jueves, 6 de febrero de 2014

Villastanza de Llorera XVII

Sigamos adelante, ahora que tenemos tiempo, con las 'Espantosas escenas en la vida de Quirino Barrantes', de Benito Repojo Ostiz.
'Era sin duda el niño Jonás. En aquella imagen del Sagrado Niño Oculto de Getsemaní estaba el niño Jonás. Exactamente. Igual. En el Frederico se encontraban un par de lugareños que tomaban un primer refrigerio antes de ir a trabajar. Eran dos hermanos que trabajaban juntos en una granja de las afueras, dos hermanos hoscos y taciturnos. Los Menases. Quirino Barrantes saludó y pidió... pidió una copa de Soberano. Quirino Barrantes iba a empezar a esclarecer las cosas, por las buenas o por las malas. 'Jefe, buenos días... oiga una cosa, ese Niño Oculto de Getsemaní, la pintura esa... ¿Quién la ha hecho? ¿La han hecho aquí o es que es una estampa de otro sitio? Porque mira que es bien bonita. Qué niño tan majo. ¿Es que hay una Cofradía o algo por aquí no?'. Frederico estaba preparando un par de cafés y ni siquiera se molestó en contestar inmediatamente a Quirino. Conocía a Quirino. Pese a no haber salido del bar prácticamente durante los dos últimos meses, salvo por una vez hacía quince días para ir al practicante por una cosa, estaba informado perfectamente de que el tal Quirino había llegado al pueblo, que era familia de la loca esa de la Poli y de los de la cabeza. Lo sabía todo sin preguntar, la gente habla mucho en la barra de los bares. A nadie le gustaba Quirino. Ese tonto que había venido al pueblo para qué. Para quitarse de la droga o algo, o para empezar a venderla aquí, decían unos. Para ver si engañaba a alguna por aquí, que a eso vienen todos los de fuera, que se creen que las de aquí son tontas. Para ver si aquí encontraba algo, pues iba listo, porque estamos aquí para que vengan los listos estos a llevarse el pan. Nadie encontraba otra explicación. Y encima era familia de la loca esa de la Poli. Loca y encima asesina, que había matado a Don Facundo. Que Don Facundo tendría sus cosas y le faltaban otras, un buen par de huevos para defender lo que era suyo, decían algunos, pero había que ser muy hijaputa para matarlo. El Frederico finalmente sirvió los dos cafés, junto con unos vasos de agua y una copa de anís para cada hermano Menases y le dijo a Quirino. 'Ese cuadro lo pintó uno que vino de la ciudad hace ya muchos años. El que sale pintado era mi sobrino Áureo, el que le dicen 'Eldorado'. Desde la ventana de habitación en la Casa Cuartel, la agente Galarreta vio amanecer. Pero era un amanecer muy raro. Sin saber cómo ni porqué, pensó en la Aurora Boreal'.

2 comentarios:

  1. A mí me da la impresión de que los hongos aquellos desprendían poderosas emanaciones que envuelven aún hoy día el lugar. Por eso todo el mundo sigue viendo auroras boreales o pensando en ellas.
    Y si simplemente hay que buscar a una tal Aurora que se apellide Boreal? Porque el apellido Boreal existe.

    Feliz tarde, monsieur

    Bisous

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  2. Bueno reconozco que estoy más perdida que un burro en un garaje. Así que cuando termines le´re todo el principio y el final a ver si me entero de algo:-(
    Abrazos

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