lunes, 16 de diciembre de 2024

Los Años Nuevos - Rodrigo Sorogoyen


Tengo un colega. Pocas series o películas de las que se han estrenado recientemente te dan pie de una manera tan clara a comentar el tema con el clásico 'pues yo tengo un colega'. Porque yo tengo un colega. Me he pasado la serie viendo a un colega que es una fotocopia del protagonista en todas sus encarnaciones. Con el pelo largo, con el pelo más corto, con el bigote, con el bigote y la barba. Incluso gestos. Incluso yo que sé. Es que era todo. Dicen que esta serie tiene la virtud de haber conectado con una generación pero es que yo tengo un colega. Un colega y supongo que muchas cosas más. Porque esta serie va de un tipo de peña que tiene ahora mismo diez años menos que yo, pero que podrían ser yo, o yo y mis colegas, mis colegas, los de antes, quizás también los de ahora, ese tipo de gente. Fiestas en casas, casas que cambian, colegas que parece que cambian pero que son los mismos, las movidas en el curro que son movidas en el curro que son movidas en el curro que son movidas en el curro. Las parejas, chico conoce chica, chica conoce chico, quedan, salen, se lían, no por este orden, están, no están, no tienen claro si están o no están, viven juntos, no lo saben, se lo dicen, no sé, tío, las cosas. Todo es una movida. Bien. Ahora bien. Pasan los años, no sabes, al final estarán jugando en el parque con la criatura. O a lo mejor ves venir al compadre solo con la criatura y no preguntas. Es un poco todo. Son diez episodios en los que te da tiempo a pensar un poco en todo. Un poco en el tipo de gente también. No sé si en el tipo de gente que somos, aunque sea gente más joven. Ese tipo de gente. El médico que no parece médico pero que es médico y que tiene padre poeta y tal. Gente que es como nosotros, esa gente universitaria que siempre parece que tiene menos años de los que debería tener o que tiene problemas que no sé si a otros se les plantea. No sé si se podría hacer la misma serie con un trabajador de una empresa filial de la Seat y una trabajadora que trabaja de administrativa en un polígono en Palau. No sé si se me entiende. Pero en definitiva, de lo que estamos hablando es de esta serie. Una serie dirigida por Rodrigo Sorogoyen que ya te da el beneficio de la duda, después de As Bestas o Antidisturbios, cómo no le vas a hacer caso. Se lo haces. Y aunque sabes que lo que estás viendo no está a esa altura, sabes que, a la larga, la serie te dejará un buen poso. Porque está bien, más allá de que a lo mejor por un tema generacional no te interese o incluso por un tema de clase fíjate lo que te estoy diciendo que piensas que al final estos son dos clase media y tú eres un proletario y no te están contando nada que te interese, yo que sé. Al final, la serie está bien. Los problemas de la clase media. Pero tengo un colega. Ojo, que la serie al final va de cómo estos dos muchachos van y vienen y por el camino se entretienen y no se mete en otros jardines aunque aparezcan así como muy de chaspi y lo intuyes. Pero lo que interesa es eso, estos dos. Los que les rodean y estos dos. Al final qué. Pues al final yo que sé, al final creo que el final debería ser lo menos importante, aunque el final está pensado para que sea importante o igual no. Es esta constante indefinición, diez años, diez nocheviejas y diez años nuevos dándole vueltas. Y no entraré en el tema musical, que aquí es donde la serie se define y es donde te señala con el dedo y te dice 'no, no eres tú, no va por ti, porque a ti esta música es que ni te va ni te viene', pero tengo un colega, tengo muchos colegas, es que he tenido muchos colegas que han hecho de esto una banda sonora de su vida, de su momento, de su tiempo, de su todo. Que yo no. Que un colega. 

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