lunes, 10 de febrero de 2025
Superbowl 2025
Como vivimos en el mundo en el que vivimos, creemos que lo sabemos todo, o casi todo, o al menos, que compartimos lo que es la cultura americana. La cultura norteamericana que se ha convertido en cultura americana y que es la cultura global. Así damos por sentado que sabemos de esto, de aquello, de sus costumbres, de su forma de ver el mundo, porque al final es la nuestra. Y la verdad, es que no. Por motivos que tienen que ver con la incertidumbre sobre el mañana y las dichosas piernas inquietas, ayer no cogía el sueño. Así que me levanté de la cama y puse la tele con la intención de ver algo y ese algo era la Superbowl. ¿Qué se yo del fútbol americano? Nada. Poquísimo. En alguna excursión zapeadora he visto algún partido, minutos sueltos. Creo que sé algo de las normas básicas. Cada equipo tiene tres oportunidades para avanzar diez yardas. Si avanza, tiene otras tres oportunidades hasta que llegue a alcanzar un ensayo, que es llevar la pelota al final del campo con la pelota cogida. Esa pelota. La pelota pasa siempre por las manos del quarterback, que es como el director del equipo, el que reparte el juego y ha de buscar la jugada, el pase hacia el compañero que ha de llevar la pelota más lejos o que está ya en una posición adelantada y que, llegado el caso, pudiera correr hasta la línea de fondo. La misión del otro equipo es la de ir a por el quarterback e impedir que pase la pelota. Esto es más o menos. Ahora mismo no sabría decir ni los puntos que suman los ensayos, ni las transformaciones ni los puntos de castigo, ni cuales son las infracciones más comunes. En definitiva, que con estos conocimientos me apresté a ver la final del campeonato, la Superbowol, espectáculo televisivo fundamental y todo eso. Esta final la jugaban los Kansas City Chiefs, equipo dominador durante estos dos últimos años y que aspiraba a repetir título por tercera vez, algo inédito. El quarterback del equipo Patrick Mahomes tiene algo de fama de notas. No sé si él o alguien cercano a él o qué, pero tiene algo de simpatía por Trump. Un Trump que estaba presente en el estadio donde se jugaba la final, en Nueva Orleans, algo que tampoco había pasado nunca. Mahomes parece a veces poco ortodoxo jugando. Hace cosas raras. Las dos veces que lo he visto, ya ves. En este equipo también juega Kelce, pareja de Taylor Swift, icono pop y personaje que se ha posicionado al menos no a favor de Trump. El equipo rival son los Philadelphia Eagles y resultan un absoluto desconocido para mí. Cuando empiezo a ver el partido creo que ya van siete cero. Me posiciono absolutamente con los Philadelphia Eagles, los Eagles a partir de ahora. Yo de siempre he tenido simpatía por los Green Bay Packers, porque el nombre es así como bonito, bahía verde, y el color del equipo verde y amarillo es también como resultón y todo es así resultón pero resulta que Green Bay es como una ciudad de mierda de los Estados Unidos y por eso mola más. La movida es que los Eagles tienen a un quarterback llamado Hurts (duele) que parece bordarlo. Y tienen a un par o tres de elementos en defensa absolutamente enormes que se llevan por delante a los que protegen a Mahomes en el otro lado. Es tal la presión y la caña que dan que Mahomes falla durante la primera parte su primer pase de 298. Telita. Pero es que lo crujen. Lo destrozan de tal manera que no deja de darle pases al contrario y provocando incluso ensayos por errores suyos. Disfruto. Es tarde, pero me da igual. Llegan así al final de la primera parte con un 27 a 0. Caritas de espanto en los Chiefs. Su entrenador es un señor como mayor y poco estiloso, vestido con gorra y una chaqueta de chandal abierta. El entrenador de los Eagles por su parte es mucho más joven y con la típica pinta de tipo majo de película donde el prota es un tipo majo que acaba protegiendo a su familia de cualesquiera situación de riesgo. En este caso, la Superbowl. Y llega el intermedio. En los intermedios de la Superbowl es costumbre que haya una actuación musical que no suele dejar indiferente. Que si un beso, que si una teta fuera, que si una colabo, que si un mensaje, que si la falta de mensaje, que si mal, que si bien. En este caso, el protagonista de esta edición iba a ser Kendrick Lamar, que para los que tenemos cerca de 50 años puede resultar desconocido aunque tengas siempre un Rockdelux cerca. Yo vi un concierto de Kendrick Lamar hace mil años porque el hijo del Oscar, el Arnau, que era un chavalete entonces, quería verlos en el Primavera. Hace mil años. Ahí estaba, en la Superbowl. Kendrick Lamar es un rapero. No conozco ninguna canción. Sale Samuel L.Jackson vestido como de tío Sam y presenta la actuación. No entiendo muy bien pero ya veo que algo va a ir por donde no le va a gustar a Trump. La actuación de Lamar dura unos quince minutos. Canta un medley de canciones. En uno de los escenarios que monta, los bailarines montan la bandera de las barras y estrellas. Hay muchos cortes de imágenes que uno entiende que deben significar algo, pero no sabe qué. Escucho la tele a un volumen bajísimo, no me entero de nada. Una de las veces sale una bailarina que mira a cámara, con una melena rubia rizada. Sale dos veces. Debe ser alguien. Al día siguiente me entero de que es Serena Williams haciendo un baile que se identifica con una banda de Los Angeles. Al parecer Kendrick se ha bufado de otro rapero. Alguien ha sacado una bandera palestina. Se interpreta la actuación como un mensaje de protesta contra Trump. Samuel L. Jackson sale dos o tres veces como para separar cada canción o medley. No es hasta el día siguiente, esta mañana, cuando leo cosas, pero muchas cosas son en inglés. La retransmisión en Movistar de vez en cuando conecta con el espacio Movistar en Madrid donde un tipo que es una mezcla de Abascal e Ibai Llanos habla con una pandilla de arreplegados que hay en el espacio viendo el partido todos chavalotes con pinta de sanotes que deben ser fans del fútbol americano. Les pregunta idioteces y ellos responden cosas que tampoco entiendo demasiado, cosas del volumen de la tele. Con la conciencia tranquila de que los Eagles van a ganar, me voy a la cama. He cogido sueño y de eso se trataba. Creo que aunque la cosa pinta mal con lo de Trump, parece que todavía hay esperanza. Pero no sé qué le espera a Kendrick Lamar. Y a Serena Williams. Y a Samuel L. Jackson. Buenas noches.
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