martes, 12 de diciembre de 2023

Crónica de un viaje al Pays Catalan. Deviation


El Pays Catalan, el Rosselló, el Conflent... Un viaje a la falda del Canigó por la otra parte, por la parte francesa, por la parte de más allá de la frontera. Una frontera que ya no es tanta, pero que es más que evidente, palpable, está. Una frontera por la que ya no te detienes, aunque haya caravana, una frontera que piensas que no será tanto y vaya que si es. Un viaje durante un largo puente que nos lleva a poblaciones pintadas, pueblos bonitos, pueblos sin bares, ciudades sin bares, países sin bares. La importancia del bar como elemento sobre el que pivota una visita a cualquier lado. Un paseo, una excursión, una caminata, una vuelta, un bar en el que descansar, tomar algo, socializar, comentar la jugada. Francia y los bares que no existen. Nos alojamos en Los Masos, pueblo que no parece pueblo, con el Canigó nada más salir al balcón. Preparados para el frío, el frío es evidente, pero el frío no es abrumador. En el alojamiento hay una chimenea o estufa de leña y el primer día se escapa el humo y nos atufa todo, pero no nos rendimos y gracias a la Esme conseguimos que la estufa funcione y caliente y no haya sensación alguna de frío. Yendo por la carretera me fijo que hay un pueblecito pequeñito tendido en una loma. El pueblo se llama Eus y tiene pinta de ser muy bello, tan bello que es uno de los pueblos más beaux de Francia. Tenemos que ir. Vamos primero a Prades. Prades es una ciudad o pueblo grande con cierto nombre. La universitat d'Estiu de Prada, se hace allí. Y Pompeu Fabra está enterrado allí. Motivos para ir. Dar una vuelta, tomar algo, yo que sé. Ya sabemos que los horarios franceses no son los nuestros, no pensamos que fuera tan exagerado. No pensamos, no pienso, hablo por mí. A las 13h ya parece que tiene que estar todo hecho y comido y planificado, cuando a las 13h todavía estamos a tiempo de todo. Menos en Francia. Damos una vuelta por el pueblo pero nos encaminamos al cementerio. Buscamos la tumba y la tumba está señalizada y en la tumba una estelada y entonces. Entonces yo pensaba hacerme una foto allí y pedirle perdón a Pompeu Fabra por todas las veces que el idioma catalán ha sido dañado por mí. Y me acordaba de todas esas veces que he dicho que Pompeu Fabra debe estar retorciéndose en su tumba, chillando, cagándose en todo, cada vez que hablo en catalán. Y entonces la estelada y pienso que se haga una foto en la tumba otro, otra persona a la que le haga gracia pensar que la estelada y Pompeu Fabra, pero no yo. Y nos dimos una vuelta por el pueblo y no encontramos ningún bar y nos fuimos a Eus. Porque el plan inicial era ir a Eus, pero había una deviation y el paso estaba fermé pero no le quisimos hacer caso al cartel y seguimos y acabamos en Prades, pero el plan inicial era Eus y volvimos a intentarlo por otro camino y llegamos a Eus y joder qué bonito pueblo, subimos a lo alto y es una iglesia y es muy chulo todo pero son la una y algo y una cervecita tampoco nos iría mal y es jueves y no hay ni un bar abierto y nos vamos para casa. Y ya en casa. Y hay un bistró en el pueblo, en Los Masos, un barecillo que no es nada y que pensamos que no está ni abierto y vamos y el camarero habla en castellano y me tomo un Ricard. Y al día siguiente es viernes y sabemos que por la noche va a llover y que entonces va a nevar en las montañas y cuando nos levantamos está el Canigó nevado y qué bonito, Paco. Escuchamos música, escuchamos listas de música, desde las sesenteras, a System of a Down, a una lista de navidad improbable de la Esme, y las canciones más escuchadas por el Sancho, las brasileñas que no falten y coloco muy al final la lista de los Pepinos Compartidos. Ese día es viernes y nos vamos a Vilefranche del Conflent y es una ciudad o pueblecito amurallado por Vauban y tiene mucha historia y es la historia de un territorio que perteneció a la Corona de Aragón pero que se acabó perdiendo en beneficio de Francia y que Francia fortificó porque no se fiaba y ya ves tú, pero parece ser que en la guerra del 1793 el general Ricardos va y la conquista y se ve que tenían razón los franceses de no fiarse, luego la pierden otra vez los españoles y ya no habla ni dios catalán aunque tengan el rollo y tal, pero hablarlo la gente así de saque y natural, como que no y lo oyes nada de nada y no tienen ni un bar abierto. En Vilefranche sí que lo tienen, un barecillo regentado por un ex bombero. Un vino, dos, la botella. Nos vamos pa casa, hacemos un arroz con... no, eso fue el día de antes. Y lo del Ricard no fue ese día o fue el otro. Qué más da. 

Salto adelante y nos vamos al sábado, hemos dicho de ir a Carcassonne que yo pienso que hemos ido a un sitio que no está cerca de nada y me dicen que no que Carcassonne está cerca, a una hora y digo, vamos, y luego miro y está a dos horas y pico y nos da igual. Vamos a Carcassonne y no sé si se escribe así o Carcasonne o yo que sé. Es muy bonito, me gusta mucho, hace un día de invierno, mola. Está todo, todo, absolutamente todo lleno de españolitos. Como nosotros. Y vamos al castillo y visitamos el castillo y la verdad es que hay que poner un límite alguna vez a visitar castillos que no aportan nada. Fotos chulas, fotos con gente. Ir a sitios con gente, donde hay gente, tolerar a la gente, qué cosas, qué experiencia. Fotos de cruces de cementerios. Por ejemplo. Si no hubiéramos ido al castillo no habría foto de ilustración del texto. Francia como cementerio, no está mal tirada. No va por ahí. Yo que sé. Salimos del cementerio, damos una vuelta, vamos al sitio que hemos reservado para comer. Quiero comer Casoulette y en el sitio nos dicen que quiénes somos, soy Antonio Molina, qué Molina, Antonio Molina, qué dice usted, que sí, que no, que aquí no ha reservado nadie, a ver mira la llamada, vale, nos ponen en un sitio guapísimo y como Casoulette y quesos de postre. Salimos del Restaurante, no me preguntéis nada más. Atomic bomb. Todo es muy bonito pero no puedo ver anuncios de comida. Dicen de ir a Narbonne, lo que sea. Narbonne tiene pinta de molar mucho pero yo no sé si me estoy cagando o me he cagado ya. La casoulette. Tengo que beberme un vino caliente por lo que valga y me lo bebo y yo ya no puedo más y para casa. Un día completito. A las siete y media la ciudad parece que ha entrado en el medioevo, no encontramos ni un bar. 

Nos tenemos que ir. El domingo hay feria navideña. Como indicativo del carácter francés, señalar que los muñecos, personas disfrazadas de muñeco, se retiran a las once de la mañana porque deben considerar que los niños a las once ya han tenido tiempo de verlos. Francia, amigos. Sí, parezco el notas ese del Leo Harlem, hay muchos notas, todos podemos ser un notas, en plan, ya sabes. Volvemos para casa, quiero ir por la costa, pero ya parece excesivo, nos comemos una caravana antes de salir de Francia. Escuchamos Bad Gyal pero yo en mi cabeza tengo a Gainsbourg. Lo llevo bien hasta que suenan los Figa Flawa. Hasta aquí. Lo mejor de Francia, la compañía. Quiero ir al norte de Francia alguna vez, por Simenon y esas cosas. A ver si eso. 

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