lunes, 16 de septiembre de 2024

Pequeños cuentos centroeuropeos


Una cuestión que no es menor es la actitud con la que enfrentas los problemas, mucho más que el problema en sí. Theresin era igual que tú, en cuanto la cosa se complicaba, ella lo complicaba todo mucho más y así todo se liaba, se embarullaba, se hacía imposible y finalmente abandonaba para volver a recaer y encontrarse con otro problema que resolvía, o no, de la misma manera. Esquivaba los problemas, puedes pensar que es una manera de hacer más o menos inteligente, pero no. Lo que Theresin hacía era complicar los problemas. Parecía tener una habilidad especial para esto. Theresin finalmente optó por una decisión drástica que tú ya conoces. Se fue. Se marchó porque creyó que el problema éramos nosotros y que en otro sitio las cosas serían de otra manera. No tardó en volver y no lo hizo sola, ya te acuerdas de Fedor, aquel chico con el que se casó y que era majísimo pero que, una vez aquí, se le giró la cosa y acabaron peleándose. Y no te digo yo que el problema no fuéramos nosotros, pero es que nosotros y una vez que vino con Fedor nosotros no aparecimos prácticamente, es que nosotros no buscábamos a Theresin y sin embargo Theresin venía a nosotros. A lo que voy es que Theresin tiene un problema y ese problema de Theresin es que quiere algo de nosotros que no es capaz de asumir que no va a conseguir. Y como no lo consigue lo lía todo, lo complica. Y aquí estamos, que no sabemos si llamarla, si quedar con ella, si hablar o si conformarnos con ir tirando y seguir a merced de sus idas y venidas. En fin, que si quieres te cuento lo mío que también tiene miga. 

viernes, 13 de septiembre de 2024

Pequeños cuentos centroeuropeos


Inventar, inventar, podemos inventar cualquier cosa, pero lo que le ocurrió a Argimira la de la Tienda cuando fue a visitar a su hermana Cloti que vivía en la calle Alta, por encima de aquella mercería que fue de las primeras en quitar la campanilla de la puerta para poner un sensor que pitaba cada vez que entrabas y que asustaba a la gente y que no sabían luego cómo quitarlo, pues que lo que le ocurrió a la Argimira, pues no es ni medio normal. Porque ella tenía aquel camino muy por la mano. Cada semana subía a ver a su hermana y la Cloti le devolvía la visita al día siguiente. Se veían, hablaba la Argimira de las cosas que le habían pasado y cuando la Cloti le devolvía la visita se daba cuenta de que al haberse visto con tan poco tiempo de distancia, no tenían nada que decirse y así la segunda visita de la semana se convertía en una sucesión de silencios. Lo que ocurrió aquel día con la Argimira es que cuendo llegó a casa de la Cloti, subió las escaleras de los dos pisos, abrió la puerta y entró en casa de su hermana, fue que la Cloti comenzó a hablar. No le contó nada especialmente reseñable, dolores en la espalda, cosas por fregar, lo caro que está todo, una tienda nueva, un programa de radio que escucha todas las noches y donde habla gente que necesita estar acompañada y que a ella le gusta mucho. El hecho fue que Cloti tomó la iniciativa. Argimira no hizo ni un gesto. Escuchó a su hermana y cuando acabó y se bebió su copita de anís. Y entonces ella contó lo que tenía que contar, problemas en la espalda, no podía dormir por la noche, había cambiado de sitio una butaca, no le gustaban las cortinas de su comedor y no le gustaban desde que las puso y ya sabía que llevaba contándole eso desde hacía años, pero es que no y que tenía una radio en algún cajón pero nunca la sacaba para escucharla porque al cabo de un rato de tenerla puesta se dormía y sin embargo, sin la radio no se dormía. Pues ponte la radio si no puedes dormir, hermana. Pues mira. Desde entonces solo se ven una vez por semana, pero la visita dura el doble.  

