martes, 30 de julio de 2024

Mucha Marifé


El colectivo es lo importante, no las personas. En nuestra tradición, parece que está mal decir que tal o cual persona, tal o cual militante, compañero o compañera, es especial. Porque todos somos especiales, cada cual aporta lo que tiene, todos tenemos algo. La inteligencia colectiva. Lo que sea. Pero es que Marifé. Marifé Adalid. Quienes nos conocen y no nos quieren o nos quieren poco o quieren hablar de nosotros de alguna manera, hablan siempre de las yayas. Las yayas de Iniciativa. Sí, las yayas. Pues qué sería de la izquierda colomense sin ellas. Y qué sería de la izquierda colomense y qué sería de nosotros y nosotras sin la Marifé. Hace unos días quise hacer un texto sobre la Loli, texto que estoy seguro que ella ni habrá leído. Pero cómo no hacer un texto sobre Marifé. Porque me cuesta menos hacer un texto que llamar por teléfono, preguntar, interesarme, cómo estás, qué tal lo llevas, cómo sigues. No soy la mejor persona del mundo. Sólo sé hacer estas cosas. Escribir y pretender que con eso ya he cubierto el expediente. Porque toca hablar de la Marifé y su presencia constante. Una frase que me ha tocado los mengues siempre es esa de que están los nosequé y luego están los que tal y esos son los imprescindibles. Marifé va mucho más allá de eso. Marifé siempre está. Pueda coger peso o no. Pueda llegar hasta donde tú llegues o no. Pero siempre está. Y está para discutir contigo, para decirte que qué clase de anticapitalista eres tú, para sorprenderte contándote que ella ya ha estado allí, y que estuvo cuando la cosa estaba mala, que estuvo no de vacaciones, que estuvo porque se lo creía. Estuvo y lo cuenta y te lo cuenta y todo el mundo lo sabe. Es mucha Marifé. Marifé acompañándonos a pegar carteles, a hacer de apoderada, presente en todos los actos posibles, siempre dispuesta a aparecer y a comentar la jugada. Cómo no vamos a desayunar con la Marifé, qué nos tiene que contar, qué ha escuchado en la radio, quién la ha puesto ya de mal humor. A la Marifé la conoce todo el mundo. Si pasaba con la Loli, más con Marifé. Porque Marifé es de los nuestros, claro, pero Marifé es de todos y con todos y con todas habla y se para y discute y se ríe y todo el mundo la conoce ya lo hemos dicho, pero es que algo más importante, ella conoce a todo el mundo. Estas dos últimas campañas electorales han sido diferentes. No podemos decir otra cosa. Hemos notado que nos ha faltado un poco de Marifé. Sé que decir esto, cuando lo lea, la obligará a decirse, tengo que estar. Espero que sea así. Estamos esperando a la Marifé. No es lo mismo nada sin ella, porque una organización no son solo los buenos propósitos que defiende, las buenas ideas, el cariño por algo abstracto, la ecología, el socialismo, la revolución. Una organización es saber que la Marifé es un elemento que une, como muchos otros, pero es esta gente la que le da sentido a pegarse tanta gente tantas horas pensando y repensando cómo y porqué. Pues porque la gente como la Marifé está. Y si no estuvieran, y cuando no estén, nos vamos a tener que retorcer mucho para sacar todo esto adelante. No nosotros, todos y todas. La biografía de la Marifé recorre todo el gran arco de luchas laborales y vecinales de nuestra ciudad. Recorre también ese espíritu solidario que esta ciudad, Santa Coloma de Gramenet, exportó durante décadas por todo el mundo. Recorre la implicación de tanta gente por mejorar la ciudad y no conformarse con lo que nos dicen que ya está. La Marifé siempre está. Y la estamos esperando. 

viernes, 26 de julio de 2024

Crónica de un viaje. Indestructible.


