martes, 4 de junio de 2013

Círculo Projorelov IV

'Cuando la luz de los cafetales se mueve en las sombras..., narananiro naniro se vuelven a sentir..., titititi tititi titi de la vieja molienda...'. Así entró en la sala principal del Círculo Projorelov aquel día de Mayo el bueno de Vancio Doscármenes. Cantando y silbando, feliz y contento. Pidió una botella de vino tinto y un platito de queso y se dispuso a contar lo que había visto en su último viaje.
'No os podría decir dónde estuve ni dónde dejé de estar. Sólo sé que cuando llegué vi a gente con perro. Todo el mundo tenía un perro. No eran más altos que nosotros, algunos de ellos eran rubios, otros morenos, no eran más altos que nosotros de ninguna manera. Eran más delgados unos y otros desmesuradamente gordos. No conocían las mangas. Al menos no las conocían todos. Todos ellos pugnaban por llevar la camiseta con el escudo bien visible de alguna entidad que no conseguí dilucidar a qué podía dedicarse para conseguir tal grado de adhesión. Todos tenían perro. Si no lo tenían todos, al menos todos acompañaban al que tenía perro. Algunos perros eran fieros, otros no tanto. Pero eran más los que parecían destacar por su fiereza. Eran perros grandes, de aspecto terrible. Todos tenían perro. Y pocos de ellos conocían las mangas. Algunos de ellos parecían ir vestidos como en la capital del imperio, pero no como los que son los grandes magnates de esa capital, no. Todos se esmeraban en imitar el comportamiento y la vestimenta precisamente de las clases más bajas de esa capital del imperio. Qué diablos ocurre en todos los lugares que visito, que nadie conoce las mangas. Al menos no la mayoría de la gente que avisto. No pude, ni supe, ni quise entablar conversación con nadie del lugar. Me limitaba a observarlos de la misma manera que ellos me observaban a mí. Ellos con aire amenazante. Algo parecían haber hecho mal, o estar escondiendo, por que me miraban como si yo supiese algo que ellos habían hecho. Todos parecían haber tenido perro, o tener perro, o querer tener perro. Algunos de ellos, no pocos, también llevaban tatuajes y abalorios que tachonaban sus caras. Ninguno de ellos parecía tener mayor interés por quienes les rodeaban. De vez en cuando, en las noches más benignas, cantaban y daban palmas sin ningún ritmo. No parecían saber ni cantar ni dar palmas, pero se afanaban en hacerlo como si fueran gitanos, más no lo eran en absoluto. Algunas de sus mujeres pretendían parecer féminas de infarto, más no lo conseguían por mucho que mostrasen poco pudor en el vestir. Tampoco ellas parecían tener interés alguno en las mangas. Las mangas yo las considero muy importantes y las he llegado a considerar como un baremo de civilización. Este queso está muy bueno y si pudiera ser me comería otro plato. Todos tenían perro y parecían no querer cumplir con ninguna ley establecida. Iban al margen de todo. No eran tampoco especialmente contrarios al sistema. Este sistema que reinaba a su alrededor les importaba muy poco. No tenían interés por nada. Pero algo ocultaban, algo que no era sano. No llevaban mangas, casi ninguno de ellos. Ropa deportiva, sin mangas, cabello corto, maneras de ídolo deportivo, sin mangas, con un perro muy grande y muy fiero que muchas veces tiraba de ellos con violencia. Ellos me dieron miedo en alguna ocasión pero no podía yo dejar de mirarlos. El tiempo durante el que estuve con ellos quise hablar de alguna manera con quién yo pensé que podía ser el jefe, pero no me atreví. Tampoco parecía que el que hacía gala de mayores dotes de mando tuviese más dotes que esas. No hablé con ellos. Me lo pusieron difícil pero finalmente conseguí quitarle a uno de ellos una camiseta sin mangas que aquí muestro. En cuanto la veáis todos, la podemos quemar'.

2 comentarios:

  1. Y cuánto se tarda en verla, monsieur? Hay que sacar una silla o algo? Yo si eso voy a seguir con lo mío y ya por la noche me paso a ver si apareció la camiseta. Pero espérenme, no vayan a quemarla sin mí.

    Feliz día

    Bisous

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  2. Pero, ¡qué cosas tiene Tolya! Nada puede arruinar mis vacaciones. Y menos su novela, será un placer.

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