jueves, 12 de septiembre de 2024

Pequeños cuentos centroeuropeos

Antonio Deborach era un melómano conocido por todos en el barrio. Parece que había sido profesor, quizás de música, hacía bastantes años en algún colegio privado de la zona alta, pero una desmedida afición por la bebida le había apartado de la docencia. Malvivía dando clases particulares y evitando pisar los bares que acababa frecuentando más de lo debido. Cuando le preguntabas por cómo le iba, cómo estaba, su respuesta siempre incluía una referencia musical, alguna canción, un disco que te recomendaba, una pieza de música que no dejaba de sonar en su cabeza. En el barrio, lógicamente, le llamábamos 'Mozart'. Así que a Mozart nos lo encontramos una vez tirado en el suelo, un poco más allá de la puerta de su casa y lo llevamos al médico. Llorando nos contaba que había estropeado su colección de discos por haberlos tenido demasiado tiempo al sol. Sin sus discos no sabía qué iba a ser de él. Como solución de emergencia le propusimos que escuchara la radio. Había muchas emisoras musicales, incluso existía una emisora especializada únicamente en música clásica. Mozart nos hizo caso y durante un tiempo pareció estar bien. Seguía frecuentando el bar más de lo necesario y seguía hablándonos de cosas que estaba escuchando, de un artista que descubrió en un programa, de una cantante desconocida de un país que nunca habíamos conocido. No conocíamos muchos países. Otro día, descubrimos que Mozart se había encerrado en el lavabo del bar y no quería salir. Se había querido cortar las venas. Lo llevamos al médico otra vez y este le recomendó ingresar en un centro para recuperarse. Allí descubrió a dos o tres tipos que también eran conocidos en sus barrios como Mozart. Nos lo contó cuando salió al cabo de un par de meses. Ya no bebía y llevaba debajo del brazo un disco de un compositor checo que, no sabía porqué, le había llamado la atención.   

lunes, 9 de septiembre de 2024

Pequeños cuentos centroeuropeos


Posiblemente esto ya lo haya contado antes y también cabe la posibilidad de que lo vaya a contar después. De todas maneras, voy a contarlo. Esto es lo que pasó cuando José Carlos Páez, conocido en el barrio por el sobrenombre de Papi, decidió afrontar la realidad y poner algo de orden en su vida después de una temporada en la que anduvo perdido y no había manera de hacer carrera de él. Una tarde, después de no comer, de haberse quedado en el sofá mirando la tele, tuvo una suerte de epifanía. Él habló después de un 'transimiento'. Bajó a la calle y se dirigió a la tienda de la señora Adela, que vendía un poco de todo y casi siempre poco y se ofreció para ayudarla en lo que se pudiera y necesitara. La señora Adela conocía al Papi desde chinorri y había sido amiga de la madre del Papi hasta que esta murió y lo dejó a cargo de su tía y la señora Adela siempre miraba al Papi con el presentimiento de que el Papi no iba a acabar bien. Y ahí lo tenía, delante de ella ofreciéndose a trabajar en una tienda en la que no había apenas trabajo. Y sin embargo, aceptó tenerlo allí con ella, ahora cógeme esa caja, ahora ordéname esos mecheros, mira a ver si todas las botellas de leche están bien, tírame los bollos que ya estén mohosos o duros, bárreme, friégame, limpia un poco la estantería, ajústame eso que parece que cojea. El Papi se levantaba cada mañana a las siete de la mañana y a las ocho ya estaba en la puerta de la tienda de la señora Adela. A las ocho menos cuarto, paraba en el bar del Gallego para tomar un café. El Gallego le preguntaba siempre si lo quería adornar y él siempre contestaba que no, que estaba trabajando. Ahí estuvo, trabajando por un sueldecito casi testimonial durante un tiempo, unos años, quizás fueron diez. La señora Adela no tenía intención de morirse. No tenía hijos. Pero la intención no fue suficiente y un día se murió. Antes de ese día comenzó a sentirse mal, un dolor de cabeza, resultó ser un tumor, en fin. La tienda cerró. La señora Adela no era dueña de la tienda, que el local era de un tipo que vivía en la Bonanova y al que no conocía nadie. El Pipa pareció que se iba a la mierda otra vez. Volvió a aparecer en al bar del Gallego. Esta vez lo pedía enriquecido. Adornado. Como fuera. Ponle algo, Gallego. Se pasaba los días allí. Esperando el 'transimiento'. Le pasó un día en el propio bar. Le preguntó al Gallego si necesitaba algo. El Gallego le contestó que necesitaba morirse. 

