jueves, 23 de julio de 2015

Lluís Hernández. Que siga.

En la calle... en la calle de la Iglesia Mayor. Santa Coloma de Gramenet es una ciudad de la periferia barcelonesa que tiene nombres de calles que a veces resultan desconocidos para los propios lugareños. O al menos para los lugareños que no se fijan. En frente del Núcleo (que tampoco se llama ya Núcleo), hay un parquecito. En ese parquecito hay una pared y arriba de la pared se puede leer, echándole mucha imaginación, lo que queda de un mural en el que se lee 'Lluís Hernández. Que siga!'. Debe ser un vestigio de un mural de la campaña electoral de 1987, creo. Lluís Hernández se presentaba por tercera vez como candidato a la alcaldía, para lograr la segunda reelección, en el que sería su último mandato. Todo esto lo digo de memoria, porque bien pudiera ser que el mural fuera del 83. Seguro que no es del 91. Todo puede ser.
He leído cosas maravillosas que se han escrito sobre él estos días. Cosas bonitas de verdad. Todo lo que se ha escrito es precioso y yo seguro que desentono, pero no me puedo resistir.
Y bien. Lluís Hernández se ha muerto. Yo no conocí personalmente a Lluís Hernández, no trabajé con él, no estuve con él, no le entrevisté y no le traté cuando estaba en lo alto. Ni en lo bajo. Hace un par de meses, me invitaron a acompañar a una gente que le visitaba casi semanalmente en la Residencia en la que se encontraba y fue la única vez que hablé con él. Solté el par de polladas de rigor y el hombre se rió. Nunca agradeceré lo suficiente lo que significó para mí la invitación y poder estrechar la mano de aquel hombre. Y que se riera conmigo.
Lluís Hernández no se ha ido nunca de Santa Coloma. Yo soy del Lluís. Del cura. En Santa Coloma, somos muchos los que hemos dicho, incluso de pequeñitos, que éramos del Lluís. Recuerdo estar en la plazoleta de mi pueblo, del pueblo de mis padres, con otros chavales, hablando de política que fíjate tú lo que sabríamos nosotros con diez años o menos y contar hinchado como un pavo que en Santa Coloma teníamos un alcalde que era cura y comunista. Y no se lo creían los chavales del pueblo. Y yo lo explicaba tan orgulloso, como si... es que estaba orgulloso. Lluís Hernández era y ha sido el personaje que hizo que muchos, que todos los colomenses, tuviéramos a gala ser de aquí. Old School, decíamos ayer. Vivir aquí, sentirse de aquí. En una ciudad en la que buena parte de los presentes tenemos la cabeza en otra parte porque la sangre tira, Lluís Hernández, su figura, lo que significaba, las leyendas de las tomas de autobuses, las luchas en las Oliveras, el ambulatorio... todo, te hacía ir con la cabeza bien alta. Soy de Santaco. Vosotros seréis de otros sitios, pero no tienen al cura.
Repartiendo propaganda electoral, se te encogía la patata al ver cómo la gente se acercaba a decirte que 'yo he sido siempre del Luis, el mejor alcalde que ha habido aquí, porque lo daba todo y no se quedaba con nada, todo es todo eh....'. Y cada día se te ponían los pelos de punta comprobando lo que le quería la gente.
Estos días nos acordaremos de su obra, lo que hizo, lo que consiguió, y lo que consiguieron con él para la ciudad todos los que estuvieron con él, a veces también contra él pero que en el momento final se han portado como compañeros y compañeras que rinden homenaje al que se lo dejó todo por la gente, por los que no tenían nada. Todo. Y se recuerdan anécdotas, hechos, leyendas, de una figura que explica qué es Santa Coloma desde dentro. Y que explica porqué somos los colomenses tan de aquí.
Es por Lluís. Que siga.

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