martes, 26 de noviembre de 2024

Crónica del #PleGramenet de noviembre. La política


La política es fascinante. Es tan fascinante y tan atractiva y tan adictiva que no tiene lógica. La política es algo tan atrayente, tan estimulante, tan fatal y tan goloso que nunca aceptas que se pueda terminar. Dar un paso al lado, aceptar que ya no estás, que no eres, que tu tiempo ya ha pasado, que otros lo pueden hacer mejor, que no sirves, o que serviste una vez y que, vete a saber porqué, ya no es tu momento, o ese no es tu momento o este no es tu momento, aceptar eso, no es nada fácil. La política es fascinante y también es bonita y también es fatal. Es horrorosa y es triste. Y es lamentable y es oscura. Y atrae tanto a los elementos más sanos y sabios de nuestra sociedad como también atrae a los elementos más psicópatas y desquiciados de la misma. Así en un mismo espacio pueden convivir personas con un corazón de oro y personas capaces de hacer un daño inconmensurable. En un mismo recinto pueden estar discutiendo cosas quienes quieren mejorar el mundo y quienes quieren que el mundo no mejore para todos. En un mismo recinto pueden darse cosas espectaculares y momentos de vergüenza ajena. Cuando no, momentos de faltas de respeto a los derechos humanos, a la lógica, a la vida. Todo eso puede darse. Todo eso es tan estimulante que, por desgracia, muchos no saben o no sabemos que hay momentos en los que no se puede, y no pasa nada. El pleno municipal de ayer no tuvo que ver con esto y tuvo que ver con todo. El pundonor de un representante político que sabe que está haciendo un trabajo importante y que no lo puede dejar ahora. Las reivindicaciones de un colectivo profesional que quiere que se respeten sus derechos y que se manifiesta, se manifiesta, y se vuelve a manifestar sin apreciar que haya cambios sustanciales. Algún otro colectivo que quiere marcar el terreno y que lanza cánticos un tanto desconcertantes reivindicando el papel de una alcaldesa anterior respecto a esta. Meh. Las reivindicaciones que se paralizan cuando tienen lugar otras reivindicaciones pero que no se paran cuando se habla de otras cosas y que esto es utilizado luego por quienes apoyan al gobierno municipal para afear la conducta de. Y así todo el rato y así siempre y así una y otra vez. Esta ciudad está viviendo unos días, unos meses, de desconcierto. La marcha de la alcaldesa que se creía eterna y para siempre y que gobernaba con el brazo fuerte quiere hacerse notar por parte de todos los colectivos y representantes. Quiere hacerse notar, quiere hacerse sentir que Nuria no está. Y sin embargo, lo que vemos en los representantes en el consistorio es un desconcierto aún mayor. Un desconcierto por el cual no se sabe si es que la presencia de la ex alcaldesa vació de contenido o que es que no se alcanza más. Las guerras van por barrios. Las derechas y extremas derechas pretenden crear un clima, pretenden hacer ver que ahora no hay gobierno, que esto es un desastre. No sabemos qué es lo que hace la izquierda que queda en el consistorio. Lo sabemos, claro, porque todos tenemos redes sociales, pero no sabemos qué. Y el equipo de gobierno sigue en su búsqueda de una imagen, de un relato que le sirva para afianzar su posición y que no sea todo un 'pues antes'. Interesantísimo fue el debate de las AFAs, que pidieron la palabra para poner de manifiesto las condiciones en las que se encuentran los centros educativos de nuestra ciudad. Problemas de mantenimiento que se vienen arrastrando desde hace tiempo, denunciándose en redes, y que no parecen atenderse. Por parte de quién. Quién manda aquí. La pretensión de capitalizar estas protestas, estas demandas, por parte de quien ha detentado la competencia en educación durante años y años, no parece demasiado oportuna, aunque el oportunismo sea una virtud política. La continua e inveterada ausencia de autocrítica por parte del equipo de gobierno municipal lo convierte todo en problemas irresolubles, imposibles de abarcar, que se pierden en el tiempo. Residencias, escuelas, institutos, todo parece que es culpa de alguien que no está y todo parece que quiere utilizarse por parte de alguien que lo tendría que haber resuelto y que no lo hizo en su momento. Y hay cosas que da hasta apuro escuchar. Y hay quien con más tiros pegados está esperando a que caigas con las dos patas en el cubo. Y mientras tanto, las Afas se van organizando y alguien las organizará mejor. La política es una cosa. Ayer fue el día contra las violencias machistas y tuvimos que estar escuchando durante mucho rato a los portavoces de Vox clamar contra este día, con toda una suerte de sandeces que hoy ya han adquirido marchamo de opinión contrastada. Vivimos en un mundo en el que alguien como el concejal Aitor Navarro puede esgrimir argumentos absolutamente absurdos, algunas veces pueriles, muchas veces indocumentados y no solo no arrepentirse por ello, sino pretender ser protagonista de la vida audiovisual de nuestra ciudad con vídeos que harían llorar al niño Jesús si no fuera porque estamos viviendo tiempos donde hasta Alvise Pérez tiene público. Y sí, cualquier medida que se tome contra la propagación de estos discursos, nos podrá parecer buena. Blanquear estos discursos no es de recibo. Y ayer el equipo de gobierno, al menos, tomó nota de la vergüenza que nos hizo pasar en el pleno anterior y no aprobó ninguna moción de Vox, aunque Vox pretendió ponerlo a huevo con mociones 'blancas'. Pero por favor. Es decir, la moción sobre los altavoces en el río Besòs, una majadería. Pero la de los ceniceros en las calles, es de cuñadismo ilustrado total. Es la demostración palmaria de que son los portavoces de los negocios y los negociantes sin escrúpulos. No piden dejar de fumar, piden facilitarle la vida a los fumadores. Cualquiera que tenga familiares que hayan muerto de cáncer debería escupir por donde pasaran semejantes monstruos. Y hubo metapleno. Sí, fue breve, pero hubo otro metapleno donde las opiniones a veces no se entienden, un metapleno por el cual uno ya no sabe quién es quién o bien no entiende o lo entiende. Entiende que 17 regidores son muchos regidores y son muchos votos. En fin. Un pleno con bombos, platillos, con mucha mandanga, con mucho ruido, con sensación de que hay muchos flecos por pulir,  pero también con la sensación de que de vez en cuando hay chispazos. Chispazos que nos indican que, detrás de eso que creemos, hay algo más. Y que lo que vimos, lo que teníamos por seguro, nunca está. 

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