jueves, 5 de septiembre de 2024

Tríptic del Silenci. La condició txarnega - Brigitte Vasallo


Este libro la verdad es que no es un libro. Un libro como uno espera que sea un libro que se ponga a hablar del charneguismo y de lo que es o de lo que parece ser o lo que quiera que sea. Un ensayo, vamos. Un tratado sobre la condición de los que no tenemos ni el nombre ni los apellidos y que poco o mucho tenemos una historia que no aparecía y no aparece en casi ningún sitio. Aparece, de vez en cuando, claro. Pero no así. Porque lo que hace Brigitte Vasallo en este compendio de páginas es transmitir un grito. Es decir, no esperen en este libro algo académico, algo político, una reivindicación personal, una historia de la familia, la superación, lo pobres que éramos y mira ahora, el sufrimiento, la buena acogida, lo integrados que estamos, nada. No. Lo que Brigitte Vasallo dice en este libro es ese estar hasta los mismísimos de no ser. De ser y de no ser, de no poder ser nunca. De estar siempre y no poder estar nunca. De tener la cabeza en muchos sitios, con mucha gente y saber que eso no está bien, que no es lo que se espera, que no tenemos y no somos. Que queremos ser otra cosa. Que no tenemos ni siquiera el nombre bien. Nada está bien, puto español de mierda. Fascista. Nyordo. A quién le importa de dónde eran tus padres. Eso. No esperen en este conjunto de páginas nada que no sea ese grito que quieres lanzar cuando te das cuenta de que no, no eres y no serás nunca. 

miércoles, 4 de septiembre de 2024

Turingia, Sajonia.


Comenzaré diciendo que no tengo ni idea de cómo es Turingia y tampoco Sajonia. Ambos son estados del Este, es decir, de la ex RDA y no sé qué evolución han tenido desde la caída del muro, pero... pero por lo que parece a lo largo de estos años ha crecido allí la extrema derecha de manera importante. No una extrema derecha de estas de por aquí, no, ahí hablamos de cosas más serias. Un reciente artículo que explicaba qué era la AFD decía que podríamos caer en la tentación de pintarlos como un grupo de estrambóticos fachas sin más, pero no, es peña que va bastante en serio y ya sabemos qué pasa cuando esta gente va en serio y en serio en Alemania. Lo que más me fascina de todo, como siempre, es ver hacia dónde se dirigen las culpas de todo esto. La extrema derecha, los nazis, aumentan su representación electoral y a quién culpamos. ¿No será culpa de la izquierda que suban los nazis? Ya leí ayer un artículo publicado donde lo progre es delito diciendo que, precisamente, los progres tenían la culpa de que suban los nazis ya que no se están aplicando los principios rectos del marxismo-leninismo o algo así en la política alemana. Efectivamente, no aplicar los principios del marxismo-leninismo puede que no conduzcan precisamente al socialismo, pero de ahí a pensar que todos somos cómplices del ascenso del nazismo... a ver. Estamos a punto de recuperar el 'socialfascismo' como manera de identificar a todo el mundo. Y ya sabemos lo bien que suele ir eso. Sale mal. Una reflexión estúpida, en este caso por mi parte, es decir que si los nazis, los fachas, la extrema derecha, sube, es principalmente culpa de los nazis. Y de que hay mucho dinero detrás de los nazis y de que los nazis y la extrema derecha no son esos pelaos con garrote con chincheta, sino unos finos estilistas de la comunicación con muchísimo dinero detrás que van contaminando el debate, la opinión, las alternativas, todo, hasta que parece que no queda otra cosa que ellos. Inmigración, el problema, cada día en la radio, en la tele, el aumento de navajas requisadas, los menas, los inmigrantes en Tossa, el alcalde de Tossa como ejemplo de argumento muy de derechas disfrazado de simple economicismo, inmigración, la percepción de seguridad, nos invaden, todo mentira. Absolutamente todo. Pero ahí tenemos los días en medios privados y públicos el tema, en tu cabeza, siempre. Y las voces que dicen que la izquierda debe ser realista y afrontar este debate de manera seria. Que debemos ser realistas y serios. Como por ejemplo Sarah Wagenknecht y su oferta política basada, dicen, en ser de izquierdas en lo nosequé y de derechas en lo nosecuantos. Y de repente eso parece una salida. Que por aquí todavía no abraza nadie, claro, pero. Pero. Qué tentador. Afrontar debates con realismo. Ese diez por ciento de votos. Dejar de ser buenistas. En realidad tenemos un problema. El horror. Está claro que los discursos valientes y que discuten temas como la identidad y la nación y los derechos naturales, no están muy de moda y que una parte de la izquierda, aquí mismo, utiliza la identidad como una herramienta antifascista. Pero pienso que eso debería cambiar desde el lado de quienes no somos izquierdas nacionales y discutir esos temas con alegría. Y jugar abriendo el campo. Si no quieren, daremos más. Interesante lo que ha escrito hoy, creo el Bernabé. Por ahí, quizás. Pero no darnos latigazos en la espalda y, ni mucho menos, dar ni un paso atrás. Ni para tomar impulso. 

