lunes, 28 de julio de 2014

El saludo

No sé cuánto tiempo hace que nos saludamos. Yo creo que debe hacer alrededor de veinte años. Él es conocido de la familia, de una forma tangencial, es del pueblo y siempre va sólo. Más de veinte años paseando solo. No nos engañemos, la mayoría de las veces en las que nos hemos visto, yo también iba solo. Como él conoce a mi familia, creo que tengo la obligación de saludarle, el compromiso de saludarle, aunque nunca haya hablado con él, jamás me haya parado a preguntarle cómo le va, qué hace, qué es de su vida, si está bien, si trabaja, si vive solo, si está cansado, si está contento, si... nada. Sé cómo se llama, sé lo que le pasó en su día, y poca cosa más.
La mecánica es la siguiente. Yo paseo por el pueblo, preferiblemente por el centro del pueblo, porque allí es donde tengo el radio de acción. Lo veo a lo lejos. Se acerca. Hago como que no lo he visto. Pienso, no le voy a saludar. ¿Para qué le tengo que saludar? ¿Qué importancia tendrá que yo le salude o no? Total, no sé si sabrá quien soy. Y aunque lo sepa, quién coño soy yo para saludarle o no saludarle. Todo esto se piensa mientras se le ve venir. Imagino que él debe pensar lo mismo. Ahí está otra vez este tío. El gafitas este que es el hijo de este... no me acuerdo de como se llamaba. Mi intención primera es siempre la de no saludarle, como digo. Hacer como que no le he visto, hacerme el despistado, mirar hacia delante, simulando estar pensando en algo. Lo hago mucho, no sólo con él. Mirar así como hacia delante, con cara de enfado, como si estuviera desentrañando un asunto de vital importancia y me hubiera venido la inspiración para resolverlo en mitad de la calle, justo cuando te estabas cruzando conmigo. Efectivamente. Eso es, ya ha pasado, ya puedo volver a mirar. Y entonces, cuando está a punto de cruzarse conmigo, le miro y le saludo.
A veces es él el que se hace el despistado, o realmente no me ha visto y mi saludo es al aire. Es como disparar al vacío. Saludas, dices 'hola' con la voz medio apagada, simplemente moviendo los labios, levantando las cejas, o bien simplemente levantando las cejas y apretando los labios en señal de 'eh, te he visto, qué tal, venga, adeu'. Y él no te ha visto. Ha pasado de largo y, aunque sabes que te ha mirado, que sabes que te ha reconocido, que le vas a saludar, en el último momento ha mirado hacia otro lado, o le ha dado un chispazo, o una ventolera y ha cambiado el rumbo de su mirada y tu saludo se ha ido a ningún sitio. Le has dicho hola a nadie. Esa sensación. Ese mirar hacia los lados para que nadie vea que has saludado a alguien que ha pasado de ti. 'Que no piensen que voy saludando a peña sin que me hagan caso...'. Lo disimulas sonriendo. 'Vaya, no se ha dado cuenta nadie'. Le has saludado, ha pasado por delante de ti y no te ha visto... y cuando ya ha pasado, de repente gira la cabeza y te mira y dice... 'hola'. Y sigue caminando.
Y así más de veinte años.

1 comentario:

  1. Jajaja, buenísimo. Muy típico lo de mirar para comprobar si alguien lo ha visto o no...

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