Hay quien duda, y con razón, de la existencia de Dios. Cada día vemos injusticias, genocidios, atrocidades, en las que la intervención divina para remediarlas o su intervención reparadora, se esperan, se imploran, se rezan, pero no aparecen. Dios no parece estar para las grandes cosas o quizás su plan sea otro y esto que nos pasa no representa más que una porción escasísima de lo que pasa y todo obedece a un plan. Vete tú a saber. Pero Dios está. Existir o no existir, no lo sé, Pero que está y que de vez en cuando, muy de vez en cuando, interviene para recordarte que lo que tú consideras libre albedrío, casualidad, suerte, son paparruchas y que es Él el que decide. Dios es quien decide mi suerte, dice la canción de Caetano. Todo comienza en una visita a la gasolinera de Vilches, en la carretera de Almería, esta Semana Santa. Nuestro coche presenta un aspecto exterior que delata que ha estado en manos de personal con una conducción digamos que poco escrupulosa. Así, el muchacho que echaba la gasolina, el gasolinero, mirando el coche y sus múltiples desperfectos comentó que 'iba a dejar el coche redondo'. Le expliqué que bueno, que el coche ya venía así y que aunque su aspecto exterior denunciase una cosa, por dentro funcionaba como un reloj. Y aquí el gasolinero sentenció: es que estos coches tienen motor Renault y, mirándoles nada más que el aceite, son indestructibles. INDESTRUCTIBLES. Escuchar esta definición me hinchó el pecho de un orgullo fuera de toda norma. Indestructibles. Así, en cuanto volví a casa, se lo comenté a Alba. Indestructible. Y así se lo fui comentando a todo aquel con el que he conversado sobre coches en estos últimos meses. De tal manera que, cuando hace una semana aproximadamente se me ocurrió bajar a las fiestas de Santiago Apóstol en el barrio de la Estación, mi barrio vilcheño, lo hacía confiado en que el pequeño Dacia, estaba atravesando un momento dulce. De tal manera que, en una conversación con amigos y amigas el pasado domingo sobre posibles compras de coche y marcas, volví a referir la anécdota de la gasolinera. Indestructible. Como dato para el futuro de este relato y que define que Dios está ahí, pendientillo, diré que surgió la marca MG como una marca barata, china, pero de calidad. Pues bien. Como quiera que justo al volver de Semana Santa hice la pertinente revisión y cambios diversos, pasé la ITV también la semana pasada y todo estaba en orden, el miércoles salí de viaje, junto a mi señora madre, hacia Vilches. Partimos a las siete de la mañana. Todo parece transcurrir con cierta normalidad, mucho tráfico de malditos camiones, no acabamos de enganchar el tema de la radio y los podcast y cuando estamos llegando a Tarragona se enciende la luz de la batería. ¿Por qué? En nuestra casa, el sistema Molina de reparación de cosas o de solución de imprevistos siempre ha confiado en 'espera a ver si se va solo', y así procedí. Paré en un área de servicio, el coche arrancaba pero la luz no se iba. Seguimos avanzando y cerca de Castellón comienzan a encenderse otras luces. En ese momento, si mis nervios estaban ya un tanto alterados, todo se me vino encima. Luces, luces, luces y al final, todo se apaga. No pasa nada, decía mi madre, mientras funcione el freno. Funcionaba. El coche deja de acelerar y va disminuyendo la velocidad hasta que nos quedamos aparcados en una milagrosa salida de emergencia. Casi llegando a Sagunto, donde hay un área de servicio que yo pretendía que fuera nuestro espacio salvador. Pero no. Dios quería enseñarnos algo. Llamada al seguro y peripecia con la grúa que si viene o no, que claro que viene y el gruísta es un tipo espectacular que nada más abrir el capó ya señala el problema. El alternador. Son las diez de la mañana. El sol ya cae a plomo. Mi madre y yo allí a pleno sol. Todo al azar. El gruísta decide salvarnos la vida y no dejarnos allí esperando un taxi, nos lleva a una base, su base y allí esperamos. El coche se quedará allá, nosotros ya veremos qué pasa. Al final nos ponen un coche de sustitución para acabar el viaje a Vilches. Los que tenemos casa en Andalucía o en otras partes, sabemos que esa casa se convierte en un contenedor de cosas de todo tipo que 'bajamos al pueblo'. En este caso, una televisión de tamaño mediano grande que sobraba en otro domicilio. La bajamos al pueblo. Atarrear con la televisión en la autopista, en la base, cargarla en el taxi, descargarla a doscientos mil grados kelvin que pegaban en Valencia, volverla a cargar en el coche de sustitución. Y mi santa madre viviendo todo aquello como 'otra experiencia más'. Y yo no quiero pasar más ruina, como dice el Cooper. Y aquí es cuando Dios demostró que está, existe y tiene sus momentos. El coche era un MG. Quienes me conocen saben que no soy la persona más hábil del mundo. Conducir un coche que no es mío, con los nervios, qué puede pasar. Supimos salir de Valencia. Supimos llegar a Vilches a las ocho y algo de la tarde. Durante todo el viaje no supimos escuchar ningún programa de radio más de cinco minutos. Zumbidos, interferencias, pérdidas de sintonía. Y tan solo al final, cuando ya cogemos la carretera de La Carolina a Vilches, aparece Radio 3 y en Radio 3 El Sótano y en El Sótano un concierto de la Velvet Underground del 69. Y una soberbia versión, precisamente, de I'm Waiting for the man. Es que todo tiene un sentido y un qué. El pequeño Dacia, indestructible, está en Sagunto todavía. Nada ha acabado. Ahora, a mostrar humildad, temeroso de Dios y bendito sea la virgen.   

martes, 23 de julio de 2024

Un año que parecen mal


Hace un año, justamente, un 23 de julio, pusimos todas nuestras esperanzas, la ilusión política que nos quedaba, en torno a la figura de Yolanda Díaz. Contra viento y La Base, se consiguió armar un artefacto en principio electoral que aglutinaba a la práctica totalidad de la izquierda a la izquierda del PSOE, sin contar naturalmente con las propuestas nacionalistas que vieron inmediatamente (ya lo habían visto y habían trabajado contra ello) que aquello no podía prosperar. El artefacto electoral, Sumar, conseguía unos resultados que solo un mes antes, en las municipales, parecían imposibles. La campaña electoral nos demostraba que Yolanda Díaz generaba algo que no se había conseguido en años. No era un seguimiento cuasi religioso como el que despertó Pablo Iglesias, era otra cosa. Para armar el artefacto se tuvo que dejar a un lado lo que resultaba pernicioso y se había contrastado que trabajaba en contra, claro. Por ahora, a esa gente no parecía que hubiera nadie que les volviera a dar cancha. Se montaron su plataforma, mostraron su rencor, preparaban la puñalada. Finalmente, ante la amenaza de que PP y VOX repitiesen en el gobierno central lo que ya estaban perpetrando en autonomías y gobiernos municipales, se movilizó un voto redentor que consiguió salvar el tiro. A partir de ahí, de la misma manera que nos dijeron que Yolanda Díaz era la esperanza, desde el día siguiente se comenzó a trabajar para rebajar la efervescencia de Díaz, de Sumar, y nosotros mismos nos hemos acabado creyendo lo que nos dicen. La izquierda a la izquierda, tan crítica y tan formada, pero cae en los errores del seguidismo de lo que nos quieren hacer llegar. Si antes molaba, nos molaba, si ahora no mola, no nos mola. Y todo lo demás lo olvidamos. Y nos enredamos en buscar de nuevo la ilusión, en rincón en el que sentirnos cómodos, el espacio de confort, y el mensaje que nos asegura estar de acuerdo con nuestro grupúsculo. Ya no funciona. Hay que ir a otra cosa. Esa otra cosa huele igual de antigua que el after shave Floïd que con buen criterio me he empezado a aplicar. Antigua, nostálgica, agradable. Hemos convenido en que ya está y que quienes hace un año estaban muertos ahora marcan el ritmo, vuelven a parecer más agresivos, más despiertos, y de esta manera aparecen de nuevo en esos medios que antes ellos decían, decían, que no les querían porque eran. Y no son. Así que un año después de la victoria electoral, de haber salvado no los muebles, sino al país, nos encontramos queriendo cumplir la profecía. No funciona, no vale, hay que volver a empezar. Nuestro propio ejemplo no vale, queremos el ejemplo francés, el ejemplo... no hay más. Y mientras, resurgen las victorias socialdemócratas porque es eso o no es nada. Y nosotros, un año después, con todo por hacer. Gobernando y sin hacer ruido, y con esa sensación de que el tiro ya está dado. Yo, al menos, creo que no debería ser  así, que no puede ser así. Y ya está. 

