domingo, 28 de marzo de 2021

Al fin, Torre Baró.


Ir a Torre Baró se había convertido en uno de mis temas recurrentes. Un día tenemos que ir a Torre Baró. Salgo todas las mañanas, o casi todas a caminar por la vía que lleva a Montcada y al otro lado de la autopista, Torre Baró y la Ciutat Meridiana, me lo recuerdan. No has ido a Torre Baró. Con los amigos, con mi compañera, siempre lo sugiero, un día, iremos a Torre Baró. Para quien no lo sepa, Torre Baró está en Barcelona, pero no parece Barcelona porque de hecho no está en lo que mentalmente asociamos con Barcelona, al otro lado de la montaña, casi otro mundo, barrio construido y autoconstruído, con la Ciutat Meridiana debajo, otro monumento a la barbarie urbanística, gente humilde, currantes, el otro lado de la ciudad, pero aquí sí, el otro lado del otro lado. 

El otro día, caminando con el Edu, lo volví a proponer. Se puede ir a Torre Baró pero hay que dar mucha vuelta. Ayer quedamos a las nueve y el Edu, mucho más resolutivo, me dijo que se podía ir a Torre Baró sin dar tanto rodeo, mira, me dijo, en el google maps te lleva por el camino al otro lado del río Besòs. Se puede ir, ¿vamos? Vamos. 

En Torre Baró vivía mi tita Filomena. La tita Filomena era hermana de mi abuelo Quico, el padre de mi madre. La tita Filomena vivía en Torre Baró y cuando yo era pequeño íbamos a visitarla de vez en cuando. Recuerdo aquellas visitas a Torre Baró como un sueño. Recuerdo que la tita Filomena me daba muchos besos y que se parecía muchísimo a mi abuelo Quico o al menos eso me lo parecía. Grandota, gruesa, con la nariz grande... luego con el tiempo descubrí a más parientes de mi abuelo Quico y todos compartimos el mismo patrón. No por lo grande y grueso pero sí por esa marca de nariz gordota, bocas finas, carazas, pocos pelos. Mi tita Filomena vivía en Torre Baró cuando Torre Baró no era lo que ví ayer. Mi tita Filomena vivía con un hijo, el primo Manolín, que tenía síndrome de Down. Yo era un niño muy pequeño, muy asustadizo, muy corto, todo me daba miedo. La tita tenía un perrillo que me ladraba sin ton ni son. Cada visita a Torre Baró era para mí algo incómodo. Torre Baró no era lo que es hoy o lo que vi ayer. Me pareció un barrio más o menos homologable a lo que vemos hoy en los barrios que suben por encima de Singuerlin. Con casas chulas, otras no tanto, gente trabajadora, como la que había antes, todo ha cambiado, supongo que a mejor. Cuando yo iba a Torre Baró entrábamos por la meridiana, no nos parábamos nunca en la Ciutat Meridiana, creo que no recuerdo haber ido allí nunca aunque tenía primas allí, una hija o un hijo de la tita Filomena vivían allí, no lo recuerdo bien. Solo nos veíamos en casa de la tita Filomena. Cuando íbamos allí recuerdo que veía jugar a unos chavalitos en la calle y me decían, Toni, dale un beso a los primos y yo pensaba... ¿esos son mis primos? Tenía una prima que se llamaba Maika que me caía bien. Recuerdo una vez, creo que fue la última vez que fui a Torre Baró, que fuimos a dar un paseo y llegamos a un sitio donde había una fuente, con una especie de ruina de algo, no me acuerdo de nada concreto, y me lo pasé bien. Tiempo, mucho mucho tiempo después fuimos a un entierro, no en Torre Baró, en Cerdanyola. Un primo de mi madre, creo que el padre de la Maika, hijo de mi tita Filomena, se había muerto en el aire. El primo era aficionado a los vuelos sin motor y al parecer se murió en el aire. Esto ya lo viví yo mayor. Cuando esto pasó hacía años que mi tita Filomena se había muerto. También se había muerto el primo Manolín. Mi tita Filomena, que era del Porrosillo como mi abuelo, había vivido en León mucho tiempo, mi abuelo Quico también había estado en León. No sé si mis primas del pueblo o mis primos tendrán algún recuerdo de mi tita Filomena. Los nombres se me cruzan. Francisco, Bibiano, José... Mi padre contaba alguna anécdota que, como siempre, te hacía reír, sobre uno de estos hijos de la tita Filomena... 

Ayer por fin fuimos a Torre Baró. Obsesivamente intentaba recordar mientras subíamos las empinadas rampas de Torre Baró dónde podía vivir la tita Filomena. Creo que vi una calle, con un bar en una esquina, que se llamaba La Maña, que podría ser. Podría ser cualquier calle. No la recuerdo en absoluto. Pero ya he ido y ya sé cómo se puede ir. Seguro que si hubiera ido con mi madre, ella se hubiera parado a preguntarle a alguien por si sabía dónde vivía mi tita Filomena o hubiera intentado localizar a su prima para saber...

Subimos hasta la Torre del Baró, me tuve que parar en el bar El Descanso para tomarme la pastilla para la tensión. Se me saltaban los puntos de todo. Al llegar arriba, no vi demasiado, porque me dejo las gafas en casa para andar y que no se me empañen. Las vistas, con un día un poco turbio, no eran muy allá. Al regresar, decidimos no volver por Torre Baró y enfilar camino de la Trinitat, por el otro lado. Supongo que inconscientemente no quería machacar Torre Baró. Habrá que volver. 

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