lunes, 17 de septiembre de 2012

La gran epopeya de Josep Popella

Bueno, pues eso. Que me acosté, apagué la luz y tal. Pero a eso de las nosecuantas, porque no pude mirar la hora, me dio frío o yo que sé y noté algo raro a mi lado. No muchos de ustedes han estado en mi casa y casi ninguno en mi habitación por lo que no saben cuál es su disposición de elementos, pero les diré que al lado de la cama tengo una sillita con la ropa 'que va cayendo ahí'. Limpia, ojo. Y bueno. El caso es que cuando me giré para mirar a ver qué pasaba lo vi.
Estaba allí sentado. Encendí la luz para darme cuenta de verdad y lo volví a ver. Estaba allí. Era un señor sentado en la sillita. Un señor vestido con un traje decimonónico. ¿Porqué sé que era decimonónico? Por las películas. Por que he visto películas en las que sale la gente así. Me di cuenta en seguida. Pero eso da igual. Que fuera decimonónico o no. El caso es que me di un susto de morirme. ¡Ostia! ¡Un tío en mi habitación! Claro, la sorpresa, la mía, era mayúscula. Un señor vestido así, en mi habitación, con las piernas cruzadas y un bastón en la mano. Un señor con una barba poblada, blanca, con cierto aire de majestad. Si. Esa impresión me dio, ya al cabo de un rato, porque la primera impresión fue otra.
- ¡Coño! ¡Qué hace usted aquí!
- No te asustes, soy el gran Josep Popella y quisiera contarte mi gran aventura.
Un momento. Rápidamente, pese a fosoco, digo, pese al sofoco, pensé que era un sueño. Era un sueño, estaba claro. ¿Cómo iba a pasar un señor así por mi calle y se iba a meter en mi pisico que lo tengo todo cerradito y bien guardado? Y decimonónico además... estaba claro que estaba soñando. ¿No?
- Esto es un sueño, quién es usted Josep Popella... ¡Qué pasa aquí! ¡Qué susto!
- Es una reacción normal, pero la veo un poco deslavazada. Es decir, veo que te asustas y te sorprendes, pero no es algo que vea como muy natural. No te veo asustado de verdad. Como si estuvieras actuando. Tómatelo con calma, que no pasa nada. Pero tampoco sobractúes. De verdad, no te hagas líos. Vengo a contarte mi gran epopeya.
- Uf. ¿Pero qué dice, jefe? ¿Cómo que me va a contar su gran epopeya si son las dos o así de la mañana sino más? Por favor, que yo mañana me tengo que levantar temprano, que luego me cuesta levantarme un montón.
- No te preocupes. Mira, pasa lo siguiente. El asunto estriba en que el tiempo no está corriendo. Es decir, que tú estás aquí conmigo y estamos hablando y tú crees que el tiempo avanza, pero en realidad no es así, estamos clavados en el mismo punto. Lo que ocurre aquí, en realidad no está ocurriendo en el tiempo real, n temas. Que mañana te levantas a la misma hora y tan ancho.
- Si hombre.
- Que si. Que te lo digo yo. Mira, como te veo nervioso, aunque ya te digo que el tiempo no avanza, que lo hemos suspendido, voy a ir empezando. Yo nací en un pueblecito de la Garriga...
- Que no hombre, que no. Que no me va a contar usted su vida así sin más. ¿Y porqué a mi? ¿Porqué tengo que escucharle yo a usted y encima me va a colar el gol este de que el tiempo no corre...? Pero se ha creído que yo soy gilipollas o qué. Vamos. Que no. Aquí pasa algo raro.
- Claro. Raro es. Normal no es. Eso lo sé yo también. Esto no es normal. Claro que no es normal. Pero ya que está pasando, no perdamos el tiempo ahora viendo si sí o si no. A ver.
- Pero es que, aunque esto sea un sueño. Que sin duda lo es...
- No, si esto no es ningún sueño... de verdad. Esto es otra cosa. Hemos parado el tiempo y...
- ¿Quiénes habéis parado el tiempo? ¿Qué dice usted?
- Uy. Esto va a ser muy complicado. Yo mejor lo dejo y me voy a ver si el del tercero tiene más paciencia que tú para con lo extraño, porque de verdad que veo que no nos entendemos.
- Mire, yo es que...
Y sin saber cómo ni porqué, el señor Josep Popella desapareció de mi vista. Bueno. Me puso la mano en la frente, me tapó los ojos y cuando volví a ver... ya no estaba. Estaba alucinando cuando oí por el patio de luces cómo el del tercero, mucho más comprensivo que yo dijo '¿Quiere que le haga un café mientras me cuenta?'.

2 comentarios:

  1. Wow pues no puedo dejar de envidiarle, caballero, por esas visitas nocturnas de personajes decimonónicos en su alcoba. Yo firmaría porque algún que otro hiciera acto de presencia de vez en cuando en la mía (me refiero a Jane Austen, no me sea usted mal pensado ajjajajaja).

    Un saludo y buena semana.

    ResponderEliminar
  2. i ara ens quedarem la resta senses conèixer la història d'aquest personatge?... dons la propera vegada s'ho guarda per vostè, home!

    Petons

    ResponderEliminar