Crónica del #PleGramenet de julio. Constancia


Nos prometieron una cosa y nos hemos encontrado con otra. Hace un año o un poco más parecía que la cosa iba a ser otra y se ha conformado una especie de absoluta nada que yo que sé. Hacer la crónica del pleno de ayer es bien sencillo y pasa por la confirmación de que todo este año ha servido para poco. No hemos visto, no le hemos visto, no se ha visto, durante todo el año una oposición al Equipo de Gobierno. Lo paradójico es que tampoco se ha visto complicidad con el Equipo de Gobierno. Básicamente durante un año hemos visto cómo el Equipo de Gobierno iba haciendo mientras que los diferentes grupos de la oposición se intentan resituar en un escenario en el que la mayoría aplastante se convierte de nuevo en sordina autoimpuesta para cualquier iniciativa política. Hablamos de política y la política brilla por su ausencia. Mientras el Equipo de Gobierno aprieta el acelerador en la puesta en marcha de una manera de entender la ciudad en la que todo pase por la mayoría absoluta vigente y su ley impuesta, hay quien quiere ponerse de perfil, hay quien quiere aparecer como parte de algo que no es, hay quien ha decidido convertir la política colomense en un lodazal. Pero no, porque ni siquiera les alcanza para hacer política y lo que se hace es estética. Declaraciones, previas, gestos... si en años anteriores teníamos la política de camiseta ahora es la política de camiseta inversa la que impera. El regidor de Vox con la camiseta de la selección española, una selección española denostada precisamente por esa misma extrema derecha que piensan ahora en apropiarse de manera carvajalesca. Las menciones a las pantallas como indicador de la máxima tensión, preguntas sobre cosas que se entiende que tienen una respuesta obvia, reflexiones de cara al propio público para demostrar que se está vivo, pero sin demasiada cosa que ofrecer. El pleno de ayer, nuevamente en tiempo récord, nos demuestra que hay poco que decir respecto a lo que pasa. Que sea la derecha quien haga mención a la Fira d'Entitats, es reseñable. Que pasen los plenos y no se hable de Entenem. Que se ofrezca ese perfil tan bajo, amable, que en las fotos parezca que ha venido el papa Benedicto XVI a visitarnos, no era lo que se nos había prometido. El marcador de cuál es el peor Grupo Municipal de la historia de la democracia. El más inútil. Y mientras tanto, el Equipo de Gobierno deja el terreno preparado para el aterrizaje de quien haya que suceder a la alcaldesa al frente del consistorio una vez se consume la formación de un nuevo Govern de la Generalitat. Una sucesión sobre la que se rumorea, se especula, se comenta, pero que no se acaba de concretar. Cuando llegue, nos encontraremos que no sabremos que hacer. Y mientras tanto,  en la calle hace calor, por la noches parece que quiere refrescar y al menos sabemos que tenemos por delante un mes de agosto para refrescar y para seguir avanzando. O por lo menos resistir. Resistir, esa épica que no conduce a nada más que a eso, que se tenga en cuenta que estamos aquí. Gracias. 

lunes, 22 de julio de 2024

Capítulo IX - Vorkutá


Este es básicamente un capítulo clásico de citas, encuentros y desencuentros. Le llamé, me dijo que iba a venir y no llegó. Luego resultó que se había confundido. Cuando quisimos volver a quedar estaba incomunicado. Me llamaron de otro sitio y me fui.

viernes, 19 de julio de 2024

Rearme nuclear


Claro que lo podía haber hecho de otra manera, pero Carmencita mía, en esos momentos yo no era persona. Te llaman y te dicen que tal y tú en ese momento no valoras nada ni piensas nada, simplemente te quedas como a un conejo al que le dan las largas y no sabes qué decir. Así que fue después cuando empecé a entender lo que estaba pasando. Llamé a Rosario y ella me puso las pilas. Me dijo qué documentos tenía que presentar y adónde tenía que ir. Ya sabes que me cuesta mucho, pero Rosario es mucha Rosario y al final las cosas han salido adelante. Ahora las cosas son de otra manera, ahora ya sé valerme por mi mismo, pero entonces yo que sé. También te digo, estoy esperando que me llamaras y me preguntaras, porque ahora es muy fácil interesarse y decirme cosas, pero entonces es que no te vi el pelo. Que no me importa, porque no me importa, pero oye, esa chinita me la guardo. Bueno, vamos. 

miércoles, 17 de julio de 2024

Capítulo III - Montes Apalaches


No sabía como subir hasta allí y tuve que pedirle a un lugareño que me acompañase. Will Humpton se llamaba. No hace falta entrar en detalles para saber que era un producto genuino de aquellas tierras. Conocía algún que otro atajo que me permitió llegar sin problemas a la cabaña donde vivía el viejo Fenton. Cuando llegamos, Fenton estaba intentando de alguna manera encender una especie de caldera que tenía en el exterior de una cabaña que parecía caerse a pedazos pero que sorprendentemente tenía algo de acogedor en su interior. Fenton nos miró, preguntó quiénes éramos, reconoció a Humpton y no me estrechó la mano. Pasamos al salón de la cabaña, que no era especialmente grande ni había porqué llamarlo salón. Hice unas cuantas preguntas y Fenton me contestó de manera esquiva, sin querer proporcionar ningún dato relevante. Pero no me hizo falta. Cuando iniciábamos el camino de regreso, Humpton me dijo que Fenton era buena gente pero que vivir allí aislado te cambiaba el carácter. Supongo, le dije. 

lunes, 15 de julio de 2024

Identidad, cultura y gol.


