domingo, 26 de marzo de 2017

La fiesta continúa

Salimos de trabajar y dijimos de ir a tomar algo. Salimos, primero por algunos bares cerca de la zona del curro y luego dijimos de venir por mi barrio a seguir un rato más. Él dijo que no quería venir, que seguro que nos acabábamos liando y hizo como que se iba, pero fue fácil convencerle. Nos fuimos a un bar al que no voy casi nunca y que hacen conciertos más o menos cada semana. No voy nunca porque, aunque vivo en el barrio, no queda justo en una zona de paso y me cuesta ir hasta allí. Vamos, que no voy nunca. El caso es que fuimos y, efectivamente, había concierto. En un primer momento no hicimos mucho caso, estaban los músicos probando y nosotros ya íbamos algo fuera de concurso, así que nosotros estábamos a lo nuestro, charlando, riendo, bebiendo. Nos lo estábamos pasando de puta madre. Hacía un montón de tiempo que no salíamos de marcha y, aunque no serían más de las nueve, nosotros estábamos ya en todo lo alto. ¿He dicho que nunca he ido a ese bar? La gente nos miraba un poco de aquella manera. Empezó el concierto y no nos enteramos. Seguíamos a lo nuestro y notábamos que los parroquianos iban mirándonos cada vez más. Nosotros a lo nuestro, pedíamos una cerveza cada cinco minutos, nos lo estábamos pasando de puta madre. Discutíamos sobre cosas del trabajo, sobre dónde íbamos a ir a cenar, si íbamos a cenar, si nos matábamos bebiendo allí.
La música sonaba, pero no me daba cuenta. No nos importaba. Una chica cantaba y otro chico le acompañaba con una guitarra. No sé qué cantaban. Creo que fue a la tercera canción que la chica que cantaba dijo algo del silencio. Pero los músicos siempre dicen estas cosas. Mis amigos no se dieron cuenta y seguimos con la cháchara. Para una vez que salimos, pensé, no me vas a venir a cortar el rollo. Una canción más y... lo mismo.
La chica que cantaba, la gente mirándonos. El chico que la acompañaba, el camarero que nos recriminaba con la mirada. El nosequién me conoce, me ha venido a saludar, parece muy simpático, pero no es verdad. La chica vuelve de nuevo a recriminarnos algo. El concierto me parece que es demasiado largo. Nosotros seguimos a lo nuestro. Cantando, hablando, riendo, etc. Algo masculla la chica en una de las canciones. Se ríen todos. No entendemos nada.
El concierto termina y nos vamos a otro sitio. No recuerdo. Llevo un papón de mil demonios y quiero que no acabe nunca la fiesta. Llevo dos semanas sin volver a casa. Me duele todo. Estamos los tres destrozados. Pero no podemos parar de reir, de cantar, de beber. Me duele todo. Me huele todo. No nos dejan entrar en casi ningún sitio. Quiero morirme.

1 comentario: