miércoles, 19 de febrero de 2014

Villastanza de Llorera XXII

Doble ración de 'Espantosas escenas en la vida de Quirino Barrantes', de Benito Repojo Ostiz. Sigamos adelante y a ver qué pasa.
'Aquel señor presentaba exactamente la misma pinta que el día en el que Quirino le conoció. La misma bata, la misma barba... la misma pinta de dejadez. 'Pues vaya', pensó Quirino Barrantes, 'vaya putada que le he hecho a este hombre llamándole tan temprano. Ya me vale, equivocarme otra vez....'. 'Hombre señor Barrantes', comenzó el abuelo, 'estaba esperando que viniese otra vez. Ya estaba tardando. Pase, pase...'. Quirino Barrantes le dijo que no, que no podía, que quería ir a casa de su prima Poli, que se había equivocado y que quizás en otro momento.... 'No hombre, no, usted no va a visitar a su prima Poli porque está en la cárcel, venga, venga, entre, que le tengo que contar una cosa muy importante'. Y el señor mayor invitó a pasar a Quirino Barrantes hacia el interior de su casa. Quirino no tuvo fuerzas para seguir discutiendo y entró detrás del señor mayor. 'Oiga, y digo yo, cómo sabe usted cómo me llamo'. Quirino, sin saber porqué, pensaba que aquel señor no salía de su casa y que no habría podido saber que él era quien era. 'No piense tanto, Barrantes, que los de su familia no son de pensamiento fiable', le sorprendió el señor mayor. Quirino se quedó parado. Aquel vejete le estaba leyendo el pensamiento. Iba avanzando por el pasillo y se fijó que a ambos lados había fotografías de gente del pueblo. En una de las imágenes creyó reconocer a su amigo Áureo 'Eldorado', pero era una imagen de hacía muchos años y de hecho el propio Áureo no parecía él mismo, parecía un Áureo que se hubiera disfrazado de persona de época, de campesino de hace tiempo. La foto tenía aquel tono sepia, aire antiguo... sin embargo, aquel era Áureo, sin lugar a dudas. Más parado se quedó cuando vio en una foto su propia cara. Quirino Barrantes, igual que la anterior foto de Áureo 'Eldorado', también aparecía en una fotografía antigua. Era una foto de medio cuerpo y él aparecía con algunas casas de fondo. Su vestuario era el de un campesino de hace cien años. Y él no recordaba haberse disfrazado nunca de campesino. Su cara estaba en aquella foto. Su cara y su cuerpo. Todo. ¿Estaba soñando Quirino Barrantes? No, no estaba soñando. 'Ay, Barrantes, qué cosas tiene. De qué cosas se sorprende usted. No sabía que tenía una foto suya... pues claro que tengo una foto suya, si se la hice yo. Barrantes, Barrantes... tienen todos ustedes una cabeza que yo no sé que podemos hacer con ella. Venga, pase para adentro, que le tengo que contar una cosa que le va a hacer mucha gracia'. Quirino Barrantes estaba entre asustado y excitado por lo que le tenía que contar aquel señor. 'Perdone', preguntó Quirino, 'pero no me ha dicho usted cómo se llama, bueno, es que tampoco se lo he preguntado y claro, va a pensar usted que soy un maleducado'. El vejete empezó a reírse así como se ríen los vejetes cuando los vejetes se ríen y dijo... 'Madre mía, Barrantes, ya no conoces a nadie o qué... soy Jonás, qué cabeza tienes... ¿ya no te acuerdas de mí?'

1 comentario:

  1. Qué malvado, decirle que no piense porque los de su familia no son de pensamiento fiable...

    ResponderEliminar