miércoles, 28 de noviembre de 2012

Federación Internacional de Lucha


De nuevo en lo de siempre, nos detendremos en un pequeño texto de Temir Teremokian, titulado 'Federación Internacional de Lucha' y que aparece en su cuarto libro 'Frío', que no nos va a sacar de pobres, pero tampoco nos va a hacer ningún daño. 
'Podría decir que si lo llego a saber no le hubiera dicho que no. Pero la verdad es que ya lo sabía. No nos engañemos, uno sabe cuándo está a punto de liarla y cuando lo mejor que puede hacer es callarse. Y yo sabía que estaba a puntito de caramelo. Sitúense. Una plaza, sábado a mediodía, gente sentada tomando el solecito, una agradable mañana de primavera. Mi tío Derian me había citado en la plaza para discutir un tema referente a su hijo, el pequeño Derian, que al parecer no iba muy bien en los estudios y yo, que paso por ser el ilustrado del pueblo, iba a aportarle una solución. El ilustrado del pueblo. No sé a ciencia cierta porqué en el pueblo se me tenía en tal consideración, pero todo el mundo consideraba que yo era una de las mentes más despiertas de la zona. Incluso había ido a Kazán. No sabían a qué, pero todos consideraban que ir a Kazán ya era sinónimo de sapiencia y luces. Tampoco soy tonto y jamás revelé el motivo de mi viaje, así que dejé que entre los lugareños creciera la idea de que era 'una persona ilustrada', un sabio, un estudioso sobre algo que nadie sabía qué era. Mis ocupaciones, en torno a legajos y papeles, que llevaba prácticamente a la vista de todos no desmentían tal afirmación, pero si hubieran sabido que todo era mucho menos 'filosófica' de lo que ellos pensaban... en fin. No hay que desperdiciar la oportunidad de ser bien considerado por los demás, naturalmente, así que me dejé querer. Y de vez en cuando, en la taberna o en la plaza o a la salida del rezo, soltaba alguna perorata que dejaba a mis conciudadanos boquiabiertos. Ni siquiera mi tío Derian, a quien yo tenía por una persona despierta sabía cuál era realmente el verdadero asunto que me ocupaba con tanto papeleo. Me llamaba 'el sabio'. Pobre. Bueno, al asunto. 
Camino de la plaza, Urik Gredossian, un animoso y tosco muchacho que había sido compañero mío en la escuela, me reconoció, me saludó y me deseó un feliz día. Se despidió diciéndome que le gustaría invitarme a un aguardiente luego de cumplir con mis asuntos y recordar los tiempos de la niñez.Y qué quieren, le dije que no. ¿Por qué? Así me salió. Que no. No  me pregunten los motivos porque no encuentro ninguno. Le dije que no. '¿Que no qué?'. 'Que no quiero tomarme un nada contigo'. Revuelo en la plaza, y mirada de reconvención por parte de los lugareños. El gafitas altanero se creía demasiado elevado para hablar con el bueno de Urik Gredossian. Urik Gredossian no era de discutir, así que rápidamente me dio un empujón y me llamó sucio perro del infierno. Yo, pues no sé, me dio por ahí. Le escupí.
Lo peor, claro. Escupir. No sólo aquí, en todo el mundo. Escupir a alguien es lo peor que se puede hacer. Todo el mundo se puso a gritar, a insultarme... llegó la autoridad, mi tío Derian llorando avergonzado. Urik, que vio la oportunidad de darse pisto y hacerse el hombretón me retó. Lucha, lucha, lucha. 
En fin, que no me opuse. Como Secretario de la Federación Internacional de Lucha algo sabía sobre el tema, así que solicité que el duelo se celebrara en el Estadio de la Paz y la Hermandad de la capital, invité a mis amigos del gimnasio de Kazan, y cuando le puse la mano donde se la puse al pobre Urik, pues eso. Que muy bien.'

2 comentarios:

  1. Cuántos textos, su casa debe ser una biblioteca: ora leo de aquí, ora leo de allá. Que si la lucha libre, los rusos, Technotiplán, Baal... qué repertorio.

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  2. Bueno pues la posturirta esa genial:-)
    Un abrazo

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