martes, 11 de noviembre de 2014

Baal

El día o la noche. No lo recuerdo bien. No sé realmente cuándo sucedió todo. Creo que yo venía de comprar algo para comer. Algo barato. Algo que me sacara de un apuro. Estaba viniendo de algún sitio y recordé que no tenía nada en la nevera, o lo que tenía era de difícil preparación cuando vi aquella tienda abierta y entré para comprar algo. No sé si era de día o de noche cuando sucedió todo porque desde que entré en la tienda todo fue demasiado extraño para poder fijarme en el paso del tiempo. Hay ocasiones en las que el tiempo pasa de una manera muy diferente a como debiera transcurrir. Lo que uno piensa que es un día en realidad han sido meses. Lo que parece una hora, puede que sea un segundo. Esto, mucho mejor explicado, quedaría más claro, pero entiendo que la sensación al menos la podrán llegar a percibir. No sé dónde estaba yo buscando y rebuscando algo para comer cuando abriendo una de las neveras, un olor, no sé a qué o a quién, me hizo daño. Me sentí morir, de repente. Me sentí muy mal. Y Baal, como si hubiera sido invocado por alguien para que viniera a ayudarme, se presentó ante mí. No tenía forma humana, no había adquirido la apariencia de nada ni de nadie. Era Baal en toda su pureza y toda su grandeza, era Baal en todo su esplendor. Era la luz santa de Baal que me bañó y me hizo más suave la caída. Baal, a quien yo creía ya desaparecido y fuera de combate, estaba allí de nuevo para restablecerme de aquel impacto incomprensible. Yo, que siempre había creído en Baal como un Ser que nos señala las debilidades, que nos empuja a actuar por nosotros mismos, que no quiere que le confiemos nuestra voluntad, de repente estaba allí, en su magnificencia, ayudándome.
- ¡Oh, Baal! -acerté a decir-. Tú que parecías ajeno al sufrimiento humano. Tú que no admitías que tu gloria pudiera valer de nada. Tú que pudiendo alcanzarlo todo, te quedabas contemplativo y sin actuar. Tú que jamás hiciste nada por nadie. Ahora te me muestras como un Dios bondadoso y tierno, como un sanador del alma, como un proveedor de bondad... qué cambio has dado ¡Oh Baal!
Y dijo Baal:
- Mortal. Te contaré algo que... mejor no cuento nada, simplemente permite que por una vez utilice lo que tengo y lo que soy para que alguien esté mejor. Simplemente, accede a que lo que hago y lo que puedo, tenga una incidencia. No preguntes, no lo entiendas, simplemente acógelo.

- ¡Oh Baal! Cuando eras Baal, tu sabiduría era magnífica. Y cuando eres ahora otro Baal, tu bondad lo hace todo tan bello...
- Calla, mortal.

1 comentario:

  1. Ay, qué bien, vuelve Baal! Espero que Baal retenga su vieja personalidad tan peculiar. De momento parece que sí, por más que en el relato se diga que es otro.

    Feliz tarde, monsieur

    Bisous

    ResponderEliminar