martes, 29 de diciembre de 2015

En el Lejano Oeste

De la pequeña novela de Kurt Kreiner 'El indio que sabía demasiado', les ofrecemos un estracto con el que despedimos el año en cuanto a estractos ofrecidos se refiere.
'...aquel otro personaje que iba con él se llamaba Siempre Sabe. Es el protagonista de esta y de otras muchas historias, pero la primera de ellas, la que me contó el tabernero, creo que es la más importante. O al menos la que más me impresionó. Bueno. Es una historia un poco tonta, porque no dice nada, pero como fue la primera historia, es la que más me impresionó. Sucede a veces que las historias, las primeras que te cuentan son las que te hacen ver a la persona y su circunstancia. Todo lo que venga después, son adornos. A mí me pasa, no quiero decir que sea una sensación universal. Porque puede ser que una persona diga, por ejemplo, Tal es un mamón porque esto y lo otro. Al cabo de un tiempo puede ser que la percepción sobre él haya cambiado y lo que tú pensabas que era de una manera, es de otra. La primera impresión que me dió era mala, pero luego, el hombre me cayó bien. O esa gente que dice 'hay que conocerle un poco, de primeras entra mal'. Bien. Yo no soy tan así. Yo soy más bien de hacerme un retrato de la persona, incluso del hecho mismo, en una primera impresión, y luego ya ir reafirmándome en mis consideraciones. Eso es lo que me pasó con Siempre Sabe. Y me ha pasado con más gente. Me pasó con mi mujer, me pasó incluso con mis hijos. Sí. Con mis propios hijos. Con dos o tres años, me hice una idea de cómo iban a ser Ebenezer, Eliah y Laura y que me arranquen la piel a tiras si no acerté entonces con la idea que me hice de elos en ese momento. No erré en nada. Todo lo que pensé entonces se fue cumpliendo y me sirvió para poder guiar sus pasos hacia el camino correcto, menos con Eliah, que se torció y como yo ya veía que no podría ir recto ni aunque lo atase con una cuerda a una estaca en mitad del desierto, lo dejé hacer y no tengo ninguna duda de que hice lo correcto, porque yo ya ví que él no iba por buen camino y que no querría jamás hacer algo que yo le ordenase. Eso ya lo ví con tres años, cuando le dije un día que tendría que pensar en sus hermanos a la hora de comer y no importunarles siempre con bromas y riñas, a lo que me contestó que me metiera en mis asuntos y no creyese que le iba a impresionar con regañinas y sermones, que ya estaba harto. Y lo dejé. Porque yo lo ví. Y lo mismo me pasó con Siempre Sabe y con la historia que me contó aquel tabernero. El tabernero se llamaba Bully Windemaker y regentaba un muy famoso establecimiento en Deloresville, Yo no solía ir demasiado a Deloresville y por eso no conocí nunca a Bully en su taberna. A Bully le conocí en un hospital en Kansas. Me iban a quitar un bulto que tenía en la pierna y en la habitación de al lado estaba él. Al parecer había tenido un problemilla respiratorio y se estaba recuperando. Como no teníamos nada que hacer, me contaba historias del Oeste, del Lejano Oeste. Y la primera que me contó fue la de Siempre Sabe...'.

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