martes, 3 de septiembre de 2024

Crónica de la Festa Major de Santa Coloma. Olor de Ámbar.


Venga, comencemos por el principio y casi lo más importante y ya nos lo quitamos de en medio. Este año hemos podido disfrutar a nivel personal y colectivo de la Festa Major de Santa Coloma porque no hemos podido montar caseta de Comuns. ¿Por qué? Porque el Ajuntament ha decidido no poner dinero para las casetas y el coste de las casetas resulta inviable. ¿Entonces lo de Can Zam no era una Fira d'Entitats? No, bajo ningún concepto. Tres 'entidades' han puesto caseta, es cierto. Dos de ellas auspiciadas o amparadas o respaldadas por negocios de la noche colomense. ¿Por qué le han llamado Fira d'Entitats? Pues porque les ha dado la gana, pero podrían haberlo llamado 'discoteca a cielo abierto' y no hubieran engañado a nadie. ¿Pero si se hizo una paella en la caseta de la AV Raval? A la que asistieron regidores del equipo de gobierno, del PP, y alguna despistada que no entiende que eso 'legitimaba' la actuación del Ajuntament. ¿Pero no les van a dar una subvención? Es posible, la promesa está, pero las cosas no se hacen de palabra cuando se están jugando tanto dinero. Debería ser todo más formal. Pero en Santa Coloma funcionamos así. Casetas sin el nombre de las entidades en la caseta. Y así nos encontramos con que hemos podido vivir la Festa Major y contemplar cómo desde la Fira d'Entitats al resto de actividades programadas, con la excepción de los inevitables y necesarios actos relacionados con la cultura tradicional catalana y los espectáculos musicales (con barras alrededor, claro), tienen el alcohol como elemento vertebrador. Y sí, soy de esos cenizos que no se lo pasan bien con nada, que no quiere RockFest, que no entiende Santa Coloma, claro. Y así nos quedamos con una Festa Major absolutamente blanca, europea, donde no encontramos prácticamente ninguna muestra de la diversidad de una ciudad que tiene 120.000 habitantes pero que parece reducida a quienes o somos nacidos o descendientes de las emigraciones del resto del Estado. El resto, brilla por su ausencia. No encontramos caras diferentes en el Corretapa, en el Sintonizza, en las discotecas de Can Zam, incluso en las actuaciones musicales. La oferta es para nosotros y nadie más. ¿Dónde vemos otros rostros, dónde están los otros colomenses? En las atracciones. ¿Es esto inevitable? Pues no, porque para eso debería existir un ente, por ejemplo EL AYUNTAMIENTO, para vertebrar una Fira d'Entitats donde se reflejase la diversidad social y cultural de nuestra ciudad. Pero no, lo que se quiere demostrar es la diversidad de negocios que tenemos. Es una elección, no es nuestra elección. El repaso del día a día de esta Festa Major podría comenzar con el seguici inaugural, donde nuestras diversas collas castelleras, geganteras, demoniacas y diableras, nos ofrecen lo bueno y mejor que tienen y así lo harán durante el resto de días del fin de semana. Ah, claro, la alcaldesa. A lo largo y ancho de estos cuatro días hemos visto a la presentación o representación de Mireia González como alcaldesa de la ciudad en sustitución de Núria Parlon, que a su vez ha seguido visitando la ciudad y fotografiándose casi como alcaldesa emérita. Sin embargo los focos estaban, están y estarán ya puestos en Mireia González. Estas fiestas no son sus fiestas, no han sido diseñadas o pensadas por ella ni su equipo y tendremos que esperar y esperamos que sean diferentes. Por lo pronto hemos visto que, desde el primer discurso de la recepció d'entitats, el esfuerzo por presentar a la nueva jefa del cotarro es evidente y que ésta, además, se esfuerza (o quizás le sale natural) en tener otro tono. Y ahí lo dejo. Otro tono. Arropada por el tropel de regidores y técnicos y técnicas, la nueva alcaldesa se ha desenvuelto por los puestus y, hasta el momento, todo sigue igual. Una visita a las Festes Alternatives como paso previo a la estancia y residencia en Sintonizza. No por parte de la alcaldesa, sino por mi parte, que hablo de mí. Las Alternatives este año se enfrentaban, en principio, al mismo problema que nosotros pero ellos deben tener otra manera de gestionarse y al final han hecho unas fiestas similares a las de siempre. Y está bien que se hayan proyectado con el lema 'orgull de classe' porque es precisamente el orgullo de clase lo que no acabamos de concretar lo que es y si ese orgullo de clase sólo lo detentan unos o bien no entendemos que en Santa Coloma lo de la clase es precisamente lo que nos define, a todos y todas. Y si el primer día no acabé en las alternativas, sí lo hice el segundo. Pero el primer día acabé en el