miércoles, 4 de abril de 2012

El título de este relato está más abajo



El historiador y documentalista británico Shiffel Shepherstamsfordshire recuperó una leyenda que no se sabe si es cierta o no, aparecida en un texto de Tímido Tácito Tétrico, llamado 'Conquista perpetua de la Silvia Mínima'. Un relato que a todas luces parece inventado, pero que puede ilustrar lo que te dije.

'El emperador Tulcio Pentinático se propuso la conquista de la Silvia Mínima tras oir hablar de ella a algunos de sus más intrépidos generales. De su riqueza, su gente dispuesta y paisajes tan hermosos que a todos atraían. Bien informado, el emperador mandó al general Nino Drónico a que llevase a cabo la conquista de aquel territorio, gobernado por una especie de asamblea de sabios y notables locales, a los que se presumía fáciles de dividir y comprar, y poblado por un pueblo laborioso pero asaz contumaz también en el amor por lo suyo. Pero el amor por lo que es de uno puede ser doblegado a base de buenos palos y golpes, y el brillo de una espada cerca de la garganta hace cantar las canciones más espantosas a la más bella voz, así que Nino Drónico avanzó con una legión hacia la frontera del Imperio y justo cuando entraba ya en la Silvia Mínima y se proponía conquistar las primeras fortalezas a la espera de una resistencia mayor, recibió un comunicado de parte del emperador en el que se le ordenaba que esperase. ¿Por qué? Porque si. El emperador consideró que la inclinación de una viga de una de sus casas de Capri proyectaba una sombra que le recordaba la figura de un algo que le indicaba que la conquista debía pararse. Pues paramos. Nino Drónico esperó a las puertas de Silvia Mínima durante dos años. En estos dos años, los belicosos y temidos Silvios no hicieron acto de presencia. Podrían haber atacado, haberse rearmado, no lo hicieron. Un día Tulcio Pentinático miró a través de una ventana y el reflejo del sol en una charca le animó de nuevo a seguir con la conquista. Nino Drónico y sus hombres avanzaron prestos a la batalla, abandonando el acuartelamiento y conquistando varias ciudades, más, cuando al parecer iban a enfrentarse a un ejército de Silvios llegaron emisarios del emperador Tulcio en el que se les decía que 'para atrás otra vez'. Los ladridos de un perro en una mañana lluviosa, esta vez. Para atrás. Nino Drónico, obediente, obedeció. Si hubiera sido decente, por ejemplo, hubiera... ahora da igual. Nino Drónico seis meses después de volver a sus campamentos recibe la orden de conquistar inmediatamente Silvia Mínima. Una sirvienta bizca del emperador tuvo la culpa. Ayer es tarde. Como una estampida, en quince días, Nino Drónico se planta en las puertas de la capital de la Silvia Mínima, la ciudad de Chozo, y cuando va a iniciar el asedio a la misma, que no debería haber durado mucho, porque los tan temidos Silvios demostraron no ser nadie a la hora de la verdad, llega otro emisario que conteniéndose la risa dice que eso, que a la frontera otra vez. 'Es que el emperador ha estado escuchando dos o tres veces al bardo Poucascousas y ya se sabe lo triste que es el hombre, le ha dado flojera al emperador y eso'. Tres meses más tarde, el emperador Tulcio Pentinático consulta con una matrona de su séquito y esta le dice que ya. Que si. Que a ella le parece bien. Y da de nuevo la orden de emprender la conquista. Pues vamos. Nino Drónico y sus hombres ya están asaltando Chozo cuando ven venir a un emisario. Paran todos. El emisario tranquilamente, y sin desplegar documento alguno, habla de unas noches muy malas que ha tenido el emperador con unos picores en la espalda y que vuelvan a la frontera. Nino Drónico le dice al emisario que vale, que le diga al emperador que si, que le diga que ellos han vuelto para la frontera, pero que se van a quedar allí y así hacen tiempo. Y el emperador se olvidó de la conquista de la Silvia Mínima. Bueno, se murió. Y el nuevo emperador Máximo Aspersor estaba más a otras cosas. Y Silvia Mínima no sabía si estaba conquistada, si Nino Drónico había vuelto o se había quedado para siempre, si Chozo fue arrasada. Nada. Y un día, unos doscientos años más tarde, el emperador Verdicio Fosco recibió un tributo de la llamada Silvia Mínima y pensó 'bendito sea dios'.

3 comentarios:

  1. Entonces cómo se titulaba al final? La conquista de Silvia Mínima? La posible conquista de Silvia Mínima? Para atrás otra vez? A tributo regalado no se le mira el diente?

    Bueno, en cualquier caso, monsieur, felices pascuas. A ver si cunden y eso. Yo me quedaré escuchando unos cuantos conciertos a Urlstan Chulpadalasang que hay programados por aquí.

    Bisous

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  2. a mí esta historia me ha recordado a la canción esa de "un dos tres un pasito palante, un dos tres un pasito patrás".

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