miércoles, 2 de septiembre de 2015

Inmersión incontrolable

Traemos ahora el comienzo de uno de los libros de éxito de la temporada 'El extraño caso de Pino Castillo', escrito de manera un tanto descuidada a nuestro parecer por el escritor novel Chulian Trebujena, al que empezamos a estar hartos de ver en la tele y en las redes sociales hablando de esto y de aquello como si tuviera él ni puñetera idea de qué es nada. Pero es la sociedad que nos ha tocado vivir. En fin.
'Me llamo Pino Castillo y tengo 34 años. Si me hubiera cuidado un poco, aparentaría menos años de los que tengo, porque tengo muy poca barba y con unos cuantos kilos menos, pasaría por un chaval de 20 años. Eso ya da igual. Escribo esto desde un lugar que no reconozco. He conseguido trasladar de alguna manera lo que pienso aquí para que llegue a otro sitio. Algo estudié sobre la comunicación que tiene que ver con esto. Sea como sea, comenzaré diciendo que siempre me gustó el agua. Nadar, bucear, buscar entre las piedras y las conchas, más piedras y más conchas, sacar del agua esto y lo otro, simplemente sentir que dentro del agua parece que el tiempo se detiene y que te sientes, de alguna manera, en mayor armonía con la naturaleza. Un enamorado de los deportes acuáticos en toda la extensión del término. Desde que mi madre me apuntó a natación, he sentido que tengo una relación especial con el agua y mi cuerpo siempre se ha sentido cómodo en el líquido elemento. Bueno. Nada verdaderamente especial. Tengo 34 años y esta particular buen relación con el agua, tampoco se ha trasladado en nada fuera de lo común. Trabajo en la administración pública, aprobé unas opos y estoy en un área comarcal, gestionando un departamento desde el punto de vista técnico en el... bueno, no tiene importancia. No tiene nada que ver con el agua. No sé por dónde empezar. No tengo pareja, no tengo hijos tampoco. Podría decir mejor que no tengo hijos porque no tengo pareja. Bueno, podria tener hijos sin tener pareja. Podría haberla tenido. Así soy yo. Digo una cosa, la quiero mejorar, acabo liándolo todo un poco. Por eso no tengo pareja, por eso no tengo hijos. Digo yo.
Voy a la playa y a la piscina casi siempre solo. Cuando llega el buen tiempo, a partir de Semana Santa, voy un día o dos, al menos, a la piscina municipal y siempre un día a la playa. En la playa me lo paso mejor que en la piscina. Son gustos. Pero voy más a la piscina porque me queda más a mano. Y porque puedo ir con mi madre.
Mi madre no puede ir a la playa porque no soporta la arena. Y la gente desconocida. En la playa es más difícil encontrar a la misma gente siempre, dice, en la piscina el público es más fiel. Mi madre es muy rara y yo soy también raro como ella. Lo acepto. Pero me gusta más la piscina. El otro día fuimos a la piscina juntos. Ella se quedó en el borde de la piscina, remojándose los pies y vigilando que nadie pisara nuestra toalla. Yo me tumbé un rato porque estaba cansado. Hacía mucho sol y mucho calor y a los diez minutos estaba asándome. Me fui a dar un baño.
Sé que es una idiotez, que no tiene sentido, pero en todas las piscinas, en esta también, hay un agujero por el que sale agua, o echan cloro, no lo sé. Si te acercas, lo notas. De pequeño me gustaba esa sensación. Luego pierdes la costumbre. El otro día, sin querer me acerqué al agujero y pensando en mis cosas, puse la mano en el chorro mientras miraba a mi madre. En un momento, ella iba a decirme algo y yo metí la cabeza en el agua. Sin saber por qué, acerqué la cabeza al chorro y me colé por el agujero. Ya digo que no estoy gordo, pero estoy un poco descuidado. No entiendo como cupe por el agujero. Me atrajo y entré. Caí como por un tobogán y fui a parar a otra piscina. Era una piscina de urbanización. No encontré a mi madre. Por no asustar a nadie, no dije nada. Quise meter la cabeza otra vez en el agua para encontrar otro agujero y lo encontré. Salí a otra piscina. En un pueblo de Córdoba que se llamaba... no me acuerdo. Me lo dijo una chica a la que le pregunté. No salí de la piscina. He ido cayendo por diversos agujeros y he visto piscinas de todo el mundo. A veces he caído en la piscina de mi ciudad, con mi madre en el borde de la piscina, y he vuelto a meter la cabeza en el agujero. No puedo parar.'.
Y a la gente le gusta esto. 250 páginas así. Bravo.

2 comentarios:

  1. Es que resulta muy refrescante, monsieur. Ideal para el veranito.

    Ya, ya sé que ando medio desaparecida, pero si usted supiera... Ya le contaré con más calma.

    Feliz tarde

    Bisous

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  2. Cuando era pequeña, mi abuela no me dejaba ir al aqua park porque había visto en la tele el caso de una niña que se sentó encima del agujero de la depuradora en una piscina y le sorbió las tripas por... el culo, vaya. Debía ser un programa en plan españa directo que hubiera a principios de los 90 y obviamente no puede ser cierto, pero yo me quedé sin ir al aqua park hasta que tuve 13 o 14 años...

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