lunes, 1 de octubre de 2012

El gran desgraciado europeo VI

Huyamos de convencionalismos y toquemos el violín. Agárrame del talle, guíame tú que yo no sé bailar y llévame al ritmo de la música, que los ángeles están tocando el violín y dan ganas de seguir el ritmo. El vals no tiene por qué ser siempre vienés. A veces dan ganas de que no sea un vals. Tú que sabes tanto ¿no sabes qué es esto que suena? Debe ser un vals. Me gusta. No te cortes. Dame el violín a ver si yo sé tocarlo también. No debe ser tan difícil. La gente toca el violín casi sin enterarse, déjame probar. Cómo se coge. Dame el violín. A ver. Ahora ya no quiero bailar. Ahora quiero tocar el violín. Quiero hacer lo que me venga en gana. Si. Dame el violín, que seguro que sé tocarlo. No me lo vas a dar. Tampoco quieres bailar conmigo. Quieres que siga con la historia de Antas Nekermann. Quieres que te cuente qué pasó y porqué llevamos tanto tiempo hablando de un señor húngaro. Dame el violín un rato y yo te cuento lo que tú quieras. No. No es eso. No, de verdad, dámelo un momento. Si no quieres dármelo al menos toca tú un rato, que tú sabes.
No quieres. Pues nada. Antas Nekermann mira por una ventana lo que ocurre en la calle. La gente va y viene y él tiene una pena dentro muy grande. Lo que tiene es lo que le pasa a la gente que se enamora y no sabe qué hacer. Flora Mandelstam es una chica que ha conocido porque es la hermana de un compañero de la Universidad, Samuel Mandelstam. El padre de ambos comercia con vinos. Es un dato que no interesa. Me gustaría que mientras te cuento estas cosas tocases un poco el violín. Para hacerme el relato más entretenido. Seguro que no queda mal. Toca algo triste, si sabes. Antas mira por la ventana porque no sabe qué tiene. Flora ha aparecido un día en la Universidad buscando a Samuel. Antas se ha presentado y desde ese día no puede dejar de pensar en esa muchacha de ojos negros que ha llegado y rápidamente se ha escondido de su presencia. Borra eso. Mejor pon que la muchacha de ojos negros, ha llegado, ha preguntado por Samuel y cuando Antas ha querido conversar con ella, ésta se ha ido corriendo. Demasiado para el cuerpo. ¿Lo que estás tocando ahora es de alguien o lo estás improvisando tú? Los ángeles están tocando el violín. En la cabeza de Antas Nekermann está sonando el violín también. Muchos violines, pero la música es triste. Toca tú algo triste también. Flora Mandelstam es algo mayor que Samuel. No va a la universidad porque su padre no quiere que ella estudie. Quiere que se case con alguien de buena familia y que le de nietos. Ella no quiere. Su padre y ella se pelean. Ella quiere ser independiente. Antas Nekermann le pregunta a Samuel por su hermana. Samuel no quiere hablar de su hermana, quiere hablar de la revolución. De sublevarse. De marcharse a otro lugar y fundar un estado en el que los suyos sean por fin tratados como personas con igualdad de derechos. Donde todo sea de todos.
Antas Nekermann no pregunta más sobre la joven Flora. Quiere hablar con ella y no sabe cómo hacerlo. ¿Ahora quieres bailar? Yo ahora no quiero bailar. Ya es tarde. Guarda el violín.

3 comentarios:

  1. Take this waltz... Leonard Cohen a cuyo concierto asistiré el viernes. Tiene mucho que ver con tu post. Curioso. Amor, baile, violines, recuerdos, Hungría.
    Un abrazo y buena semana

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  2. ¿y cuál de todos es el desgraciado? Lo son todos, ¿no?

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  3. i què volies ballar, tu? si tu no ballas mai.

    :)
    ptns

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