lunes, 16 de septiembre de 2024

Pequeños cuentos centroeuropeos


Una cuestión que no es menor es la actitud con la que enfrentas los problemas, mucho más que el problema en sí. Theresin era igual que tú, en cuanto la cosa se complicaba, ella lo complicaba todo mucho más y así todo se liaba, se embarullaba, se hacía imposible y finalmente abandonaba para volver a recaer y encontrarse con otro problema que resolvía, o no, de la misma manera. Esquivaba los problemas, puedes pensar que es una manera de hacer más o menos inteligente, pero no. Lo que Theresin hacía era complicar los problemas. Parecía tener una habilidad especial para esto. Theresin finalmente optó por una decisión drástica que tú ya conoces. Se fue. Se marchó porque creyó que el problema éramos nosotros y que en otro sitio las cosas serían de otra manera. No tardó en volver y no lo hizo sola, ya te acuerdas de Fedor, aquel chico con el que se casó y que era majísimo pero que, una vez aquí, se le giró la cosa y acabaron peleándose. Y no te digo yo que el problema no fuéramos nosotros, pero es que nosotros y una vez que vino con Fedor nosotros no aparecimos prácticamente, es que nosotros no buscábamos a Theresin y sin embargo Theresin venía a nosotros. A lo que voy es que Theresin tiene un problema y ese problema de Theresin es que quiere algo de nosotros que no es capaz de asumir que no va a conseguir. Y como no lo consigue lo lía todo, lo complica. Y aquí estamos, que no sabemos si llamarla, si quedar con ella, si hablar o si conformarnos con ir tirando y seguir a merced de sus idas y venidas. En fin, que si quieres te cuento lo mío que también tiene miga. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario