jueves, 22 de mayo de 2014

Corre como un antílope

No es que no quiera quedarme, es que no puedo. No puedo quedarme. Tengo que irme. Si me quedo mucho rato en un sitio, siento que soy carne de cañón. Tengo que moverme. No es por que aquí no esté a gusto, qué va. Si en realidad, jamás he estado mejor. Pero es algo innato, tengo la sensación de que estoy en peligro. Continuamente. Noto que hay algo o alguien que me mira, que me acecha. Y tengo que correr. Sin ningún sentido, hacia ninguna parte. En algún momento, cuando ya no puedo más y creo que viene a dar lo mismo seguir corriendo que no, paro. Y hasta ahora, jamás ha ocurrido que haya parado y la muerte, eso que temo y que me mantiene vivo, me haya alcanzado. Tengo conocidos que piensan que les gustaría, aunque fuera sólo una vez, pararse a mirar quién es el que les persigue. Yo no. No tengo ningún interés por experimentar con nada de eso. Corro, corro y huyo. No quiero dejar lugar a las dudas. Corro, corro y me voy a otra parte. Una parte que está tan lejos como me permitan mis fuerzas. Tengo que correr. Correr y huir. Lo que está claro es que me tengo que largar. Pero ya. Porque estoy viendo y sintiendo otra vez que las cosas se van a poner feas. Mal. No me puedo quedar. Me tengo que ir. Rápido. Corriendo. Y ya. Es algo superior a mí. Pensarás, y te equivocas, que es por ti. Pero nada más lejos de la realidad. O sí. La verdad es que ya ha llegado un punto en el que desconfío de todo. Sí, he estado muy bien, muy a gusto, pero algo, y ese algo es completamente habitual en mí, me impele a salir corriendo. Correr. No sé qué me pasa que cuando corro, cuando estoy huyendo muy deprisa, rápido, que salgo un poco de mí. No sé. Es como si el riesgo, como si salir corriendo fuera mi vida. Mi única vida. No disfruto comiendo. No disfruto discutiendo contigo. No disfruto haciendo nada que no sea correr. Huir, ponerme a salvo, largarme. Correr. Correr mucho y sin sentido. Correr hacia allí, o hacia allá. Me da igual. Lo único que tengo en cuenta es no mirar, no comprobar, no hacer cábalas. No habrá próxima vez. Tengo que correr y correr mucho. Correr hasta perder el sentido. Fuera de control.

2 comentarios:

  1. Pues da una pereza ahora mismo que no vea. Yo casi prefiero que me alcance, fíjese. Total, igual me pongo a correr y me alcanzan igual, así que para qué.

    Feliz tarde, monsieur

    Bisous

    ResponderEliminar
  2. Tolya está como un serrucho... Cuídese hombre.

    ResponderEliminar