Sintonizza. Este año el cartel del Sintonizza era para mi un arcano. No conocía a casi ningún grupo. La excepción de las dos bandas colomenses, Alcancen Victoria y FANTA, así como nombres como Mujeres. Y lo demás, cero points. Llegué a medio concierto de los Mojama Saz y me gustaron. El rollo así como tribal y psicodélico a la vez y las pintas de los muchachos, me molaron. Y de ahí pasamos a The Jackets que, no es que yahan, perdón, hayan, inventado la cocacola, pero su cocacola es efectiva, rock garagero de siempre con una cantante que ella solita mantiene el tipo de toda la actuación. Perfecto. A la cama. No, no he ido al corretapa, os lo vuelvo a repetir. Este año, precisamente este año que no he estado atrapado en la caseta, ha sido el año en el que menos me ha apetecido el rollo del corretapa. Las colas, los precios, y un ambiente donde si no estás muy arriba te sientes como absolutamente fuera de lugar, no acompañaba. Así que después de haber hecho un vermutete en el local con los y las compañeras, a por el arroz de las alternativas. Arroz vegano junto a la familia política. Despedida y siesta. Encuentro después con los camaradas del PCPC. Este año no ha habido cervecita revolucionaria, la cerveza que por sistema nos tomamos en su caseta y les preguntamos cómo va. Nos los encontramos en las alternativas lamentándose y con razón de que se han cargado la Fira d'Entitats y que no hemos hecho nada al respecto. Y tienen razón. Lo hemos denunciado, lo hemos explicado, pero qué. Discotecas a tope. Al Sintonizza del Sábado no le faltó de nada. Un orgullo ver a mi colega Gorka en el escenario del Sintonizza, de verdad, con Alcancen Victoria y verlo además como si llevase de gira con Bob Dylan desde el 76. Tranquilo, seguro, etc. Un muy buen bolo para una banda de punk rock local y la otra banda de punk rock local de las otras bandas que hay, los Fanta, hicieron un concierto acorde a lo que se espera, rápido, contundente y sin ostias. Del resto de bandas poco que comentar y así llegamos a los Mujeres a los que vi hace dos millones de años y dieron un bolo como si no hubiera pasado el tiempo. Las dos versiones finales, fueron lo que más me gustó. Demoler y No volveré. Terminé en las Alternativas junto a mi esposa evitando que mi culo se moviera al ritmo del dj que por el contrario tenía a todo el mundo en armas. Yo no. No es mi rollo. Ya está. A casa. Exposición de Coloristes frustrada por la lluvia y para casa de nuevo evitando el corretapa. Salida a ver la Feria de atracciones y ver que llegaba prácticamente hasta la Cacaolat, invandiendo el parc de Can Zam y, claro, la parte de Fira d'Entitats que no existe. Como digo, allí es donde se encuentra la otra Santa Coloma, la que no vemos EN TODO EL PROGRAMA DE LA FESTA MAJOR Y DA IGUAL QUÉ PROGRAMA MIRES. Que esa gente no vota, dirán. Pero votan. O votarán. Si es por eso, votarán. Pero pareciera que queremos vivir de espaldas a eso y luego pasa lo que pasa, que de no reconocer, no reconocemos. La plaça de la Vila llena de gente escuchando a Fórmula V. No tienen tantas canciones como pensamos. Este año no ha habido música en las calles. Y este comentario tiene relación con todo lo de antes y tiene relación con una manera de hacer que no sé qué sentido tiene. Y correfoc infantil por Jaume Gordi y nos asomamos a ver a María del Monte con cierta decepción porque empieza tarde y porque María del Monte tiene la voz digamos que un tanto magullada. Le aguantamos cuatro canciones y no aguantamos hasta el final porque hay que madrugar y nos quedamos sin ver ni escuchar el Cántame, me dijiste cántame. Para casa. El último día consiste en esperar pacientemente que lleguen los fuegos, intentar ver los fuegos, etc. Como este año no ha habido caseta, insisto, pues había que buscarse la vida. Primero nos acercamos a la Plaça para ver a Lia Kali, cantante que lo está petando entre la juventud y como lo está petando entre la juventud yo no conecto demasiado, pero entiendo que conecta con mucha gente que entiende a lo que le está cantando. Nos vamos a ver los fuegos y nos subimos a las montañitas del parc Europa para no ver nada. Pero ya es eso un poco también. Y así, deambulando para comernos el último frankfurt de la vida antes de entrar en una época de recogimiento y meditación, despedimos las fiestas. ¿Qué diferencia ha habido con otros años? La posibilidad. Tener la posibilidad de ir y también la de no ir, que creo que es importante. ¿Qué hay que hacer? Pues no tener miedo a decir lo que no nos gusta, lo que vemos que es exagerado y también apuntar a lo que falta. Y que cada uno asuma lo que puede hacer. 

