martes, 21 de febrero de 2012

Cartas a Etxone



Ustedes dirán lo que quieran, o nos ponemos nosotros o vienen de fuera y entonces qué. Así que los del grupo nos pusimos manos a la obra y nos decidimos a investigar en la obra del antropólogo canadiense Tom Tolonson, 'Cartas a Etxone', por que nos habían dicho que ahí teníamos mucho para aprender. Y bueno. Todo, todo, no. Pero algo, si. Por ejemplo:

'Querida Etxone. Tengo todo el brazo en carne viva de rascarme. Ayer fui paseando hacia la playa y encontré un mercadillo callejero. Me pareció interesante para continuar con mi tarea de reconocimiento de los lugareños y además, pensé que quizás podría encontrar algo bonito para poder enviarte a casa. Etxone, los aborígenes de estas tierras son gente extraña, ya te lo he dicho en más de una ocasión, pero creo que lo que he visto en este día supera con creces todo lo que había observado. Avancé hacia donde se encontraban los vendedores, que tendían unas telas en el suelo en las que depositaban objetos de lo más diversos. Que si una pinza, que si un almanaque, que si un tomo de una enciclopedia, que si un juego de té, que si un camafeo (¿sabes lo que es un camafeo? porque a mi me lo tuvieron que explicar), cuadros de ciervos acosados por perros en una cacería, muebles desvencijados, sortijas, revistas antiguas, vestidos, trajes de operario de la compañía del gas, sombreros de copa, perchas a granel... alrededor de estos puestos improvisados, mujeres vociferantes acosaban al transeúnte ofreciéndole calcetines 'de los que no aprietan', sostenes y bragas, calzoncillos, mecheros de cocina 'buenos buenos', y ajos. Ajos. La verdad es que estaba completamente embriagado por el colorido de aquel lugar. De tal manera que olvidé mi interés hacia los objetos como algo susceptible de ser comprados, para simplemente empaparme del ambiente, ser uno más, respirar su aire, sentir lo que ellos sienten, ser bañado por su mismo sol. Así que cerré los ojos y extendí los brazos en cruz, como si hubiera sentido un arrebato místico, aguzando el oído para que no se me escapase nada, cuando una mujer me estiró de la manga y me dijo: 'moreno, antes de que salgas volando mírame que ajos tengo, corazón, que con estos ajos tan hermosos vas a tener un viaje que ni con la Iberia'.

Miré a ver quién era la que me hablaba así y me encontré con una señora mayor, morena, con el pelo negro muy mal teñido estiradísimo hacia atrás y enganchado a una laña. Su vestuario era semejante al de muchas de las responsables de aquellos tenderetes, pero ella vendía sus ajos de manera ambulante, por lo que comprendí que los dependientes de uno y otro negocio, no se distinguían entre sí de ninguna manera. Etxone, la señora mayor me puso una cabeza de aquellos ajos en la mano y con voz profunda me dijo 'pero mira que ajos, mi rey, mira, si son grandes como melones'. Y la verdad Etxone, que aquellos ajos eran bien grandes. No me preguntes porqué, pero en aquel momento y sin pensarlo me metí los ajos en la boca. La cabeza de ajos entera. Como bien sabes, Etxone, nosotros no utilizamos mucho el ajo en nuestras vidas, y no sé si fueron los nervios, la excitación del momento, o el no saber cómo demostrarle a la señora aquella que si, que efectivamente apreciaba sus ajos, pero el caso es que yo me metí la cabeza de ajos en la boca y empecé a masticarlos. Etxone. Ya son trece meses los que llevo en este encantador lugar y jamás me había sentido así. Mascando aquellos ajos, con piel y todo, de repente, estaba sintiendo sensaciones que jamás habría imaginado. Yo no sé dónde cultivarían aquellos ajos, no sé qué otras sustancias llevaría en su mandilón la señora aquella, ya que de allí sacaba los ajos que vendía, pero empecé a encontrarme mal. Durante unos minutos, no sé si horas, perdí el conocimiento, Etxone, y cuando volví en mi, estaba en el cuartel de la Guardia Civil, y me dolía todo el cuerpo. Un número me dijo que 'menudo pollo había montado, que a quién se le ocurre, que tenía a todos los vendedores en la puerta del cuartel deseando lincharme'. Me dolía mucho el brazo. Tenía el brazo derecho en carne viva y me picaba muchísimo. El número me decía que si, 'que ya me podía mirar el brazo ya, que si yo tenía mal el brazo, que le preguntase al señor Manolín el de las especias, que menudo cristo le había montado'. Al parecer, después de ponerme a comerme los ajos, me había dado un ataque de histeria o algo así, y me había puesto a correr, saltar, agitarme, tirarme al suelo con horribles espasmos, y lanzarme como un kamikaze contra algunos puestos. Destrocé uno de espejos antiguos, la armé en otro de películas pornográficas (al parecer, me las frotaba por el cuerpo), salté encima de unos preciosos singles de Fosforito (un cantaor de por aquí, antiguo, creo que ya no canta, lo tengo que investigar), y finalmente, cuando ví al tío de las especias, me fui a por él como si hubiera visto al mismo demonio. Por lo visto, me había enganchado el brazo antes en un tenderete y me estaba saliendo sangre, pero yo no me daba cuenta. Me tiré contra el tenderete y fui a parar al saco de la pimienta y el pimentón. El brazo en carne viva. Y aunque en el cuartel me han vendado el brazo y me lo han desinfectado, me pica y me pica. Y yo venga a rascarme. Etxone, vaya espectáculo. Le he preguntado al miembro de la Guardia Civil que qué explicación tenía lo de los ajos y me ha dicho que él no tiene ni idea, pero que si la gente le quita la piel a los ajos será por algo. También le he preguntado si voy a estar mucho tiempo encerrado y me ha dicho que en cuanto la masa de vendedores se haya disuelto, me mandan para casa. Que tengo que pagar una multa.

Etxone, no sé, pero esto no me había pasado nunca, y ya sabes que he ido a sitios más así que este. Por unos ajos, Etxone. Me pica el brazo que no te cuento.

Etxone, muchos besos y cuando salga te cuento más, que solo me han dejado dos hojas de papel.'

Pues eso. Que o lo contamos nosotros o a saber lo que entienden los de fuera.

3 comentarios:

  1. Qué mal trago. Esto de los ajos me recuerda a la performance de Marina Abramovic, pero con ajos en vez de cebolla. Como pa no perder el conocimiento.

    ResponderEliminar
  2. Singles de fosforito! Monsieur, usted sí que mima el detalle. Mire qué costumbrista y pintoresco le ha salido, si parece un sainete y todo. O casi una versión de Blancanieves, si se mira de otro modo.

    Feliz día, monsieur

    Bisous

    ResponderEliminar
  3. Per un moment, veient-te obrint els braços en creu per captar millor l'ambient, m'ha semblat veure en Gurb (saps qui, oi?).

    ptns grans!

    sí, sí, grans però tardans... ho sé... :(

    :)

    ResponderEliminar