jueves, 20 de marzo de 2025

Adolescencia - Philipp Barantini


Más que una pregunta yo quisiera hacer una reflexión. Esta miniserie, de solo cuatro episodios, nos cuenta algo que tenemos delante y que no vemos hasta que pasan cosas. Puede pasar, como en la serie, que muera alguien, puede pasar que nos echemos las manos a la cabeza cuando escuchamos a los chicos jóvenes opinar sobre cosas. Sobre lo que sea. Cosas. Nos preguntamos, nos escandalizamos, le buscamos una respuesta, la ignorancia, los padres, antes. Antes y ahora. Esta serie es un espejo de lo que tenemos y de lo que nos han puesto por delante como todo un reto. El reto se llama no ser arrasados por un estado de las cosas que se imponga a partir del odio. El odio y el resentimiento. Una de las cosas que retrata la serie es la desconexión que existe entre el mundo adulto y el mundo de los jóvenes. Claro, esto ha pasado siempre, dirán, pero antes ese distanciamiento, esa incomprensión parecía otra cosa. Ahora es directamente algo que nos deja sin palabras. No podemos entender que los jóvenes, no es que sean rebeldes, es que se odian a sí mismos. Se odian a ellos mismos y odian a todo lo demás. Y odian a las mujeres. Que posiblemente esté exagerando, que posiblemente esté generalizando, que no es así. Lo que nos cuenta esta serie es una historia a partir de un asesinato del que rápidamente conocemos al culpable, aunque nos sorprenda que el culpable sea alguien tan joven como un chaval de 13 años. E inmediatamente comienza una investigación y unos interrogatorios y una composición de lugar por el cual nos querremos enterar de dónde viene, cuál es su familia, si son unos garrulos, si el niño está pirado, si la hermana, los padres, el padre que tiene así como pintilla de... y es en el segundo episodio donde todo se nos viene abajo, porque la respuesta no la tiene nadie más que alguien que está ahí y que vive eso y que conoce los códigos. Nosotros, los que ya hace mucho tiempo que vamos deambulando por el mundo sin mayor pretensión que el ir quedando medio bien con la vida, no lo entendemos. Y así, descubrimos que todo eso que nos cuentan, los incel, el odio a las mujeres, el resentimiento, la sensación de estar fuera, la presión de molar, de gustar, de responder a unas expectativas, de ser alguien con muchos megustas, un fucker, un yo que sé, es que es difícil saber qué. Es imposible saber qué. Es complicado afrontar que quizás tienes que educar a alguien en este mundo con estas condiciones y que salga medianamente regular. Esa presión, esa ausencia de ligazón entre esos jóvenes y el mundo, la responsabilidad, la autoridad, las normas, ese negarlo todo porque estamos viendo que los de arriba lo  niegan todo, no hay responsabilidad, no hay verdad, no hay realidad, todo puede ser juzgado, todo puede ser mentira, todo puede ser falso y al final ella era una zorra y se lo merecía. Y ese tercer episodio salvaje de una entrevista entre la psicóloga y el chaval y cómo todo encaja y ese episodio final donde definitivamente no encontramos el porqué. Porque puedes ser tú. Y todo está tan bien hecho y ese niño de dónde narices ha salido porque es una bestia y te olvidas de lo del plano secuencia como enganche. Nosotros qué sabemos. 

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