Finalmente, en el minuto ochenta y muchos, Oyarzabal recogía un centro a rastroveja de Cucurella y a un toque marcaba el dos a uno. La final de la Euro ya estaba en el saco y la selección Española se iba a proclamar campeona de Europa. La gente de los bloques de alrededor gritaba y celebraba. Se escuchaban los cohetes. Mirar Twitter era un festival. Te encontrabas un poco de todo, pero primaban las cuentas que sigo y que estaban pletóricas porque esta selección, compuesta por jugadores que han puesto sobre la mesa (de manera involuntaria, creo) que este país ya no es lo que tenemos en la cabeza y que nada es como antes y que ese antes aún nos pesa tanto que vemos una bandera nacional y pensamos que es la bandera nacional y cuesta, pero eso está en nuestra cabeza y venga a darle vueltas a lo mismo. Twitter no es la vida. En Twitter te puedes encontrar a personas que se autodefinen de izquierdas (pero vamos) decir que esta no es su selección y que a ellos les representa una selección que refleje su identidad y su cultura. Y yo ya cada vez que escucho o leo lo de la identidad, me tapo la nariz, porque huele. Identidad y cultura. De dónde. Creo que se quieren referir a la catalana. El alcalde de Girona dice que no da el partido en pantalla gigante porque no juega nadie de su país, ojo, y porque esa selección no es la que representa a la mayoría de la gente de Girona. Porque sí. Son tantas cosas que se siguen diciendo como si viviéramos en otro mundo mientras otro mundo pasa por debajo de nosotros y no nos queremos dar cuenta. O que simplemente se nos ve el cartón. Un cartón feo que esconde eso de que soy de izquierdas porque no soy español. Y todo el mundo es un salvaje y hace ruido y no pienso bajar a la calle, porque está lleno de gente con camisetas de la selección. Y es la misma clase trabajadora a la que quieres referenciar o representar o salvar. Se hacen tantas cosas y se dicen tantas cosas. Dicen que va a ir Carlos Alcaraz, que también ganó Wimbledon. Tiene pinta de que lo llevan porque esta selección no parece representar esa españolidad madrileña que necesita su referente para poder identificarse. Identificarse con la identidad. Leo a una twittera de izquierdas que no eres tú que dice que los progres resignificamos bla bla bla. Lees su timeline y te acabas encontrando con el típico tweet PutaEspanya. Los progres somos nosotros. Gente que tiene un marco mental de cuando yo tenía catorce años nos llama progres. Identidad, nuestra identidad. Once chavales jugando a fútbol, donde nos encontramos desde los descendientes de migrantes, a los franceses renacionalizados, a vascos formando el grueso de la selección, a dos chavales de Los Palacios, Sevilla, hasta llegar al facha de Carvajal pasando por Morata y sus tribulaciones y su confesión de que, efectivamente, no ha estado bien y ha necesitado ayuda. Pero bueno. Qué más da. Si ya les costó lo de la selección femenina, que ni por esas, cómo les va a doler esto. Que también nos complicamos la vida, no eres mejor persona por haberte apuntado al carro de la selección, ni eres peor persona por querer que pierda España. Lo que molesta, como todo, es el tono. 

jueves, 11 de julio de 2024

Furia española


Una vez más y para que quede claro, el entusiasmo por la selección española de fútbol masculino jamás me ha acompañado. Dicho esto, aclaremos varias cosas. Esta Eurocopa está evidenciando que eso que llamamos España y eso que llamamos la gente, es algo que debemos acostumbrarnos a valorar de otra manera. Si han sido las derechas las que se han apropiado de las ideas de patria y nación y lo que es y lo que se debe ser por estos lares, la presencia simbólica de dos españoles que no se corresponden con lo que antes veíamos por la calle y encarnaban los valores fundamentales de patatín y patatán, parece haber hecho saltar por los aires las costuras y los puntos del facherío. Dos españoles, (no, me diréis, que Lamine Yamal es catalán y Nico Williams es navarro), dos personas nacidas en el territorio que sale en al mapita que viene impreso en el DNI, se convierten en la imagen de la selección española de fútbol, el recinto sagrado de las esencias patrias. Pero que no son como Don Pelayo, Fernando Hierro o Blas de Lezo. Y hay problemas. Porque no son Catanha, Pernía, Pizzi, Senna u otros jugadores que adquirieron la nacionalidad para jugar con la selección, no, aquí hablamos de dos personas nacidas aquí y que son tan de aquí como la Mahou caliente. Y discúlpenme los compol o los loquesea si en este punto me pongo excesivamente explícito. Efectivamente, en el caso de Lamine Yamal, reivindicar su procedencia de barrio de esos barrios que los fachas de Vox y los fachas de la Orriols, y considerar que sí, que hay que explicitar una identificación con el chaval, es necesario. Porque del otro lado no se andan con ostias. Así que hacer lo que sea para plantar delante de su cara de facha la imagen de Lamine o del athleticzale Williams, es un acto, simbólico como casi todo ya, de antifascismo. Y sí, es simbólico en tanto en cuanto sigue habiendo un racismo institucional en cada paso que damos. Y sí, mientras ponemos pantallas gigantes para aprovechar el tirón popular y juvenil sobre todo, ponemos trabas para el empadronamiento y para mil cosas a esa gente que, luego vitoreamos cuando 'hacen las cosas bien'. Es lamentable, sí. Pero no por eso creo que debamos señalar que, esa gente, es también nuestra gente. Somos nosotros. 
Pantallas gigantes. Los ayuntamientos de signo diverso están anunciando o ya han colocado pantallas gignates para seguir las semifinales o la final. Esto, hace unos cuantos años, se podría ver como oh, en estas tierras, como una provocación españolista tendente a... pero viendo el seguimiento popular y diverso de esta selección y lo que está consiguiendo generar, parece que le da en los morros a quienes lo ven todo como un ataque a su esencia. Precisamente en estos días en los que el mensaje racista, xenófobo, excluyente, parece desatar una ofensiva gigantesca, hay quien le ve fisuras al tema de que la gente se identifique ya no tanto con una bandera o con un país, sino con unos jugadores que juegan bien y que son como sus colegas del insti, compañeros de trabajo, etc. Como ellos. También nos molesta. Nos molesta ver que la gente, nuestra gente, nuestros vecinos, se entusiasman con la selección española porque, caramba, hay cosas que se escapan de nuestra cabecita cuadrada. Cuando vemos vídeos en los que una fuerza política de izquierdas dice que el mayor peligro del turismo masivo es la españolización, cuando la fuerza indepe de derechas a la que todos deben rendir pleitesía porque el objetivo nacional prima sobre el de clase, como es Junts, se niega a que vengan más inmigrantes, cuando tenemos a la Orriols lanzando vídeos de mierda, cuando la identidad parece querer excluir o bien pretender la asimilación a algo establecido de antemano como 'lo catalán' o 'lo español', resulta que por abajo algo se mueve y lo descoloca todo. Y tenemos a gente siguiendo y tifando por la selección que jamás lo hubiera pensado. Y en Pamplona colocarán pantalla gigante. Y en tantos sitios. Y si no se entiende, pues habrá que comenzar a ver mundo. Verlo y sentirlo. Y si no te gusta lo que ves a tu alrededor y no lo entiendes, pues al rincón. Tan a gusto. 

