lunes, 1 de junio de 2015

El día que ganemos no haremos tanta gracia

Una jornada inolvidable. No se puede ser más rancio, más antiguo, pareciera como si el fútbol le convirtiera a uno en otra persona. Una persona vieja y cargada de tópicos. Jornada inolvidable. Un día de puta madre. Esa era la definición exacta. Un día tremendo. Una pasada absoluta. Imaginen ser del Athletic de Bilbao en Barcelona. Años y años en total y completa minoría. Años y años viendo a uno del Athletic de Bilbao a dos kilómetros y considerarlo un hermano en sangre. Los de Santa Coloma, todavía tenemos un alivio en la Peña Centenario, que acoge a unos cuantos seguidores rojiblancos de los alrededores y así no nos sentimos tan solos. Pero nada comparado con lo del sábado pasado. El sábado pasado fue el día. No saben lo que es pasear por las calles de la Ciudad Condal y encontrar solo a personas enfundadas en camisetas de tu equipo. El fútbol. Aupa Athletic. Lo decíamos casi religiosamente. Porque cuando nos encontramos a uno del Athletic en condiciones normales no nos podemos reprimir. Aupa Athletic, ostia. Claro, si vienes de Bilbao estás acostumbrado a ver a gente del Athletic por todas partes, pero nosotros no. Y nos miraban extrañados. Nosotros y nuestras camisetas, algunas nuevas, otras vintage. Aupa Athletic, joder. Aupa. Total, para perder. Ese es el asunto. Perder. Otra derrota. Vino tantísima gente, tanta, solo para ver perder al Athletic otra vez, que es digno de una reflexión. Yo siempre digo eso de que ser del Athletic ya es ganar. Que no nos hace falta el título, porque con subsistir con lo que tenemos, ya podemos considerar una victoria cada año que pasa. Y sin embargo... joder, también estaría bien ganar alguna vez. Y dejar de caer tan bien. Porque lo que pasa es que nos hemos convertido en una especie de osito de peluche de los torneos. Todo el mundo considera que sí, que muy bien, que somos el mejor rival, pero que van a ganar ellos. El Barça. Somos iguales. Somos lo mismo. Compartimos la misma cultura. Y un huevo. El Barça no tiene esta afición. El Barça no va a perder y cuando pierde arde troya. Nosotros somos un poco como los culés, y me refiero a los aficionados de aquí. Somos de la bronca, de la crítica desmedida, de hundirnos a las primeras de cambio. Los de allí, los originales, no son así. Jamás tuercen el gesto. Nosotros somos como los culés. Un poco. Intentamos aprender, pero no nos sale.
Las calles llenas de rojiblancos. Barcelona zurigorri. Concierto de Doctor Deseo y los vascos volviéndose locos con un grupo que no conocía. Conversaciones repetidas. No sabéis lo que es esto para nosotros, no sabéis lo que significa ver toda la ciudad llena de camisetas del Athletic. No sabéis que casi lloramos viendo la foto de la calle Ferran llena como si fuera Licenciado Pozas. Qué gozada ver esa marea de gente por la avenida Maria Cristina cantando Athletic gu gara. Qué momentazos. La cámara echando humo. Mira, y mira, mira aquí, mira aquí también. Enviando fotos, vídeos, a troche y moche. Comiendo con los del resto de peñas de Catalunya y otras venidas del resto del Estado, cantando, comiendo, bebiendo, no sé. Suena a tópico, pero de verdad que fue un momentazo. Un día tremendo.
Pero claro. El día tenía un sentido, el sentido era el partido. El partido de marras. Como siempre, todo va muy bien hasta que el árbitro dice de darle. Y le da. Y le da bien. Y le da a gusto. Dicen que dimos patadas. Decimos que no dimos ninguna. En el previo a la jugada de Messi que origina el primer gol, el que suscribe era partidario de enviar inmediatamente al astro argentino a la grada, contra la valla, inmediatamente, sin juicio. Pero el fútbol ha cambiado mucho y no se estila repartir. Ya no. Y se coló y nos la clavó. El primero. Y ya todo es oscuro y nos vinimos muy abajo. El resto del partido es ir maldiciendo y penando. Los del Barça que han venido tampoco son muy beligerantes. Copi no dice nada en toda la noche. En la peña estábamos ya prevenidos contra esto, pero no escarmentamos. Nos ilusionamos y queremos ganar. Ganar. Y que dejen de decirnos que 'os merecéis ganar, pero perderéis', 'mi segundo equipo es el Athletic, pero hoy que gane el Barça', 'tenéis una afición cojonuda, pero tenemos a Messi', 'os felicitamos por que sois un equipo de puta madre', y la gente se hace fotos con nuestra bandera, y fotos conmigo y me dan besos en la cabeza, porque somos gente super maja. Somos tan majos, porque perdemos, porque sabemos que vamos a perder. Sabemos que vamos a perder antes, pero no durante, y lo aceptamos luego después. Deportivamente. Sabemos que no vamos a ser nosotros. Que llegamos hasta el final, que lo tenemos todo para hacerlo bien, pero nos falta todo para ganar. Nos falta material. Nos falta tema. En nuestra virtud tenemos nuestra condena. No ganaremos nunca porque somos nosotros. Y así es muy difícil todo. Acaba el partido y con nuestra camiseta a cuestas nos dirigimos a los bares de moda a que nos digan cosas bonitas. A que nos halaguen, a que nos alaben el gusto, a que todo sea feliz. Pero un día, ese día igual no lo veremos nunca, ganaremos y seremos nosotros los que sonriamos felices al ver pasar al perdedor. Al ganador. Ganar y perder. Y no todo el mundo sabe perder igual. No todo el mundo tiene la costumbre.
Una continua derrota. Eligiendo siempre el asunto, el tema, todo aquello que asegure que no vas a ganar nunca. Eso también es una habilidad. Un don.

2 comentarios:

  1. Pero Tolya, qué le importan a ud las modas, si ud. abraza las páginas amarillentas de enciclopedia y a los ajedrecistas rusos.

    A mí también me supera la existencia últimamente.

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  2. Buf, terminan las elecciones y comienza el rollazo del fútbol. Si por lo menos fuera para celebrar una victoria! Bueno, ya será la próxima vez, Tolya.

    Feliz comienzo de semana

    Bisous

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