lunes, 12 de mayo de 2014

El nostre home a l'Havana - Graham Greene

Ya estoy aquí. Hace unos cuantos años, un señor que venía a rehabilitación conmigo, al verme siempre tan enfrascado en la lectura (una estrategia para seguir las apasionantes conversaciones de las personas que allí acudían sin tener que estar con la vista puesta en ellas), me dijo que me iba a traer unos libros que tenía por casa y que no sabía dónde meterlos. Eran todos libros de una colección del Observador, Classics de la Literatura Universal. Ahí estaban, Els cossacs de Tolstoi, El perfecte marit, de Dostoievski, y otros libros que no me he leído aún. Entre ellos, este, El nostre home a l'Havana, de Graham Greene.
Graham Greene debe ser el autor que más habitualmente se encuentre en los hogares de España. Este gran país. Que muchas cajas de ahorro regalasen en su tiempo 'El factor humano', debe haber contribuido a ello. El americano impasible o El tercer hombre, también son muy conocidas, claro. Y esta, Nuestro hombre en la Habana. Un libro que ha quedado como una frase hecha. 'Eres nuestro hombre en la Habana'. Pues bien, hasta hace muy poco no me he atrevido a leerme en serio nada de este hombre y este libro me ha parecido... cuando menos divertido. Y no esperaba que fuera divertido, ni mucho menos.
Tampoco he visto la película, y eso que sale Alec Guinness.
Bueno. Al lío. En la Habana, un inglés llamado Wormold, que vive con su hija Milly, regenta una tienda de aspiradoras. Su mujer le abandonó hace tiempo y él se desvive por su hija, que es muy guapa y un poco presumida. De gustos caros, trae por la calle de la amargura al padre. Wormold tiene un amigo, el doctor Hasselbacher, un alemán borrachín y él mismo es coleccionista de botellas de whisky. Un día, un agente del Servicio Secreto Británico entra en su tienda y le propone, de forma progresiva, claro, que se convierta en agente británico en la Habana, en una época en la que el régimen de Batista se tambalea.
A partir de ahí, y por dinero, claro, Wormold va urdiendo una trama de agentes falsos, planes descacharrantes, construcciones militares ful e intrigas que no conoce nadie más que él y su imaginación... que serán creídas a pies juntillas en Londres para su propia desesperación. En Londres y en otras partes, claro. Y la consecuencias en algunos casos serán lamentables para personas que ni se imaginaban que eran agentes del Servicio Secreto Británico.
La importancia del asunto es tan grande que este Servicio Secreto le adosa a una secretaria y un ayudante para que haga mejor su función. Una función que es absolutamente irreal y que no puede confesar que es incierta. Las cosas se van complicando hasta que al final... pues eso, que si el libro se hubiera llamado 'tonto el que lo lea', se hubieran quedado tan anchos. Un poco como la trama de 'Quemar después de leer', de los Cohen, o esas pelis sobre guerras inventadas. Cuando hay ganas de jaleo todo vale.
El libro, intriga a parte, me pareció muy gracioso, escrito con una ironía muy descreída y reflexiones sobre la guerra, la patria, el amor y el compromiso que merecen mucho la pena. Dicen que el propio Greene fue agente del Servicio Secreto. No sé si sus otros libros serán así de divertidos, por lo irónicos, pero este es de verdad muy recomendable.
Y dan ganas de ver la peli con un dedito de whisky.

2 comentarios:

  1. No ando por el mundo virtual y como el protagonista de tu anterior post digo que "Volveré" aunque no haya que mirarme:-) Muy buen libro el traes hoy. Paso a dejarte un cálido abrazo

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  2. Pues el mío no debe ser un hogar español, porque no tengo nada de él. Oiga, ¿se encuentra bien? Rehabilitación de qué? Espero que no se haya quitado de la droga.

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