lunes, 2 de septiembre de 2024

Casa en flames - Dani De la Orden


Prácticamente desde que apareció en la cartelera, las voces que me llegaban recomendando esta película eran numerosas y algunas, incluso, de calidad. Gente a la que le tengo confianza me decían que tenía que ver esta película. Una familia que se reúne en una casa y pasan cosas. Con este planteamiento, yo esperaba una película y me encontré con otra. Una película divertida, que me hizo reír en muchas ocasiones, pero una película reconocible y que se alejaba de algo que yo me había construido. Donde yo quise ver una película, me encontré con que, cuando salía del cine, me dejó una sensación de que había visto una de esas películas francesas que nos venden sistemáticamente como 'la comedia francesa del año'. Familias burguesas que se enfrentan a los choques generacionales o a un mundo cambiante y que con humor nos van dejando un mensajito a veces bastante sospechoso. No es el caso aquí, donde todo es bastante más blanco y no hay ninguna crítica, si acaso, a la pérdida de las relaciones familiares o a la superficialidad. Porque es una película que retrata a una familia que es el arquetipo de la familia catalana bien a la que, se supone, todos queremos parecernos, los de muy de izquierdas y los que tralarí tralará. Casa en Cadaqués, dinero para un terrenito en la Cerdanya, preparando una maqueta, despacho de arquitectos o de abogados... un microcosmos, unas referencias, que pueden convertir a la película en una de las más taquilleras basándose también y mucho en unos rostros conocidísimos de la escena catalana y estatal. Emma Vilarasau, un mito desde los tiempos de Nissaga de poder, hace un gran papel, pero no menos el resto del elenco. No podría destacar a ninguna o ninguno sobre los demás, porque todos desempeñan magistralmente unos papeles y unos carácteres que, seguro, no les son ajenos. Porque, insisto, películas, series, ficciones televisivas en los que las y los protagonistas son más o menos esos mismos, ya los hemos visto. Que esta película tenga más o menos gracia, es la diferencia. Sin crítica y sin sangre. Pero con gracia. El argumento. Pues eso, una familia se reúne a iniciativa de la madre en la casa de Cadaqués que ella quiere vender para pagarle la residencia a la abuela. Dos hijos que no ven ni a su madre ni a su abuela, con sus respectivas parejas e hijos, junto con el ex marido que acude con su nueva pareja para evitar que la casa que venda, componen el cuadro. Finalmente, lo que queda, es la llamada de atención de una mujer que necesita el cariño de quienes considera que deben devolverle lo que ella les ha dado. Eso de que amar es dar, pues no. Y a todos nos ha pasado y por eso es reconocible y por eso quizás, puede que haga que nos identifiquemos con ella. Y por eso todo.