lunes, 19 de mayo de 2014

Un hombre de verdad

Lévemente (¿?) inspirado en un relato de Quim Monzó.
Y entonces, aquella criatura, consiguió erguirse y mirar por encima de aquellos arbustos. Algo se había desencadenado en su interior, en su cabeza. Algún mecanismo se había puesto en marcha, una necesidad imperiosa de mirar más allá para ver qué podría hacer para conseguir lo que, de forma totalmente novedosa, se había propuesto conseguir.
Se levantó sobre sus dos pies por primera vez y vio que más allá de aquellos arbustos había algo que parecía un río. En el río, él y el resto de los integrantes de su grupo, habían tenido desde siempre problemas serios con algunas criaturas a las cuales no conseguían identificar. Caían en la trampa una y otra vez. Iban al río, a aquella corriente de agua a refrescarse y beber, y de repente unos bichos que reptaban se acercaban a ellos muy deprisa y les atacaban. Algunos de los miembros del grupo, que aquella criatura erguida comenzaba a relacionar con algo muy cercano a su persona, habían sido devorados ante los ojos asustados de sus compañeros y de él mismo.
Aquella criatura ya erguida miró el río y comprendió que si de nuevo se acercaban a aquella corriente, volvería a ocurrir lo mismo. Serían devorados por lo que ellos todavía no llamaban cocodrilos.
Y, sorprendentemente, aquella criatura erguida, no dijo nada. Dejó que sus compañeros, familiares, semejantes, se acercaran al río y fueran devorados, mientras él cogía una piedra y la chocaba contra otra...

3 comentarios:

  1. Pues sí... Diría: "Qué evolucionen".

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  2. Pues sigue habiendo mucha gente así, no crea. Pero vaya chasco. Yo leí el título y vine corriendo, a ver dónde quedaba uno de esos. Y resulta que se refería a un fosilizado. Vaya, hombre. Si encuentra uno algo más joven, avise.

    Feliz día, monsieur

    Bisous

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