miércoles, 12 de diciembre de 2018

Eugenio D'Ors. 1881 - 1954 - Javier Varela

No sé cómo empezar este texto. La biografía de Eugenio D'Ors me ha impactado. Creo que desde el Instituto, la figura de este escritor, pensador, periodista, personaje en sí mismo, me había llamado la atención. Alguien que pasó de defender un catalanismo muy personal, (iba a poner 'radical', pero no me gusta lo de radical, radical como si fuera malo, radical, violento, enfermizo, en contraposición con un adjetivo más benévolo como moderado o... no sé), un catalanismo inspirado en las ideologías reaccionarias de la Acción Francesa, que chocan con los catalanistas tradicionalistas de la Lliga, pero que no deja de tener sus cuotas de poder cuando se crea la Mancomunitat que, tras diversas vicisitudes que ahora contaremos, pasa a entrar en Falange y convertirse en un autodenominado como 'inventor' de lo que el régimen franquista propugna. Así. Y sin desdecirse ni un momento de sus postulados.
Me interesan desde siempre los 'malos'. Los que transitan desde una posición hacia la opuesta. Los que pasan a ser muy de izquierdas a muy de derechas. Los contactos entre quienes más se dan los golpes en el pecho y más valientes son de un lado, con los del otro. Los que al final dicen no haberse movido de su sitio, siendo los otros los malos.
También, me doy cuenta tarde, los que creen que tienen la razón, una razón, una idea, la idea buena, la idea de verdad, la capacidad de estar ahí delante, que finalmente nunca están delante, siempre acaban quedándose fuera de juego. A D'Ors no le pasa eso, realmente, no se queda solo, no se queda fuera de juego, tendrá su legión de admiradores y de detractores, pero no recibirá ese reconocimiento que cree esperar.
D'Ors, la biografía de D'Ors también me ha interesado por lo que escribe. Una persona que decide escribir todos los días (puede publicar también en los diarios, que eso es mucho), que escribe sobre lo que ve, a los sitios a los que va, pero de manera breve, sin extenderse. Escribe Glosas, y publica Glosarios. En catalán y en castellano. Mejor por lo que parece en catalán que en castellano. Pero escribe, sobre todo, de sí mismo. No escribe solo de lo que ve, sino de lo que le parece lo que ve y cómo debería ser. Lo que es bueno y lo que es malo. Lo que debe ser y lo que es. Hace categorías, establece reglas, lo barroco y lo clásico. Lo barroco, lo emocional, lo pintoresco, lo romántico, es malo. Lo clásico, lo sereno, es bueno.
Eugenio D'Ors y su biografía, su primera biografía, sus primeros años, hasta los años 20, nos enseña algo que quizás hoy se ha olvidado. Existe un catalanismo popular, un catalanismo progresista, un catalanismo hoy casi olvidado a la fuerza. Pero también un catalanismo reaccionario, conservador, tradicionalista, tremendamente clasista, olvidado por muchos voluntariamente. Hoy solo existe un catalanismo exaltado, simbólico, con muchos tics de ese catalanismo reaccionario, pero con vocabulario 'republicano'. La biografía de D'Ors habla de cosas, de sistemas, de formas de pensar, de ideas como la de Imperio, la superioridad cultural, el supremacismo, el clasismo, en su etapa catalanista, su desprecio por el tradicionalismo, por el pintoresquismo, por lo rural, su predilección por la cultura, cultura desde arriba, el orden, la clase, la distinción, que traspasadas de un lado al otro, se aplican de la misma manera.
D'Ors no se pasa al lado oscuro. El lado oscuro se lo inventó él.
Y del despecho. Del no asumir que no. De no saber perder. De no saber enfrentarse a enemigos más poderosos. De 'venderte' a quien hace poco era tu enemigo, por despecho, por rencor.
D'Ors es un chico bien, con cultura, con buena pluma, que es acogido por los mandamases del catalanismo como una joven promesa. Y se lo cree. Y se infla. Y se engorda. Y su ideología no es la misma de las que los que mandan. Cree que va por delante. Y acaba estrellándose. Y se estrella. Y cae. Y no se encuentra. Y son los tiempos de revolución de 1917 y los catalanistas de derecha como Cambó salen a la calle fusil al hombro para mantener el Orden. Y D'Ors se mezcla incluso en aventuras sindicalistas, con gente como Seguí o Layret, pero ese no es su mundo, cree que lo es, porque es un reaccionario maurrasiano y también un seguidor de Sorel y cree que aquí lo puede aplicar con los sindicalistas anarquistas. Pero no. Y se acaba yendo a Madrid. Y allí dice seguir siendo el mismo. Y apuesta por el orden. El orden sobre todo. La mano fuerte. La mano firme. El orden. Y parece que es un avanzado del Fascismo. Y no es un fascista. Es otra cosa. Es un reaccionario.
El que manda. El que dirige. El que manda tiene que estar sentado, trabajando, ordenando, pensando qué se hace y haciéndolo. No le gustan los que gritan y hacen discursos y se mueven. No le gusta Mussolini y Hitler. Le gusta Salazar y Prat de la Riba. Gente de orden, que en todo momento sabe qué pasa, qué hay que hacer, qué se cuece. Y actúa. El fascismo.
El fascismo. El falangismo. Y sus ideas, sus fórmulas, sus reglas, son adoptadas por gente muy reaccionaria, muy de derechas, que acaba formando Falange. Y cuando estalla la Guerra Civil él ya es de ellos, y se reivindica como su padre, y su propio hijo es uno de los creadores de Falange. Y las imágenes evocadas, las figuras, las reglas, los ritos, las normas, son las mismas. Las mismas de antes. Y acaba la guerra y espera recoger el premio de tanto trabajo. Y lo hay, claro que lo hay. Pero dura poco.
Y él sigue escribiendo, pontificando, clasificando, despreciando, siendo él el orden y el ordenador. El padre de muchos intelectuales. De muchos periodistas. De muchos políticos.
Y se creerá filósofo y no llega. Pero sus ideas las ves en muchos sitios. En muchos discursos. En muchas partes. El clasismo. El orden. La cultura como un arma. La disciplina. Disciplinar España. Disciplinar Catalunya. Limpiar. Limpiar. Ordenar. Quitar lo enfermo y lo oscuro. Darle Luz y ser un Imperio. Imperio intelectual, de pensamiento, colonizar con el pensamiento.
Páginas y páginas aterrorizado.
Páginas y páginas con ejemplos que mejor no reconocer hoy día. Pero que reconoces hoy día.
Y vuelve a Catalunya. Y la persona ya hace años que no reconoce al personaje.
Y sigue escribiendo, todos los días. Incluso de cosas que despreciaba. Luego le verá el qué.
Y se muere.
Y es una biografía impactante. Hay gente así. Gente que nos influye. Que dicta las normas. Que inspira a los que tienen el puño cerrado. Que inspira pero que parece olvidada.
Que no interesa recordar.
Pero están ahí. En un lado y en el otro. Los mismos perros, diferente collar.

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