miércoles, 10 de julio de 2024

Crónica del concierto de Cat Power cantando a Bob Dylan en Barcelona. No hay tributo.


La verdad es que si quieren una crónica y crítica buena de verdad, lean la de Nando Cruz. Buena parte de lo que leerán aquí ya está escrito allí y ha sido un error leerla antes, pero ya no lo puedo remediar. Hace unos meses, el algoritmo de Instagram me dijo que Cat Power venía a Barcelona en Julio para interpretar el mítico concierto de Bob Dylan de 1966 en Londres durante la gira que éste hizo una vez que consumó su transición hacia el folk rock. Si habéis visto el documental No Direction Home de Martin Scorsese, este concierto o esta gira, es fundamental en la carrera de Bob Dylan. Digamos que es el momento en el que Dylan deja de ser el Dylan que tenemos en la cabeza para ser Dylan. Y durante toda la gira los fans de ese Dylan que tenían en la cabeza no dejaron de reprocharle que cambiase. Que se hiciese 'un rockero'. Ese concierto es el que Cat Power ha grabado de nuevo en disco y, lo que podía ser un simple 'tributo' a Dylan, cantando sus canciones, no lo es. Porque Cat Power no parece, ni lo ha parecido nunca, que sea una artista que se limite a calcar las canciones. Y eso hacía irresistible el concierto. Porque yo no he ido nunca a un concierto de Cat Power antes, pero me habían contado. Y conozco un poco su trayectoria, un poco nada más de su vida, y sí que hay dos o tres canciones suyas que me gustan bastante, algunas ni sabía que eran suyas y ella ya había hecho aproximaciones a cancioneros ajenos. Discos de versiones. El vídeo de su interpretación de Satisfaction en el Primavera Sound de hace mil años lo he visto mil veces. Nada podía ser más interesante que Cat Powe cantando esas canciones. Porque no las iba a copiar, eso seguro. Le había echado un vistazo al disco en sí y ya en la primera escucha me di cuenta de que ese disco no hacía justicia. Había que esperar al concierto. Porque la grabación original de Dylan es mucho. Más allá de la parte acústica, la parte eléctrica estaba interpretada con una mala leche que le acercaba a lo que para mi pobre cabecita sería el punk. Una mala hostia que flipas. Desde el inicio con Tell me, momma pasando por una de las canciones que más me han gustado de siempre, la de Baby let me follow you down, toda esa parte era bestial. En el documental, una vez que casi acabando el concierto le llaman Judas desde el público, se gira a la banda  les dice antes de comenzar a cantar Like a Rolling Stone 'esta a toda castaña'. El concierto de ayer claro que iba de otra cosa. Iba de ver a Cat Power cantando a Dylan. Y desde el principio fue entrar en otra cosa. Ya no era eso de ver a Chan Marshall cantando las canciones de su ídolo, era ver a alguien viviendo las canciones que estaba cantando como si las hubieran escrito para ella. Ya es ella suficientemente expresiva como para encima ponerse a cantar canciones que te meten en un bucle. Bucles como Visions of Johanna ayer por la noche en el Poble Espanyol del que no querías salir. La primera parte, la acústica, fue una barbaridad. Y es difícil que se mantenga el tema arriba todo el rato como sucedió ayer, únicamente con una guitarra y armónica. Pero no podías quitar la vista a cómo ella y cómo su voz se hacían con todo. Literalmente era como entrar en trance. Desolation row y el final con Mr Tambourine Man eran eso que uno se imagina que tuvo que ser escuchar a Dylan en su momento. El momento eléctrico por su parte aunque no fuera tan agresivo como el de Dylan, también estuvo muy bien y pude escuchar en vivo esas canciones de esa manera e interpretadas no como un tributo, sino como la interpretación de alguien que va más allá de Dylan. O más acá. Da igual. No era un concurso de imitaciones. Era Cat Power y todo lo que Cat Power significa haciendo eso. Y fue genial. Y cuando al final, con todo el mundo ya de pie, cantaba Like A Rolling Stone y se señalaba a ella misma cuando decía 'like a complete unknown', entendías de que iba. No había tributo, era otra cosa. Al despedirse Cat Power levantó el puño y dijo 'Fight the power'. Me imagino a Dylan sonriendo. Pero no sabría decir por qué. 

