jueves, 12 de diciembre de 2024

La cultura popular, tu cultura popular


 La vida que llevo no deja mucho espacio para la experimentación científica o los trabajos de campo, así que me circunscribo a lo que me queda cerquita y en eso me baso. Otros y otras harán otras consideraciones y lo tendrán más fácil a la hora de reflexionar, yo hago lo que puedo con lo que tengo. Así que el otro día bajé a comprar el pan al MacXipan. Que podría haber ido a la Maritene (o Maritere) que está exáctamente a la misma distancia, podría haber ido, pero total para una barra que me voy a comprar únicamente para las tostadas de la mañana ahora que he decidido que voy a desayunar tostadas con aceite en casa, pues me la compro en el MacXipan y qué pasa. Que bajé al MacXipan y esperando a que me atendieran escuché la conversación entre la dependienta y una clienta. Supuse que la conversación giraba en torno al reciente concierto de fin de gira de Camela en L'Hospitalet y era la dependienta la que argumentaba que Camela era un grupo que no recibía el reconocimiento que se merecía. No les ves en ninguna parte, no salen en ningún sitio y ahí los tienes, llenándolo todo. Y no se llevan ningún premio, no como otros, que están todo el día en todos sitios y no cantan una mierda, como el Omar Montes ese. La clienta le daba la razón sobre la poca significación o reconocimiento del dúo madrileño, epítome de la música del extrarradio y cuando ya digo extrarradio estoy calificándola de una manera que indefectiblemente la sitúa por debajo de la música. La música. Yo no escucho a Camela, nunca lo he escuchado. Tampoco he escuchado nunca a Estopa. Ni mucha de la música que se escucha a mi alrededor. He escuchado otra música y no pasa nada. Pero me vengo a referir. La queja de la chica de la panadería está más que justificada y es, atención a lo que voy a decir, otro síntoma más de que hay algo que nos estamos perdiendo. Y esa falta de atención a lo que piensa sobre lo que consume, sobre lo que le gusta, sobre lo que percibe como suyo nuestra gente, esa queja, hay que tenerla en cuenta, porque en esa queja se encuentran muchas de las causas de lo que está pasando y lo que está pasando es que hay una pérdida de pie de lo que se llama la cultura progresista respecto a la cultura popular. Una cultura popular que existe y ha existido al margen de los radares de lo comercialmente significado por no hablar de lo que se quiere vender como culturalmente aceptable. La cultura popular no es solo los coros y danzas, es la manifestación contemporánea de lo que produce la gente trabajadora. Lo que produce y lo que consume. Que un gañán como Dani Martín haga alarde de no gustarle el reggaeton no significa nada porque al final Dani Martín dime tú quién es, pero ese rollo de que el reggeton es mierda y que ya no se escucha música como antes, dice cosas. Pero no vamos a hacer el alegato sobre el reggeton, nos vamos a centrar en Camela (aunque no vamos a hablar de Camela) y de lo que pasa cuando crees que la cultura es la Cultura y que lo demás es algo pintoresco, exótico, a lo que queda bien adherirse cuando te quieres dar una pátina de 'barrio' o 'popular', pero sin creértelo demasiado, sin hacer de eso algo homologable, porque lo verdaderamente promocionable y vendible y a lo que te puedes y debes adherir es otra cosa. No veo los informativos de ninguna otra cadena que no sea TV3. En estos informativos, sí, naturalmente de vez en cuando aparecen Estopa y supongo que también salió Camela (quiero creer), pero habitualmente, la cultura es otra cosa. Liceu, teatro, literatura, festivales musicales, desfiles de moda, exposiciones. De manera diaria. Pero siempre apuntando hacia el mismo sitio, hacia un concepto de cultura por el cual pareciera que en Catalunya estamos en un nivel de consumo cultural que realmente no es. O que, al menos, no es el de toda la población catalana, la de los 8 millones. Y hay una parte importante de esos 8 millones que no sienten que su cultura, que su manera de pensar, de expresarse esté representada. Y no en TV3, en ninguna parte. Recuerdo ahora mismo el regocijo con el que se vivió que en La Revuelta aparecieran Sonia y Selena cantando 'Yo quiero bailar toda la noche'. Una canción que estamos habituados a escuchar por sistema en cuanto hay dos rayos de sol o nos juntamos en una party y hay que poner algo para mover el cucu. Pues fue como 'oh, Sonia y Selena en prime time'. Sabes lo que te quiero decir. Esa concesión a lo popular, a lo que escucha la dependienta, a lo que escucha la clienta, eso que parece al margen, que no le importa a nadie. Ese no importar, un día querrá importar y o se acoge como propio ese clamor o ya sabes. 

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