, el final de la historia que se cuenta en la película es este:
La película se llama Rock Bottom y nos quiere contar de manera un tanto libre, la gestación de un disco absolutamente único que se llama Rock Bottom y que materializó Robert Wyatt después de que Robert Wyatt viviese la traumática experiencia de quedarse atrapado a una silla de ruedas después de caerse por una ventana en una fiesta y ver así como su carrera como músico se viese seriamente afectada. Pero la película de Maria Trénor nos cuenta esto y no nos cuenta esto. Porque yo no soy un biógrafo de Robert Wyatt y menos de Alfreda Benge, pero y qué. Porque la película cuenta una historia, una historia que pudo ser aunque uno sospecha que no fue así, que eso no pasó como nos cuenta, o quizás sí y lo que tú crees saber de la historia de Robert Wyatt no es todo lo que deberías saber. Ni de Alfreda Benge. Y eso que al comenzar la película se nos dice que el mismo día que salió este disco, Robert Wyatt y Alfreda Benge, se casaban. 1974, aunque todo comenzó antes. La película. La película, así por decirlo pronto, es una delicia si te gusta la música de Robert Wyatt. Si no eres quisquilloso con el rigor histórico y con las licencias poéticas y con todo un poco, si no crees que eso no pasó así y te abstraes de eso, la película no quieres que acabe. Porque en la película pasan cosas y suenan músicas que uno pensaba que jamás escucharía en compañía de otros que no fueran su compañera o mi hermano. Porque cuando en las primeras escenas, cuando se nos cuenta la historia de la fiesta y uno está haciendo cábalas de si eso fue así o no fue así, si esa Caroline puede ser la Caroline que inspiró la canción... de repente se sacan de la manga que Robert toque la canción, O Caroline. Y esa maravilla de canción, sonando, interpretada por unos músicos animados, Robert, David... hace que todo se te olvide y que asumas que sí, que a lo mejor esto va de sacarse de la manga muchas cosas, pero que suene esta canción que abre el primer disco de Matching Mole, el de los topos en la portada, la banda que formó después de salir de Soft Machine y que no es otra cosa que el mismo nombre en francés, que suene esta canción significa todo. Y la historia, la relación tempestuosa entre Robert y Alfie, Alifib, en Mallorca, con las adicciones que a uno le chirrían un poco, porque uno sabe que Robert era de beber pero no de otras cosas, pero da igual porque salen los topos, y los erizos y toda esa simbología y poco a poco se van desgranando las canciones del Rock Bottom, un disco con unas letras muy particulares que hablan precisamente de esa relación de amor tenso entre Robert y Alifib, una historia que en la película transcurre entre flipadas y cuelgues y donde un Daevid Allen que uno sabe que estuvo allí, en Mallorca, pero que no sabe si eso que se dice fue verdad o no, invita a Robert a tocar y Robert se saca de la manga Signed Curtain. Y si O Caroline era grande y bonita, Signed Curtain es estar muy arriba. Y muy abajo. Y tampoco es del Rock Bottom, pero parece que, de manera insospechada y no sé si involuntaria por parte de la directora, como parte central de la película, más incluso que las canciones del Rock Bottom, que es lo que pareciera que es el tronco de la película. Pero es que Signed Curtain es demasiado. Y así, la película nos hace de fondo a una música psicodélica, íntimista, brutal, salvaje y oscura y dolorosa y un no sabe qué más. Canciones compuestas antes de y canciones después de. Y sale también Kevin Ayers, porque tiene que salir, claro. Y sale también Mike Oldfield, porque tiene que salir, claro. Toda la banda. Y no hace falta comprobar si pasó o no pasó. Solo que hay una historia que podría encajar en esa música. Como pasa cuando escuchas una canción y te la llevas a tu terreno. Quizás ese terreno imaginado, dibujado, planteado por Maria Trénor no es el que tú crees, pero es igual, porque esas canciones pueden servir para ponerte patas arriba sepas o no sepas, conozcas o no conozcas. Y uno sale del cine dando gracias, escuchando los comentarios que dice la gente sobre la verosimilitud, con una sonrisa en la boca, porque ha pasado una hora y pico escuchando y viendo y teniendo la cabeza ocupada en Robert Wyatt. Y eso es bueno.
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