martes, 9 de julio de 2024

La invasión de América - Antonio Espino


Mi hermano y yo compartimos la afición por la Historia. De hecho, él está estudiando Historia. Y como sabe que me gusta, me regala cosas que tienen que ver con. Y así, por mi último cumpleaños, me ha regalado dos libros, éste y otro también del mismo autor sobre los llamados conquistadores de América. Bien. Este libro es una auténtica salvajada, un ejercicio detallado de cómo se conquistó un continente sin edulcorantes de ningún tipo y que es más que necesario en tiempos como los que vivimos en los que las ideas reaccionarias, patrioteras, claramente neofranquistas, respecto a nuestro pasado histórico, parecen revivir gracias al auge de una extrema derecha que comienza no solo a controlar un cierto discurso sino a hacerlo oficial gracias a su presencia en los gobiernos municipales y autonómicos de la mano de la derecha del PP. Porque el libro ya desde su prólogo nos viene a señalar que si desde siempre la historia de la conquista ha sido un tema sobre el que se ha tenido una mirada bastante dulcificada y que ha sido la propia voz americana o voces foráneas las que han conseguido imponer la visión de la conquista como una barbaridad y un genocidio, hoy existe una nueva oleada de loas a la hispanidad y esas mierdas como por ejemplo son las películas documentales de López Linares o ciertas obras históricas. Así que Antonio Espino decide contar, basándose ojo en las propias palabras de los cronistas y protagonistas mismos de esas pretendidas hazañas heroicas, qué fue realmente lo que sucedió y cómo hay que calificarlo. Ni entendiendo la época, ni las circunstancias, ni lo que es una guerra, ni justificando cosas tan preciosas como el pretendido mestizaje que esconde las violaciones en masa, ni la pretendida riqueza cultural que surge del intercambio... a base de matanzas, masacres, muertes, terror. Porque lo que nos cuenta este libro es una historia de terror. No entraré en detalles que, quienes me han escuchado hablar estas últimas semanas ya he abundado en el tema, pero de lo que se trató desde que Cristóbal Colón puso el primer pie en aquel lugar, fue de robar, atracar, masacrar, aterrorizar, matar y extraer todo el beneficio posible de una tierra y unas gentes. Aterrorizar, masacrar, explotar. Sin más. Lógicamente ante esos desmanes tan tremendos, surgieron voces in situ que pusieron el grito en el cielo, e incluso se promovieron leyes que pretendían parar aquellas masacres. Lo que nos indica, esas mismas leyes, que las masacres, la barbaridad, el terror, existió, por la voluntad de querer pararlas. El libro, aunque parece grueso, en realidad no lo es tanto, porque esas páginas no son capaces de recoger todo lo que allí sucedió. Y lo que provocó. Y lo que provoca hoy día cruzarte con gente descendiente de aquellos a los que fuimos a masacrar y sorprenderte de que puedan vivir, de que se pueda vivir con ese peso encima, con ese miedo. No hay héroes, no hay heroicidad, no hay leyenda de conquista de unos pocos valientes sobre una masa, hay utilización de rivalidades, de crueldad, de oportunismo, de codicia. El propio autor en alguna entrevista he visto que decía que todo esto no es más que la historia de la codicia. Y por codicia se puede hacer de todo. Y de todo es de lo que se habla y se recoge en este libro. La parte final del libro recoge experiencias de resistencia, que no de victorias, de los invadidos, pero incluso estas historias vienen a decirnos que el principal aliento para la resistencia era la contina masacre y crueldad. No hay perdón. Como decía la canción de los Fabulosos Cadillacs, no hay nada que festejar. 

lunes, 8 de julio de 2024

Vive le Nouveau Front Populaire!


Y de paso Vive le France, que parece que nos cuesta decir las cosas. Las cosas han ido justas, pero han ido. Y han ido porque finalmente los franceses o al menos una mayoría de ellos, han sido conscientes de lo que estaba en juego. El descontento, la desinformación, las campañas mediáticas, el miedo, el miedo, el dinero, el miedo, jugar con los sentimientos y el miedo, el miedo en definitiva y que hay más gente de derechas que el palo de la bandera, o el grifo del agua fría o la Divina Pastora, que también. Todo eso no ha podido con la sensación de que se estaban jugando de verdad el presente y el futuro de su país y dejarlo en manos de cafres. Ahora, los análisis se centran en decir que Melenchon no es de fiar, que es un cafre, que no puede ser. Ahora, los análisis se centran en decir que todo es ingobernable, que es necesario centrarse y no caer en la demagogia y el populismo, que es necesario no dejarse llevar por la euforia izquierdista y que las cosas son al final como son. Es decir, que es necesario malbaratar esta victoria una vez más y que todo se quede a las puertas de, de esperar a que nos asesten el golpe final, a desanimarnos del todo y que todo sea tan fatal. También claro, no falta el que piensa que esta victoria del Nouveau Front Populaire no es tan de izquierdas... esto ya lo habíamos aclarado hace unos días y no merece la pena abundar en el tema. El caso es que este Frente Popular construido ante la emergencia, entre Comunistas, Socialistas, Ecologistas e Insumisos, ha conseguido aglutinar y movilizar a todo un voto que dividido podría resultar muy digno y muy conmovedor pero absolutamente inútil para ponerle freno, ni que sea momentáneo, a la extrema derecha. Y no, no estoy diciendo que eso aquí haya que mimetizarlo, porque aquí hemos tenido la oportunidad de construir algo diferente, pero similar, y lo estamos echando a perder. Ahora son muchos los que dicen que fíjate que bien qué soplo de aire fresco, que bien los franceses, pero durante esta semana y la anterior han estado callados sin mostrar apoyo a lo que podría ser pero no, no vaya a ser que. Por ejemplo, dónde están los tweets de apoyo de parte de esa izquierda nacionalista que, uy, no quiere que le digan que ajá eres española porque los socialistas... los comunistas... etc. No están. Así como EH Bildu sigue dando lecciones a la izquierda nacionalista nostrada, aquí seguimos estando bajo el influjo de que no se nos enfade Lluís Llach. En fin. Se ha salvado una buena bala y ahora tocará seguir haciendo frente aquí a quien nos quiere llevar por el mismo camino, por el mismo derrotero. Para empezar, no estaría mal montar un gobierno de izquierdas en Catalunya. Por ejemplo. Aunque se enfade Lluís Llach. Que es muy bonito estar contento, pero trabajar para estarlo, más. 

