jueves, 28 de mayo de 2015

En una comunidad, no muestres tu habilidad

De las memorias de Françoise Alligator, tituladas significativamente con el nombre 'Ni atado', extraemos este pasaje con el que el artista se define.
'Por afición, porque a cada uno le da por donde le da, porque con las manos unos desenroscan cosas y otros mueven elementos, a mí me dio por dibujar. Dibujar, coger el lápiz y en cualquier parte, en una servilleta, en un mantel, en una hoja de una libreta, mientras alguien hablaba o comentaba lo que fuera, yo iba haciendo mis garabatos, mis caras, mis composiciones, sin mayor pretensión. Mi madre me dijo siempre que eso de dibujar y pintar era una tontería, que me dedicase a hacer algo de provecho. El tópico. Mi padre, no decía ni sí, ni no, ni todo lo contrario. Miraba como dibujaba, y si le preguntaba algo decía 'bueno, pues no parece que sea ni malo ni bueno, no sé, eso tú sabrás que eres el que dibuja, pero el dibujo teniendo su forma y su semejanza con lo que se ve, pues no tiene por qué ser malo'. Yo dibujaba y lo hacía por divertirme. Me lo pasaba bien. Me sentaba en cualquier parte y dibujaba un árbol, a un señor recogiendo cartones, a tres abuelos paseando, la iglesia del pueblo, un bote de couldina, las tazas de café, lo que tuviera por delante. Todo por gusto. Un día, alguien, un amigo que empezaba a trabajar en una empresa de publicidad, me dijo que, con esa mano que tenía, a ver si podía hacerles un logo. Un algo. Otro día, fue un compañero del trabajo, que me pidió un logotipo para el sindicato. Al día siguiente, ya era una amiga de mi mujer la que me pedía el retrato de un niño muy guapo que había tenido ella misma. Al poco, ya era un señor de la escalera que se había enterado de que dibujaba y que pintaba y me venía con la foto de su pueblo, un precioso pueblo aragonés, para que le hiciera la composición adecuada para su salón. Un día, era el señor que se cruzaba conmigo todos los días en el bar donde desayunaba quien, a escondidas, me ofreció la fotografía antigua con la cara de una mujer de rostro vulgar, pero que, bisbiseando, me comentó que había sido 'una amiga muy querida' y quería inmortalizar su rostro. Luego vino el trabajo para la empresa de mi amigo. Luego llegó cuando en el sindicato me ofrecieron llevar la línea gráfica. Más tarde vinieron los retratos en serie de gatos, perros, amigos, amigas, directores de orquesta, miembros eméritos de la sociedad local. Incluso recuerdo el momento justo en el que se me ofreció la posibilidad de empezar a dar clases a niños y a otro tipo de seres humanos que querían pintar sin pasar por el espinoso asunto de aprender a dibujar. Y yo, que lo que quería era sentarme en una mesa y dibujar una paloma mientras me miraba uno u otro. Y yo, que lo que quería era, dibujar la cara de un señor que se parecía a otro señor y que podía ser cualquier señor, pero que en realidad era mi padre de diversas maneras, un día, dije que hasta ahí podía llegar la broma. Y no volví a hacer nada más por encargo de nadie porque no da la gana a mí. Y es que, en una comunidad, no muestres tu habilidad. Y esto es más o menos el resumen de todo, porque lo puedo contar todo y ahora que tengo un momento, te lo voy a contar.'

Francisco Molina. Él si que sabe contarlo bien..

2 comentarios:

  1. Si es verdad, al final acaba uno trabajando por encargo y ya no es libre.

    Feliz día, monsieur

    Bisous

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  2. Yo un día dije que me gustaba hablar y alguien dijo, 'pues ale, hablarás tú', hasta que me di cuenta que si me gustaba hablar era por tener la sensación de que había alguien que me escuchaba. Desde entonces, sigo hablando, pero más triste.

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