jueves, 29 de julio de 2021

Viéndolo mal


La tradicional reunión de evaluación de la situación saxofón salchichón ha transcurrido según los cauces previstos dadas las circunstancias presentes. Es decir. Qué mierda es todo esto. No entendemos nada. En esta ocasión M. ha puesto sobre la mesa cuestiones que están ahí y que todo el mundo está viendo o al menos nadie se está esforzando en esconder. Puntos varios como que todo esto parece que es algo que se nos está escapando de las manos y que no hay manera de que se encauce. No es la manera más lírica de decirlo, o más poética, ni tampoco la más contundente. Es una manera. En la tradicional comida de fin de curso, hemos convenido en pensar que esto que está pasando nos está pillando ya en un momento en el que no nos enteramos de la película. Efectivamente, hemos dado con la viejada y ya no hay vuelta atrás y coincidimos en que o apostamos por la operación de la vista o esto nos condena a un dispendio en lentes progresivas que nos va a dejar tiritando. Lo vemos mal. Lo vamos a ver peor. Pensiones, por ejemplo, pensiones para qué si vamos a llegar a la vejez con los cerebros fritos, consumidos por el estrés, por las prisas, por los putos móviles, por la sensación de que tenemos que hacer mil cosas y la conciencia de que ya no llegamos a nada. Y de que ya no sabemos lo que pasa. Este ha sido otro tema importante. No sabemos lo que pasa o lo seguimos sabiendo mediante los sistemas que utilizábamos cuando éramos nosotros chavales y ahora buscamos la palabra de fe en sitios que ya no le interesan a nadie y vale todo. Ese es otro concepto a estudiar. Vale todo. Vale absolutamente todo, vale deslegitimar y creernos con derecho a decir lo que nos venga en gana hoy y lo contrario mañana y pasado lo que rote porque no hay consecuencias. Otra cosa. No hay consecuencias. No hay nada. Vale todo. Los gobernantes pueden estar hoy aquí y mañana allí y no pagar por ello, no hay consecuencias, No hay nada. Barrio sésamo. Esta teoría de M. no la había escuchado. Según M., nuestra generación ha sido adelantada implacablemente por una generación o dos o tres posteriores que ya no se han criado con Barrio Sésamo y lo han hecho con Bolas de Drac o cosas que vaya usted a saber. El hecho de haber sido aleccionados con el Barrio Sésamo nos convirtió en eso, en personas que van esperando a ver qué pasa sin tomar ninguna decisión incómoda, hasta que nos damos cuenta de que el tiempo ha pasado y un dos tres cuatro cinco seis siete ocho nueve diez once doce... Tema de los procesos revolucionarios y el coste y el beneficio y cómo esos momentos de sotrac los tenemos que ir administrando luego durante décadas para aprovechar ese impass en el que todavía se pueden conseguir cosas y que ahora mismo no pinta a que vaya a haber momento de sotrac ni mierda y a ver qué hacemos. Que a nosotros ya si eso, porque con lo de Barrio Sésamo ya nos dejaron jodidos para siempre y ahora cualquier youtuber yo que sé. Florentino Pérez, los audios, las cuentas de Portugal, dineros que se pispan y que a nadie le parece extraño, fichajes y el fútbol. Una vez más hemos dado por muerto al fútbol, deporte que antes, muy antes, seguíamos pero que ya no y hemos pasado a diseccionar tanto la final de la Champions como paradigma de un nuevo fútbol en el que se va a toda puta hostia y que no hay manera de que los equipos patrios pinten nada ya en esto porque no se corre igual y que Tuchel y Guardiola son dos putos enfermos y que nosotros, que ya esto del fútbol lo tenemos más que abandonado, pues que no. Y lo mismo, que nos informamos mediante canales que no son fiables, que esto del virus y tal lo mismo va todavía para más largo, que los curros y las familias están fantásticas y que ya en septiembre nos volvemos a ver. He comido macarrones al pesto y queso y de segundo salmón a la plancha, lo que ya denota tal y de postre yogurt con miel. Y ahí se ha quedado la cosa. 

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