viernes, 5 de julio de 2024

Years and Years - Russel T. Davies


Los ingleses son idiotas. Porque vamos a ver, cómo puede ser que sean tan gilipollas como para acabar votando a una demente como la que sale en la serie, que únicamente dice idioteces, que solo dice mentiras, que les va a conducir a una dictadura y ellos la apoyan porque les resulta cercana o les gusta que diga esas cosas que parecen tan auténticas y no es una política aburrida como los demás. Es que los ingleses deben ser idiotas. Years and Years es una serie británica que nos habla de cómo una familia vive y convive con el progesivo ascenso al poder de una política admirablemente interpretada por Emma Thompson que, de ser un simple payaso de feria, un artefacto para meter caña en la tele, acaba convirtiéndose en Primera Ministra sin que nadie, aparentemente, sepa cómo ha sido y qué ha pasado. Aunque todos la hayan votado. Una serie de 2019 que nos relata un futuro distópico que es tan distópico y tan extraño que ya lo tenemos delante. En Francia estamos a punto de ver cómo todo eso que se cuenta, puede pasar. Y afortunadamente, en Inglaterra, en el Reino Unido, acaban de esquivar esa bala que no de manera tan basta, estaban a punto de consumir. La derrota conservadora, después de que los conservadores se hubieran despeñado por el barranco del populismo de derechas más idiota, parece poner fin a un periodo histórico en el que el Reino Unido ha puesto patas arriba su propio sistema y el de los demás países europeos, sin ser tan brutal como lo que nos cuentan en la serie, pero con un cierto tufillo. Una familia digamos medio bien, con todos sus miembros más o menos bien colocaditos, sin apuros, va enfrentándose a cómo el sistema cambia, y cambia porque ellos mismos lo eligen así, y se van situando cada vez en situaciones más extremas porque aquello de que 'a mi no me va a pasar', te pasa. La serie está muy bien, es entretenida aunque el final sea un poco una flipada demasiado bonito para ser verdad. Pero bueno, si han sido capaces de quitarse a los conservadores de encima después de catorce años haciendo el ridículo, igual también podrían hacer lo que hemos visto que pasa en la serie. ¿Hemos dicho ya que brutal Emma Thompson? 

jueves, 4 de julio de 2024

Todos son fascistas


Estoy un poco mosca con esto porque pareciera que estamos deseando que pase. Que pase o pensar que está ya pasando y así confirmar lo que nos mantiene firmes e incólumes y, sobre todo, sin posibilidad alguna de ser parte de algo más amplio. Podemos, perdón, podemos estar tranquilos porque no nos hace falta ya ninguna movilización conjunta, popular, unitaria, ya que lo que tenemos aquí ya es lo que nos dicen que va a pasar y está pasando fuera. No nos hace falta tenerle miedo a la extrema derecha porque ya estamos gobernados por fascistas. Jueces, medios de comunicación, patronales y, naturalmente, también los socialistas son ya como los fascistas. Por lo tanto no nos hace falta contaminarnos, pensar cuál es el problema al que nos enfrentamos ya que el problema ya lo tenemos aquí y no nos hace falta sino denunciar a quien sea lo suficientemente pardillo para pensar que hay algo que defender. Da igual si va a ganar un candidato laborista en el Reino Unido y va a acabar con  un gobierno conservador que lleva catorce años pasando del ridículo al bochorno al populismo y a alterar la vida de un país a peor, da igual porque ya sabemos que el candidato laborista no hará una política económica auténticamente socialista. Real. Da igual si el Frente Popular francés es la única alternativa a la barbarie de la extrema derecha, porque uno de sus líderes es hijo de Glucksmann y además apoyan a Ucrania. Putin apoya públicamente a Le Pen, pero en nuestras pequeñas cabezas, Putin sigue siendo enemigo de la Otan y claro, nosotros nacimos contra la Otan, ergo. Da igual que los partidos realmente fascistas estén creciendo en nuestras ciudades, lo importante es salvarnos de cualquier duda diciendo que menos nosotros, todos son ya fascistas, todos aplican ya políticas de extrema derecha. Menos en Girona, supongo. Hay quien dice que en algunos canales se daba por sentada la victoria del PP en las elecciones de hace un año y que eso sería beneficioso para una suerte de movilización 'ruidosa'. No hace falta sostener nada, mantener nada, garantizar lo que hay porque ya está perdido y antes que defender o construir, hay que denunciar y gritar. Vamos salvando tiros, vamos esquivando balas, pero hay quien quiere que la bala nos de, en el ensueño de que de ahí saldremos mejores. Saldremos a las calles, volveremos a las plazas, la mística de lo que pasó. Como si no existiera lo que está pasando, como si la cosa no fuera más que otra parte de esas series que vemos y que nos asustan y que nunca pasarán. No pasarán. 

