miércoles, 25 de septiembre de 2024
Pequeños cuentos centroeuropeos
Checoslovaquia se había convertido en una obsesión. Comenzó con lo habitual, las referencias futbolísticas, atletas, tenistas y poco a poco se fue profundizando con escritores y políticos. La cosa se agudizó durante un viaje que, casualmente, le llevó de jovencito a Praga, justo cuando ya había caído el comunismo y Checoslovaquia había dejado de existir. No aceptó bien aquello, como otros muchos no habían aceptado muchas cosas y otros lo habían aceptado de tal buen grado que significó un alivio. Pero él no. Pese a no tener nada que ver con el país más allá de aquella fijación que le llevaba a ir murmurando nombres, apellidos, lugares, sacar a colación anécdotas de personajes checoslovacos, coleccionar botellas de cerveza, dejarse bigote o mirar en youtube vídeos de dibujos animados, así como comprarse un Skoda, entre otras muchas cosas, se sentía checoslovaco y decidió empeñar su vida en la recuperación de aquel estado compuesto por checos y eslovacos. Así, casado con una checa a la que había conocido a través de las redes sociales, se trasladó a Praga para vivir, encontrando trabajo de manera casi milagrosa en una empresa española que le permitía trabajar a distancia en asuntos relacionados con la importación y exportación de cacharretes. Una vez allí, fundó la Asociación de Amigos Españoles de Checoslovaquia, que de manera paradójica, muy pronto comenzó a sumar adeptos. Muchos eran quienes por motivos políticos o sentimentales tenían vínculos con aquel extinto país. Sin embargo, aquel amor o nostalgia, no compartía en muchos casos el sentido último de la acción de nuestro amigo, que no era otra que refundar Checoslovaquia. Como del deseo únicamente no se vive, aprovechó sus contactos para organizar algunos encuentros, organizar reuniones, organizar charlas, viajar a Bratislava, y así, pudo fundar un partido político propio. La Unión Checoslovaca Socialista, se presentó a las elecciones primero en la República Checa obteniendo un exiguo 0,75% de los votos. En los comicios siguientes en Eslovaquia, el resultado fue algo mejor, un 0,89% de los votos. Una enfermedad rara de su esposa les hizo pasar una larga temporada en la costa levantina, lugar de procedencia de nuestro amigo. Pasaron meses hasta que ella se pudo recuperar y, cuando tocó regresar, Jana, que así se llamaba, le expuso a José Carlos, que así se llamaba él y no lo habíamos dicho, que no quería volver y que allí estaban a gusto y que se quedaran. Y se quedaron.
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