martes, 15 de marzo de 2016

El trilema de Rodrik ¿Estamos entendiendo algo?

Durante unas cuantas semanas ha tenido lugar en el CRJ Mas Fonollar, al que llamaremos Casal de Joves aunque sólo sea por fastidiar, el curso de Filosofia per la Pau, que organiza y... no sé quién lo organiza, creo que es el área de cooperación del Ajuntament. Han sido creo que seis sesiones de las cuales he asistido a tres. La primera de ellas versó sobre el TTIP, la segunda a la que asistí iba de migraciones y la última, que fue ayer mismo, trataba sobre el espinoso asunto de la Unión Europea, lo que es y lo que podría ser. En realidad se habló poco de lo que debería ser la Unión Europea y se dieron algunas pinceladas de cómo funciona la institución y de los intereses que hay, a veces contrapuestos, entre países, instituciones, gobiernos, etc.
La sesión la impartió Lluís Camprubí, quien también fue el protagonista de la primera sesión, la del TTIP. La sesión sobre migraciones la dio Silvia Carrasco. No querría abrir un debate sobre la Unión Europea, porque ya una vez me metí en un fangal por este asunto y no he sabido salir. Digamos que salió el tema de reformar la UE, si es posible otra UE o si lo único factible es salir de la UE. El ponente, de izquierdas, considera que salir de la UE es perder el tiempo y que se puede cambiar con otra correlación de fuerzas. Una opinión blanda y sin sustancia, que comparto casi en su totalidad, porque uno es aventurero y piensa que, por probar ¿no? Pero bueno.
El caso es que tanto en esta sesión como en la anterior apareció un concepto llamado 'el trilema de Rodrik', propuesto por un investigador o pensador llamado Rodrik y que viene a decir que nos debatimos (nos) entre tres opciones, que son: más democracia, globalización o estado nación. Se supone que no pueden estar las tres juntas. Si se dan dos no puede darse una tercera. La UE debe elegir entre más globalización y más democracia, con lo que el estado nación y su soberanía se irían al carajo. Más estado nación y participar en la globalización quizás vendría en detrimento de la democracia. Y así. No quiero analizar lo que es el trilema en sí.
Me gustaría detenerme en cómo utilizamos conceptos y nos metemos en debates en un contexto determinado y de ahí no extraemos absolutamente nada. ¿De qué sirve? Ya, sirve para que hablemos sobre temas que son importantes y merece la pena ponerlos a debate. Ya, pero... ¿y luego? ¿Tiene que haber un luego?
He participado en tres sesiones, en todas ellas he intervenido. He preguntado cosas, he dado mi opinión, me he marcado algún pegote innecesario, etc. He intentado comprender el trilema de Rodrik, he escuchado las intervenciones de los ponentes, de los compañeros, me he preguntado si muchos de los que asistían al curso, a las ponencias, realmente estaban entendiendo algo de lo se estaba diciendo más allá de los ejemplos prácticos donde ponemos un poco de sentido a lo que se va diciendo de una manera a veces muy teórica.
Y a veces son debates organizados por el consisorio o bien pueden ser debates que organizamos gente que 'queremos tanto al pueblo que yo que sé', y caemos en la misma trampa.
¿Estamos entendiendo algo? Nos llaman la atención conceptos, nombres raros. Al salir decíamos 'el trilema de Rodrik, si fuéramos estudiantes sabríamos que tenemos que utilizar esto para algo, meterlo en un examen'. Pero no es un examen. Es entender cómo funcionan las cosas. Y reconozco que me pierdo muchas veces. Que pongo todo el interés, pero que las más de las veces, si lo que se está contando no corresponde con mi esquema mental, me escapo. Escucho, a veces anoto. Anoto cosas que sé perfectamente que no me voy a mirar. A veces anoto cosas para preguntarlas luego, pero me parece poco natural y soy más de preguntar al tuntún y cuando he acabado de preguntar no saber si me he dejado algo.
¿Lo hemos entendido? En la segunda sesión, la de migraciones, la ponente dio una clase. Una clase de universidad a un grupo de personas heterogéneo que no tenía porqué saber qué conceptos eran los que se manejaban. Es un defecto que creo que se debería corregir. Hablar pensando que todo el mundo sabe de qué estamos hablando. Yo, cuando escribo y no quiero que me entienda nadie, lo hago a drede. Pero entiendo que si alguien habla para un público y quiere hacer llegar un mensaje debería hacerlo más... Es igual.
Hablamos de cosas, debatimos sobre temas bastante profundos y ahí estamos. Y no se trata de organizar menos charlas o que los actos sean más entendibles, más accesibles. 'Móntalos tú', me podrían decir. Y tendrían razón. El asunto es otro.
La verdad es que no sé qué asunto es. Al salir fuimos hablando y salió el tema de los refugiados, las imágenes terribles del campo de Idomeni. Y no sé. Algo hay que hacer. Un grupo de colegas dice de quedar mañana para mirar de hacer algo.
Más democracia, más poder para el Estado nación, más globalización y una mujer caminando con unas chanclas con cuidado de no resbalar porque camina sobre un fangal. De un fangal a otro.
Hoy iremos a otro acto, a otra charla, mañana será otro día y quizás otra convocatoria.
Me dieron el diploma que certificaba que he ido. Que estuve allí.
He entendido que la Unión Europea, que se rige por normas y consensos creados entre gobernantes, más que por cosas que decida un Parlamento, ha decidido que le sobra toda esa gente. Que no nos da igual. Que nos molestan. Que ponen en riesgo nuestro pequeño y pacífico reducto de paz blanca. Creo que en unos días se vota en el Parlamento. Veremos.
Me gustaría ser algo más claro, pero no encuentro el tono. Lo siento.

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