miércoles, 28 de septiembre de 2016

El Sistema Nervioso

Volvemos por un instante a consultar algunas de las obras que nos han llegado y que se acumulan en nuestro buzón, recuperando un texto de Valdemaras Echagüe titulado 'El Sistema nervioso', que nos ha parecido digna de mención. O como se diga.
'Llevaba unos días raro. No sabía exactamente que me estaba pasando y por mucho que lo intentara y hablara con mi gente, no era capaz de localizar el qué. Era una sensación extraña, me faltaba algo. No encontraba. No lo veía. Así que entré en la tienda y pedí un Estado de Nervios. La dependienta se dirigió al estante donde se encontraban y cogió uno, pero no de los que estaban en la parte de arriba, que siempre están algo más arrugados, sino de los de abajo, que estaba impecable. Me lo enseñó y me dijo si necesitaba algún envoltorio especial, le dije que no, que me lo llevaba puesto. Salí de la tienda por la puerta y nada más poner un pie en la acera empecé a sudar y a mirar a los lados de manera compulsiva. Me quise sentar en alguna parte y no podía, porque no podía de dejar de mirar hacia los lados, a pensar que algo me iba a pasar, y no encontraba el sitio en el que me pudiera sentar. Caminaba deprisa por la calle y le iba dando golpes a todo el mundo, uno me llamó la atención, un señor con sombrero, y le empecé a gritar, a decirle de todo, le cogí el sombrero y se lo rompí, como en las películas, le pasé un puño por el... y lo tiré al suelo. Acto seguido me puse a llorar, y a pedirle perdón, pero cuando me puso la mano encima para preguntarme que qué me pasaba, me fui corriendo. Me paré delante de la parada del autobús, y me apoyé en el plafón de los anuncios, del plafón de los anuncios me quise sentar en alguno de los bancos de la parada, pero había algo en los bancos, algún tipo de rugosidad que me hacía sentir incómodo. Miraba el reloj todo el rato esperando a que llegase el autobús. Llegó el autobús pero no era mi autobús. Al final llegó mi autobús, cuando yo ya había preguntado veinte veces si había llegado mi autobús. No encontré asiento en el autobús, me fui a apoyar en una de las barandas y me quedé mirando a una señora que estaba intentando hacer callar a un niño, que supongo que era su nieto, y el niño lloraba y gritaba y pataleaba y chillaba y se reía y de vez en cuando se paraba y me miraba y yo evitaba mirarle y no podía parar de mirarle y querer que se callara, y me quería bajar y me quería ir, y el autobús no llegaba y a veces se me olvidaba dónde estaba y el autobús llegó y me bajé y no encontraba la llave de la casa y ya pensé que me la había olvidado y me la había dejado en algún sitio y empecé a pensar y a venirme abajo y a ver cómo entraba yo en mi casa y encontré la llave y luego me hice la comida y no tenía pan y luego me puse a escuchar la radio y jugaba el Real Madrid y parecía que iba a perder y al final ganó y luego me fui a dormir y venga a dar vueltas y vueltas y vueltas y vueltas y me levanté por la mañana desenjacado y me fui a ver a los colegas en el bar y les dije... estoy muy nervioso. Y ya está. Todos tranquilos'.

2 comentarios:

  1. Pues yo creo que tenía que haber comprado de los de la parte de arriba.
    Estados de nervios son justo lo que nunca necesito comprar. No sé cómo me arreglo que me duran eternamente.

    Feliz tarde

    Bisous

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  2. Cómo lo entiendo. Me deja ud tranquila.

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