lunes, 3 de junio de 2013

Círculo Projorelov III

El día 8 de febrero recibimos una invitación para asistir nuevamente al XV Congreso de Clubes Viajeros de Europa. Reunidos en comisión, decidimos enviar una delegación de cinco miembros a dicho encuentro, al que solíamos acudir desde nuestra fundación. Este XV Congreso se iba a celebrar en Astrakán e iba a versar sobre el espíritu viajero, sobre la vocación del aventurero y sobre si el viajero nace o se hace.
Los delegados al congreso éramos Venancio Orantes, Horacio Veredas, Vardas Chocras, Cerúleo Dorivas y yo mismo. Arribamos a la ciudad tras un interesante viaje en ferrocarril, que mereció múltiples comentarios por la cantidad de vicisitudes que se dieron y los sucesivos problemas que tuvimos que superar, pero finalmente allí llegamos y el presidente del Club de Amigos del Viajes ruso nos recibieron entusiasmados, como siempre. Vadim Federovich Artamelov, el dicho presidente, nos preguntó, como hacía cada año, por el origen de nuestro nombre y, como todos los años, todos dimos versiones contrapuestas, sin llegar a ningún acuerdo y dejando nuestra denominación como todos los años, sujeta a misterio.
Así que llegamos al lugar del encuentro, el Palacio de Congresos de Astracán y saludamos a nuestros colegas y compañeros de vicio de todos los lugares del mundo. Con muchos de ellos manteníamos contacto, correspondencia, amistad y buena armonía. Con otros, una cortés indiferencia, derivada más de una ausencia de puntos en común y de que no había surgido la oportunidad, que por cualquier otra cosa. Y finalmente, allí estaban los de la Asociación Robert Louis Stevenson.
Ya en los dos congresos anteriores habíamos tenido algún que otro roce con ellos, sin que ni ellos ni nosotros supiéramos a qué se debía esa cierta inquina que nos manifestábamos. Quizás porque veníamos de ámbitos geográficos cercanos, porque algún miembro de nuestro grupo había sido el fundador de su club, porque nos tocaba siempre sentarnos unos cerca de otros, o simplemente, porque eran unos completos hijos de puta.
Dicho esto, y llegado el día, nos encaminamos tras un esplendoroso desayuno en el Hotel Pushkin hacia el dicho Palacio de Congresos y doblando por Shevchenko nos encontramos con los de la Asociación, con sus característicos parches en el ojo, como vulgares payasos, y decidimos transitar cada uno por una acera para no mezclarnos. Al llegar a la puerta del Palacio de Congresos nos dispusimos a entrar toda vez que saludamos al presidente señor Artamelov, al vicepresidente señor Ponomeriansky y al presidente de la Asociación Mundial de Viajeros el señor Hamed Ahmad ben Trebzen. Íbamos a entrar cuando justo en ese instante, por la misma puerta, quisieron entrar los de la Asociación. Que si perdone usted, que si no es necesario empujar, que si está usted siendo algo insoportable, que si no le importa a su excelencia apártese un poco, que si no haga tapón, que si a quién has llamado tapón, que si al final me voy a tener que cagar en su puta madre de usted.
Y liamos una que nos tuvieron que dejar fuera del Congreso y no pudimos asistir ni ellos ni nosotros, y el señor Artamelov nos echó un broncón en ruso que para qué.

2 comentarios:

  1. Hombre, no me extraña. Es que no se puede perder los nervios de esa manera, monsieur. Y si se pierden, tienen que perderse con más elegancia. El principio, lo de si no le importa a su excelencia apártese un poco, estaba bien, pero luego ya, ese degenere del asunto... Claro, comprendo a Artamelov.

    Feliz lunes, monsieur.

    Bisous

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  2. Poco a poco voy. Hoy ya he impreso su novela, es un paso adelante. Y el viernes me dan las vacaciones. Esto está hecho!

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