domingo, 21 de junio de 2015

Crónica de un aplec sardanista

Y podríamos estar hasta mañana por la mañana haciendo valoraciones sobre el futuro de la sardana como género popular y su inevitable camino hacia la música culta y el pasar de ser interpretada al aire libre con un conjunto de personas que bailan al son de la cobla para alojarse entre los selectos muros del Auditori de turno, donde ya no se bailará, mas se apreciará el alegre sonido de la flauta y el tamboril. Pero no lo vamos a hacer, porque la crónica ha de dar un salto diametral. La crónica ha de tomar otro cariz. Nos han visto el plumero y nos han sobrepasado por la derecha, por lo que es el momento de contar las cosas de otra manera. Una manera mucho más entendible, mucho más cercana y próxima al sentir de los ciudadanos, que quieren ser apreciados y reconocidos, que quieren verse en el texto como ellos mismos, como lo que son, personas. Y yo eso no lo sé hacer. Yo soy un ser humano, claro, pero un ser humano con un trato distante, selectivo, que no es de interactuar con cualquiera. Sí, me han reconocido. Miro por encima de las gafas, tuerzo el morro, no saludo, me levanto a dar la mano si me conviene, alzo la ceja una vez y a la segunda, como por arte de magia, no te vuelvo a saludar. Soy así. Por eso hoy, por ejemplo, en el aplec he estado solo. Solo, solo, solo. Bueno, no solo del todo, porque si hubiera tenido que ir solo, muy posiblemente no hubiera ido, pero vamos, que no ha sido aquella marea de gente que viene saludarte y pasarte el número de lotería por la joroba, como suele suceder. No. Quizás era el escenario, quizás no era mi público. Son las ocho y tengo que ir al Havaneras Fest de la Plaza Baró, a ver si nos vemos ahí y comentamos. Empiezo. Empiezo dando por sentado que el giro estilístico que se me demanda igual no me queda lo mismo de bien, pero prometo perseverar con la energía de un... 
Me he levantado con la primera luz de la mañana. Simplifico. Me he levantado. He cogido un microbús. En el microbús uno de los asistentes al aplec se ha cagado en la Open Night. 'Tantes Festes'. Se ha autocriticado como integrante de la nunca bien estimada 'gent del poble', y acto seguido han comenzado a criticar a diestro y siniestro, como debe hacerse y sin dejar títere con cabeza. Hemos llegado al sitio, que era la Font de l'Alzina. He ido dos veces a la Font de l'Alzina en mi vida consciente. Mi padre asegura que hubo una tercera y quizás ni había nacido yo. En el desayuno nos aposentamos en una mesa reservada para gente de peso y somos nosotros. Y de poso. Y somos nosotros también. No viene nadie a comerse el butifarrón buenísimo con nosotros. Se acerca gente a hablarnos. El acto lo ha organizado el Puig Castellar, el Centre Excursionista. Yo ahora podría hacer la pelota de forma más que lamentable diciendo que, vaya, personas más maravillosas y dispuestas, con tanto agrado como donaire, con tanto amor por lo suyo como capacidad organizativa, con un propósito cierto de alterar el curso de la historia mediante un desayuno con butifarra y vino con gaseosa (grasiosa) y todo eso que hace la gente que va besando por donde pasa quien tiene que pasar y pasa. Y hace rato que no miro lo que estoy escribiendo y puede que tú, amigo lector y amiga lectora os hayáis perdido, pero al final llegaremos a algún sitio. Hemos comido sin compañía de autoridad municipal alguna. Luego ya tal, pero a nosotros, bah. Porque nosotros no somos ya nada. 
Una vez que te haces a la idea de que ya no eres nada y de que de nada vale que intentes imitar a los que todo lo pueden, sólo te queda que disfrutar. Mi padre es de los Coloristes, ya le podéis ir a buscar. No hay pasta para el concurso de pintura rápida. Feria y fiestas. El CEP tiene también sus cosas con los recortes, pero nos dicen que van tirando. Guapamente. Como no somos nada, viene la gente a hablar con nosotros de forma sana y correcta. Ya no vienen a salir en la foto, vienen por contarnos cómo les va, a preguntar por esto y por lo otro. A mí no, que a mí no me conoce nadie, ojo. Iba a decir que acabamos de comer y que vamos a la sardana. La sardana tendrá un futuro o no lo tendrá, pero es bien cierto que hay poca innovación. Mucho entusiasmo, un entusiasmo contenido y centrado en lo que se diría la conservación de lo que es y ya está, y vámonos más para allá que aquí hace pendiente. Pero cuando se han acercado a interesarse por el baile las dos hijas del Antonio, amigo, se les ha iluminado la cara a todos los sardanistas, pensando que, ay, podía haber relevo. Yo no comparto las referencias culturales, afectivas, sentimentales de casi nadie de los que había allí. Ni la memoria del pueblo, ni nada. O algo. Muy poco. A la una del mediodía hacía un calor de mil demonios y no había ser humano que parase ya sin buscar una sombra. Nos hemos ido yendo. El b-20 ha llegado en nada y nos hemos ahorrado bajar andando. 
Al final no he contado nada. Que no he bailado sardanas, pero he hablado con gente que no tiene nada que ver conmigo. No me he dado besos con nadie, ni me he hecho fotos (mentiroso), pero me he metido dos vasos de vino con gaseosa y una butifarra, más una coca (el pico, como siempre), y hemos echado la mañana. Están poniendo en 13tv una peli de Lina Morgan. ¿Lo han visto? Estoy hablando de una cosa y lo mezclo con otra cosa que está pasando. Eso es un recurso que no sé cómo se llama. Estoy escuchando a Redd Kross, que molan mucho. Lo he hecho otra vez. Fíjense. Pero ya nada es lo mismo. Porque mi hora ha llegado.
Ya nada será igual. ¿Vas a escribir sobre esto? ¿Vas a hacer crónica de esto otro? Esto no lo pongas en tu crónica... Ya está. Lo habéis conseguido, fiesta sin alcohol. Al final siempre parece que estamos escribiendo de lo mismo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario