lunes, 13 de enero de 2025
Alaska Revelada. Contra el olvido.
Lo primero que diré sobre el documental de Alaska es que uno espera que en un documental sobre un personaje que ha fundamentado su popularidad a partir de la música, se aproveche para hablar de música. Y de música se habla, pero no se habla. Se habla del mundo de la música en España, se habla de los personajes del círculo de Alaska durante la llamada Movida, pero no se habla de la música. Por entrar en materia, hecho de menos que se diga porqué aparece una canción como Bailando durante la época de Pegamoides, a qué se debe, quién la inspira, de dónde sacaron la inspiración. Desde el punk atolondrado de los Kaka de Lux hasta llegar a Fangoria, la evolución musical de los proyectos en los que participa Alaska no queda explicada, quizás porque lo que interesa es el personaje y no el contenido del personaje. Nos interesa saber de Alaska, saber más de Alaska, de su vida, de sus relaciones, de sus amistades, de ciertas opiniones sobre su vida, sus milagros, sus buenas y malas rachas. Nos interesa saber de ella y, sabiamente, obviar elementos que ya nos resultan repelentes como la figura de Mario Vaquerizo, que aparece en un discreto y serio segundo plano y solo al final del tercer episodio adquiere relevancia. Sabremos así cómo fue la infancia de Olvido Gara, sabremos de la influencia de su madre, de las vicisitudes de su nacimiento, de su físico, de la influencia de su abuela, de la no influencia de su padre (por cierto, refugiado político), de su formación, de sus conocimientos teóricos y la plasmación práctica, de sus complejos y de sus crisis, de sus depresiones, de sus operaciones estéticas, de sus amistades, de su relación con las drogas, de sus amores, de sus opiniones sobre el respeto y la diversidad, pero salvo en el segundo episodio en el que se habla explícitamente de su carrera musical, creo que me falta conocer algo más sobre su opinión sobre la música. Sobre su música. Sobre la música que ha interpretado, sobre sus pocas composiciones. Alaska, por ejemplo, nos deja sin saber cómo captaron que había que lanzarse a la música electrónica después de Dinarama para llevar a cabo Fangoria y todo parece fruto del azar, de algo que pasa, de supervivencia, pero sin dedicarnos unos minutos a saber porqué más allá de mostrar su regocijo cuando participan en un Sonar de hace mil años y ahí ven que sí, que han conectado con algo. Alaska es un personaje contradictorio, o mejor dicho, que evoca sentimientos encontrados. Recomiendo que antes de ver el documental escuchen la entrevista en Jenesaispop a la autora del libro sobre los pijos de España, porque retrata mucho de lo que aparece en el libro, aunque no se cite a Alaska durante la entrevista y sí algo de la Movida ya que esta se hizo meses antes. Alaska significaba una imagen de algo que nos llamaba la atención, rompedor, pero popular, excéntrico pero cercano, nos hizo compañía cuando niños en la Bola de Cristal (por cierto, qué poquito se habla en el docu de La Bola de Cristal y de cómo sirvió ese programa para popularizar su imagen y hacerla asumible y querida para millones de personas, sobre todo niños y niñas entre los cuales me incluyo, de la cual creo que sigue viviendo y que supongo que por asociarse demasiado a 'lo progre' de aquellos años se ha minimizado y eso ya dice mucho de todo), la creíamos de los nuestros, abanderada de reivindicaciones del colectivo LGTBI, pero. Pero, en los últimos tiempos su imagen se ha visto deteriorada. Excesivos flirteos y compadreos con la derecha madrileña han ensuciado su imagen. Magistral Jesús Ordovás cuando dice al hilo de esta polémica que ocupa el trecho final de la serie, que Alaska se ha equivocado y que, en un momento de polarización extrema, no ha calculado lo que debía hacer. Acto seguido es la propia Alaska la que dice que ella sabe bien dónde está y que es herencia del punk y que tal y cual. Pero el daño ya está hecho. Y sin embargo, ni siquiera ese coqueteo o conchabeo con la derecha absurda madrileña, me sirve para despreciar del todo a Alaska. Este documental, supongo que calculadamente estudiado para revisar en positivo una figura que saben que está manchada, nos sirve para recuperar todo un caudal de imágenes, de situaciones vitales, de músicas, de canciones, que están ahí y que nos cuesta separar de una persona con algunos 'oscuros' recientes que bueno bueno. Alaska, Olvido, habla de Alaska y de Olvido, de cómo ha conseguido convertir a Alaska en un referente para muchas cosas, en un espejo que ha interpretado las aspiraciones de tanta gente que ha creído que ser Alaska, salir en el Hola, tocar en el Rockola, era posible, y quedarse con la pasta, también. Como apunte final, las canciones de Alaska, especialmente las de Fangoria, creo que conectan con un algo de mucha gente que, ya con una edad, no se resignan a dejar de ser y que a la misma vez, se resignan a ser parte de algo que ya no van ni ha transgredir, simplemente que van a disfrutar, a estar bien, a vivir la vida. La canción No quiero más dramas en mi vida, solo comedias entretenidas... me parece epítome de todo esto. Alaska con este documental se reconstruye, se reivindica, pero creo que pierde la ocasión de hacerlo, no desde lo meramente personal, sino desde lo que principalmente ha aportado o ha sido su fuente primera de popularidad, que es la música. Alaska no quieren que la recuerden como la tertuliana de Jiménez Losantos o como la esposa de Vaquerizo del que todo el mundo se ríe, quiere trascender como algo más serio y creo que tiene material como para poder hacerlo. No te olvidamos, Alaska.
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