miércoles, 3 de julio de 2024

El miedo que tengo


Siempre digo que me he acostumbrado pero no me acostumbro ni en broma. Me desacostumbra de golpe el miedo que tengo. No hacer mil cosas, no atreverte, no dejarte bigote, por ejemplo, no probar, no decirlo, porque tienes miedo, porque nada es seguro. Nada es seguro. Nada es cierto. Para ti, nada es absolutamente. El miedo que tengo hoy, no lo quieras saber. Es una canción de Astrud, de cuando Astrud eran más famosos que Hidrogenesse. El miedo que tengo. El miedo que tengo a que algo se salga de lo que es habitual, que me exija algo que yo no tengo, que se descubra que no lo tengo. Siempre digo que me he acostumbrado pero no me acostumbro ni en broma. El miedo que tengo. Miedo a que me acostumbre a tener miedo, como siempre, a dar vueltas en círculo, a no salir del bucle, a creerme que no ha pasado nada. Hay veces que pasa, sin embargo, que te encuentras en un momento en el que el miedo es, precisamente, a haber dado un paso adelante. Y hay veces que pasa que el miedo es algo que te entra cuando has dado un paso que no te esperabas. El miedo a darlo y el miedo por haberlo dado. No saber. Es peor si pienso, no me hagas pensar otra vez. Pensar en el miedo que da hacer, haber hecho algo, de lo que no sabes cómo vas a salir. Algo que estás deseando hacer y que no sabes por dónde te va a llevar. El miedo asoma un poco y se va, va a ser interesante cuando se decida de veras. El miedo por ahora está apareciendo de manera más o menos velada. Si lo pienso pasa, pero si hago como que no ha pasado, no tengo porqué tener miedo. Hay muchos días, el tiempo que falta para que el miedo aparezca de veras. Hay muchas cosas que hacer antes de que el miedo llegue. Pero ha habido momentos, hubo momentos, en los que el miedo a lo que iba a pasar, estando, siendo algo palpable, físico, no era freno para seguir. No había freno. Siempre digo que me he acostumbrado pero no me acostumbro ni en broma. No todo es tan inconsistente. Hay cosas ciertas. Nada tiene que ver. Y sin embargo, esa canción. Hay algo. No sé en qué momento esa canción conecta con algo que siento, que he sentido, que sabes que vas a volver a sentir. El miedo que tengo. ¿Cómo no tenerlo? ¿Cómo no tenerlo? 

lunes, 1 de julio de 2024

Una semana contra el horror. Una semana por el Frente Popular.


Para darnos cuenta dónde estamos en este bonito país, ayer por la noche Manu Pineda, quien fuera eurodiputado y candidato en las listas de Sumar que desgraciadamente no ha salido elegido, ponía un tweet que decía Proletarios del mundo uníos, último aviso y desgranaba motivos para empezar a actuar ante la victoria en la primera vuelta de las legislativas francesas de la extrema derecha. Pues bien, las respuestas a su llamamiento eran mayoritariamente, abrumadoramente, negativas y no por parte de la extrema derecha precisamente, sino por parte de una izquierda auténtica que afeaba el pronunciamiento a Manu Pineda, lo deslegitimaba y se llegaba a decir que 'este gobierno no es de izquierdas, así que...'. Aquí estamos. Mientras todo está ardiendo a nuestro alrededor y hay un incendio justo en la puerta al que se está intentando responder con un artefacto llamado Frente Popular que ha sido capaz de plantar cara, aquí estamos con la medida de la Kufia y analizando las comas sobre Ucrania, para destrozarlo todo. Y a todos. Llamamos a la reflexión, nos toca pensar, pero yo creo que ya no nos toca pensar sino que hay que actuar. Nos toca no enredarnos en pequeñas guerritas internas y tomas de posición interesadas sobre si somos o no somos, que llevan a generar esas pequeñas heridas que se van haciendo insalvables y ponerlo todo en el qué hacemos juntos, porque ya no nos queda otra oportunidad. Ya está. Si Francia cae, que esperemos que no caiga, qué nos queda. Qué queda de la Europa que más o menos parece que era garantía de algo que no se tenía en otros lugares del mundo. No quedará nada, porque parecerá que, entre los grandes países, se impone una visión de la política que da terror. Y ahora, con tu camiseta de nosequé, me dirás que total, esta ya es la Europa de los capitales, de los mercaderes y que ya votaste en contra de Maastricht y que nunca has confiado y que los socialistas y los fascistas son lo mismo porque la ley de extranjería y Puigdemont está exiliado y la represión y tantas cosas. Y yo ya me he cansado y no quiero escuchar más. De verdad, me he cansado. Porque no nos quedan más balas y cuando eso nos pase aquí, que en algún momento nos pasará, no nos quedará feria del vino, ni la Literal, ni el consumo ecológico, ni una votación trascendental, ni asamblea, ni asesoramiento, ni nada que nos salve. Y cuando veamos a nuestros hermanos y hermanas perder absolutamente los poquísimos derechos que tienen y cuando esos mismos derechos nos los quiten a nosotros, diremos o diréis que ahora es el momento de levantarse y luchar y Fermín Muguruza hará su gira para tenernos contentos. Y no servirá de nada, porque nada sirve de nada si no estás ahí legislando y gobernando. Y nos tendrán enfrente y enfrente nos quieren, no nos quieren en otra parte. Nos quieren en las calles, agitando, hablando de revolución, de cosas que ya fueron y no serán. Y querremos entonces tener herramientas que se las tendremos que comprar a ellos mismos. Y nuestras Adidas no servirán. Y nuestros zascas no servirán. Y nuestro horizonte y diagnóstico no servirá. Y solo nos queda una semana para convencer en la distancia a algunos millones de franceses más que hagan lo que nosotros, muy posiblemente, no sabremos hacer cuando nos llegue la hora. Porque el régimen del 78 y su puta madre. Y no me contéis milongas más. Viva el Nouveau Front Populaire.