miércoles, 17 de julio de 2024

Capítulo III - Montes Apalaches


No sabía como subir hasta allí y tuve que pedirle a un lugareño que me acompañase. Will Humpton se llamaba. No hace falta entrar en detalles para saber que era un producto genuino de aquellas tierras. Conocía algún que otro atajo que me permitió llegar sin problemas a la cabaña donde vivía el viejo Fenton. Cuando llegamos, Fenton estaba intentando de alguna manera encender una especie de caldera que tenía en el exterior de una cabaña que parecía caerse a pedazos pero que sorprendentemente tenía algo de acogedor en su interior. Fenton nos miró, preguntó quiénes éramos, reconoció a Humpton y no me estrechó la mano. Pasamos al salón de la cabaña, que no era especialmente grande ni había porqué llamarlo salón. Hice unas cuantas preguntas y Fenton me contestó de manera esquiva, sin querer proporcionar ningún dato relevante. Pero no me hizo falta. Cuando iniciábamos el camino de regreso, Humpton me dijo que Fenton era buena gente pero que vivir allí aislado te cambiaba el carácter. Supongo, le dije. 

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