jueves, 9 de julio de 2015

Gorteza

No es fácil pensar en lo que has de hacer antes de morir. Gorteza está esperando el momento en el que la muerte le llegue, porque le ha de venir y mata el tiempo pensando en nada. Todos esperan a que despierte para que Rípodas cumpla con lo que ha prometido. Va a matarle sin remisión. Porque Estevita Darién podrá detener a su vez el tiempo todo lo que sea necesario, pero lo que es, es. Y Gorteza lo sabe. Por ir hablando de otras cosas, yo no sé lo que debe sentirse justo antes de morir, pero puedo hacerme una idea. Sé que suena pretencioso, pero ser pretencioso tampoco es malo. Tirar alto, apuntar alto, mejor dicho, no es tampoco mala cosa. No siempre ha de estar uno atado a unas limitaciones más que evidentes, así que, de vez en cuando, no cuesta nada pensar e imaginar cosas increíbles. Por ejemplo, morirse. O estar a punto de morirse. De todos los que estaban en aquella sala, Rípodas había estado a punto de morir alguna vez, incluso había fantaseado con estar muerto, con morirse, porque como ya sabemos, se había querido suicidar. Y supongo que cuando te quieres matar, lo que haces es valorar si es mejor estar muerto o estar vivo. Ergo, te imaginas muerto. Te piensas muerto. Morirte no debe estar tan mal, consideras. El momento justo antes de la muerte, en el que sabes que te vas a ir, ese momento, no sé. No estoy diciendo que me gustaría vivirlo ni nada de eso. En realidad a mí me gusta estar vivo. En realidad. Qué forma tan simple de decir las cosas. En un momento de descuido, a Estevita Darién, que también estaba a sus cosas, intentando detener el tiempo, se le va un poco la cabeza porque no deja de ser una persona mayor y los esfuerzos continuados se pagan de alguna manera, se le olvida que está deteniendo el tiempo y piensa, por un segundo, en Gorteza. Un pensamiento turbio. Un pensamiento que no lo puedes escuchar tú, vete a tu habitación. Es un pensamiento que mejor no comentar, porque estos textos, salvo por las cabezas abiertas, son blancos y no contienen escenas escabrosas. La muerte sí. El sexo, que es de lo que estamos hablando sin hablar, no. Estevita Darién, que aunque es mayor desprende un atractivo que puede compararse al de algo tibio cuando hace frío, al de algo que atrae (porque es atractivo) y que ahora mismo no puedo definir, porque me costaría mucho no entrar en lo que hemos dado en llamar 'lo erótico', y no soy yo la persona con más referencias en este aspecto. Que otros alardeen de otras cosas, que yo reconoceré mis limitaciones. Y si he dicho en otro punto que no está mal ser pretencioso e imaginar, en otros aspectos, hablar de lo que uno no sabe más que por referencias, es pecar. Y eso sí que no. Estevita Darién tiene un descuido y Rípodas avanza hacia Gorteza con la navaja en la mano. Rípodas ya ha levantado la mano con la fuerte navaja arriba del todo esperando para pinchar como a un balón de playa el cráneo de Gorteza. Estevita Darién sabe que la ha cagado, pero bien cagada.

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