sábado, 1 de diciembre de 2018

The Beatles - It's all too much

La canción comienza con una voz, supongo que la del propio Harrison, avisando o llamando la atención y acto seguido la guitarra pega el primer trallazo para avisar de que el viaje va a comenzar. Un viaje a través del amor. La canción aparece en el Yellow Submarine y aunque está grabada en el año psicodélico de 1967, como parte de la banda sonora de la película, el disco no aparece hasta el 69. Desde la primera vez que escuché esta canción hace muchos años ya, me atrapó. Por el viaje, por lo que dice, por lo que descubro que dice cada vez que la escuchas, por cómo nos lo dice. Un viaje en una sola nota que va pasando durante casi siete minutos en los que una batería con unas palmas y un bajo que solo golpea una cuerda, sirve de guía a todo un sinfín de ruidos, de guitarras, de trompetas. De todo.
Nunca sabré de qué va del todo la canción. El amor que tienes es demasiado. El amor que fulge en torno a ti, es demasiado. Intenta captar todo lo que hay en el mundo, todo lo que brilla, todo lo que es bueno, coge un trozo, pero no demasiado. Desde la primera frase. Cuando te miro a los ojos, tu amor está ahí, y cuanto más viajo dentro, más hay que ver. Hoy me contaban una vez más algo parecido. Cuando ve que estamos tristes abre los ojos. Hay gente que tiene un amor que resplandece, que tiene mucho amor, un amor que no tiene que ser una cosa de violines y romanticismo, de amor convencional, de amor de san Valentín, es algo que no sé definir. Pero que la canción lo dice y lo dice bien. Aunque esté en inglés y no lo entiendas, no sepas qué es, pero sabes que lo está diciendo. El amor que desprendes en torno a ti. El amor que está ahí. Es demasiado. El amor que desprendes es demasiado.
Gente buena hay mucha. Personas que hacen cosas buenas. Que tienen buenos pensamientos. Que se esfuerzan en hacer cosas buenas. En trabajar por los demás. En hacer por los demás. En pensar en los demás. Pero hay gente que desprende amor. Y que lo hace sin saber. Sin querer. Y que por eso, a veces, dan demasiado. Y no hace falta contarlo o cantarla de manera delicada, bonita, perfecta. Puede ser que le quede mejor una cosa desproporcionada, distorsionada, sin fin, sin final, con las palmas todo el rato diciéndonos que ese amor es demasiado, demasiado amor, demasiado brillo. Cada vez que empieza la canción es un punto y aparte y una celebración de las personas que uno sabe que tienen ese brillo. Un brillo que es demasiado.
Cuanto más te metes dentro, cuanto más conoces a alguien así más quieres saber. No hay mucha gente así. Todo el mundo parece un pastel, coge un trozo, pero no demasiado. Gente que te lleva de viaje por lugares que no están aquí, para los que no necesitas mirar en páginas web, en directorios, en guías, te llevan fuera de otra manera y vuelves a casa. De otra manera. Qué pobreza de vocabulario o qué miedo a parecer cursi. La trompeta que suena no parece cursi y es cursi. Porque de fondo hay un mar de distorsión. Un mar de música contundente que va fluyendo y que sirve de fondo perfecto para recordar a quien quieres. En el caso de Harrison cantaba un trozo de otra canción, with your long blonde hair and your eyes of blue… cuanto más aprendes menos sabes. Cuanto más te esfuerzas en tenerlo todo controlado, más pretendes cuadrar las cosas, más has intentado hacer las cosas de manera organizada, menos sabes. Cuando intentas saber, menos entiendes.
En un mar de ruido. Un mar controlado de ruido que va fluyendo y que te va diciendo que todo lo que haces es demasiado. Demasiado. El amor que resplandece, el amor que le das a alguien porque no sabes hacerlo de otra manera, el amor que alguien te pide y te reclama y que te solicita con solo mirar. Una mirada. Es demasiado. Alguien te pide amor desde el primer momento, porque necesita de ese amor. Porque sin ese amor no es posible. Todo es peor. Todo siempre es mucho peor. Un amor incondicional. Demasiado. Demasiado. Como si estuviéramos desfilando vestidos de payasos. Demasiado. Demasiado. Seguro que se ríe. Demasiado. Demasiado. Y la música gorda, gruesa, con el bajo gordo, la batería sencilla, el coro que quiere ser oriental a veces y que dice lo que tiene que decir. Yo no soy así. No soy de esas personas que tienen tanto amor ni que brillan ni que nada. No cumplo con casi nada de lo que dice esa canción. Solo con esas primeras frases. Cuando te miro, el amor está ahí. Y cuanto más me meto dentro, más hay que ver. Es demasiado.
Es demasiado. Incluso la sensación de no escribir más sobre la canción. Como la propia canción, que acaba y no tiene fin. Es demasiado. El amor que brilla en torno a ti. Si dejo de escribir es como si el influjo de la canción desapareciera también. Eso es un problema. Un problema. Pero también lo dice la canción. Coge un trozo, pero no demasiado. Deja algo para otro día. Entiende la canción otro poquito cada vez que la escuches. Está ahí, es de los Beatles, no es difícil de encontrar. Es demasiado. Enséñame que estoy por todas partes y llévame a casa, aunque el viaje no acabe nunca. Aunque el viaje se acabe. El amor que das es demasiado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario