viernes, 13 de septiembre de 2024

Pequeños cuentos centroeuropeos


Inventar, inventar, podemos inventar cualquier cosa, pero lo que le ocurrió a Argimira la de la Tienda cuando fue a visitar a su hermana Cloti que vivía en la calle Alta, por encima de aquella mercería que fue de las primeras en quitar la campanilla de la puerta para poner un sensor que pitaba cada vez que entrabas y que asustaba a la gente y que no sabían luego cómo quitarlo, pues que lo que le ocurrió a la Argimira, pues no es ni medio normal. Porque ella tenía aquel camino muy por la mano. Cada semana subía a ver a su hermana y la Cloti le devolvía la visita al día siguiente. Se veían, hablaba la Argimira de las cosas que le habían pasado y cuando la Cloti le devolvía la visita se daba cuenta de que al haberse visto con tan poco tiempo de distancia, no tenían nada que decirse y así la segunda visita de la semana se convertía en una sucesión de silencios. Lo que ocurrió aquel día con la Argimira es que cuendo llegó a casa de la Cloti, subió las escaleras de los dos pisos, abrió la puerta y entró en casa de su hermana, fue que la Cloti comenzó a hablar. No le contó nada especialmente reseñable, dolores en la espalda, cosas por fregar, lo caro que está todo, una tienda nueva, un programa de radio que escucha todas las noches y donde habla gente que necesita estar acompañada y que a ella le gusta mucho. El hecho fue que Cloti tomó la iniciativa. Argimira no hizo ni un gesto. Escuchó a su hermana y cuando acabó y se bebió su copita de anís. Y entonces ella contó lo que tenía que contar, problemas en la espalda, no podía dormir por la noche, había cambiado de sitio una butaca, no le gustaban las cortinas de su comedor y no le gustaban desde que las puso y ya sabía que llevaba contándole eso desde hacía años, pero es que no y que tenía una radio en algún cajón pero nunca la sacaba para escucharla porque al cabo de un rato de tenerla puesta se dormía y sin embargo, sin la radio no se dormía. Pues ponte la radio si no puedes dormir, hermana. Pues mira. Desde entonces solo se ven una vez por semana, pero la visita dura el doble.  

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