miércoles, 17 de junio de 2015

Gorteza

Gorteza quiso que aquel momento con Estevita Darién fuera lo más bonito que le hubiera podido pasar a un adulto de Villastanza de Llorera y por eso pensó siempre que cualquier otro contacto con cualquier otra mujer no alcanzaría jamás, nunca, en la vida, ever, las altísimas dotes de belleza y lirismo que aquel encuentro en el autobús. Hay gente así. Otra gente, como bien saben, no lo es. Gorteza es así. Y otras cosas. Y otra gente también es como Gorteza. Y ahora estoy aquí y mañana allí, pero esto ahora no tiene que ver con que al otro lado de la puerta no esté Estevita Darién. Quien se encuentra al otro lado de la puerta es una oficial del cuerpo de la Policía Nacional llamada Carina Ocáriz. Relatar en unas pocas líneas una biografía de Carina Ocáriz nos quitaría un tiempo precioso, que podríamos dedicar a describir, realizando de nuevo un esfuerzo ímprobo, cómo era Carina Ocáriz. Era de rostro ancho, tez oscura, pelo recogido en un moñete con muy poca gracia y sonrisa perenne. No llevaba uniforme, que iba vestida de civil y tan sólo una placa delataba su pertenencia al cuerpo. O una tarjeta. Desde aquí no lo veo bien. Gorteza tiene un presentimiento, una mujer está al otro lado de la puerta. Una mujer. Otra vez. Nada será como estar con Estevita Darién. Carina Ocáriz, cuando nota que alguien, Gorteza naturalmente, está a punto de abrir la puerta, pone su mejor sonrisa para crear un ambiente de confianza en la persona a la que va a preguntar algunas cosas sobre la figura del peluquero muerto en extrañas circunstancias. Sonríé, se retoca un poco el pelo de forma totalmente inocua y se pasa la mano por la nariz por si tuviera... y se abre la puerta y Gorteza pone cara de sorprendido porque está sorprendido y se preguntan y se saludan y todo es muy formal y me permitiría usted entrar en su casa para hacerle unas preguntas y claro, claro. Y Carina Ocáriz pregunta a Gorteza si hace mucho que no ve al peluquero, si estuvo con él esta semana, si hablaron, si notó algo raro, si el peluquero tenía amistades extrañas, si se llevaba bien con el peluquero, si le podría dar por favor un vaso de agua, si le podía indicar dónde estaba el cuarto de baño, si por favor puede llamar a un médico que me estoy mareando y me estoy sintiendo morir y... Y Gorteza que sale a la calle corriendo porque Carina Ocáriz se ha desplomado y está como muerta pero Gorteza no se atreve a tocar a Carina Ocáriz que se ha quedado inerte en el suelo después de levantarse del butacón en el que Gorteza suele quedarse traspuesto para ir al servicio y Gorteza en un momento se queda paralizado en mitad de la calle y se da un fuerte golpe contra una pared, adrede, para demostrarse que no está durmiendo, que es todo real y efectivamente. Se ha quedado dormido en el butacón de enfrente de Carina Ocáriz, que le ha dado un bofetón de profesional y le pregunta que si está bien, que qué le ocurre, que se ha quedado dormido. Y Carina Ocáriz le dice que va a darle un vaso de agua a ver si se espabila y busca ella sola dónde están los vasos y se encuentra con que están los armarios cerrados y abre la nevera y en la nevera no hay nada. Y Carina Ocáriz manda un mensaje con el móvil para que venga alguien a ayudarla, porque ese Gorteza es un tipo muy raro y cree que va a necesitar ayuda. Y Gorteza ha visto muerta a Carina Ocáriz y el que se ha quedado muerto es él. En ese mismo momento, en un lugar de la capital, Rípodas tiene hambre y quiere hacerse algo de comer. Pero no sabe porqué, los armarios de su casa no se abren.

1 comentario:

  1. Pues hoy en el portal de mi casa ha pasado algo que me recuerda a sus relatos. Por ejemplo a este.

    lo más bonito que le hubiera podido pasar a un adulto de Villastanza de Llorera era hacer una paella gigante en la plaza y luego fregarla con unas gotitas de Fairy mientras suena la banda municipal. No sé, algo así.

    Buenas noches

    Bisous

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