lunes, 24 de septiembre de 2012

El gran desgraciado europeo

Yo ahora no me puedo detener demasiado contando la historia de Antas Nekermann, porque se me echa el tiempo encima y entre unas cosas y otras acaba uno siempre con la sensación de que de todas las cosas que tenía que hacer, al final no ha hecho nada, y lo que ha hecho no era precisamente lo que más prisa corría. El caso es que en cuanto pueda, que a ver si puede ser mañana o bien otro día, me pongo a relatar el infortunio sin límites, el ejemplo de que así no, de que la vida no puede ser más cruel para con quien menos se lo merece que nos muestra la vida de Antas Nekermann.
Por ir proponiendo algunos apuntes sobre lo que iremos desgranando les diré que la historia tiene el aroma de los cuentos y relatos que nos cuentan los centroeuropeos. Que hay alguna que otra muerte de carácter natural. Que el protagonista se verá obligado a cambiar de nombre unas cuantas veces. Que llegará incluso a casarse y formar una familia. Que en un arrebato, le pegará dos tiros a un cuñado. Que todo puede que fuera un sueño. Que Antas Nekermann en realidad sea el que está detrás de los misterioros asesinatos que ocurrieron en una aldea abandonada en la Panonia Oriental. Que Antas Nekermann es un poco como todos nosotros. Que yo no conocía Antas Nekermann. Que en la tele no han dado nunca un documental sobre la vida de Antas Nekermann. Que todos los niños del mundo han jugado alguna vez a ser Antas Nekermann sin saberlo. Que la desgracia que asoló a Nekermann no tienen nada que ver con la desgracia que corroe a Europa.
En fin. Que todo eso y más. Pero que ahora mismo no puedo contar nada, porque si me embarco ya no puedo parar y de verdad que no puedo. Tengo una lavadora que poner y, amigos, la lavadora va antes que Antas Nekermann. Y de verdad que no tengo nada más que ponerme y escribirlo de un tirón pero es que ahora no puedo. Con decir que llevo puestos unos calcetines blancos con pantalones negros, se darán cuenta de la magnitud de las cosas que tengo que hacer. De verdad.
Y mira que la historia de Antas Nekermann pide a gritos ser contada como dios manda. Con esa historia de amor no correspondido, en la que ahora el despechado es uno y luego es la otra. Con esa historia familiar de Nekermann, con un padre que se hace pasar por judío para que su propia desgracia tenga una razón de ser. Con ese Nekermann neoyorquino que se interesa por la vida de los Nekermann de Hungría y que acaba descubriendo que pierde el tiempo en una historia que no tiene nada que ver con él.
En fin. Todo eso y más.
Mañana a ver si eso. Ahora no puedo, de verdad.

4 comentarios:

  1. Pues esperaré el momento oportuno en que usted tenga a bien ilustrarnos, caballero, pues nada hay que me fascine más que los ancestrales cuentos centroeuropeos.

    Me encanta, por cierto, ver que el sexo masculino también se ocupa en poner lavadoras ;D

    Un saludo cordial.

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  2. Que agobio madre mía, a ver si pones la lavadora, planchas, pasas la aspiradora y te vas a ganar el pan de cada día. Y luego a la hora de la siesta nos lo cuentas más relajadamente.
    Un abrazo y buena semana

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  3. dons fas la maquinada (toma ya, parauleta! :) i mentres la roba es renta vens i ens expliques la història... o ets dels que es queda mirant la roba com gira dins la màquina de rentar...?
    :)
    ptns

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    1. efectivament. soc dels que mira la rentadora com gira. no em fio gaire. i és molt distret!!

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