lunes, 15 de septiembre de 2014

Un día en la vida de Nehmettin

En el seminario sobre Literatura en la Parra, impartido en la Universidad Camp i Pota por el profesor Oriol Xec de Bromera, se comentó este texto de Nehmettin Arlspan, inspirado en él mismo, como todo lo que escribe este insigne autor turco.
'Me levanté esa mañana pensando que podría ser quizás el día. Esa sensación me duró el tiempo justo de buscar algo que ponerme y darme cuenta de que el vestuario no iba a diferir demasiado del día anterior. Este es el asunto que me distrae día tras día. Eso y un dolor de cabeza fuerte. Pensar que el día va a ser especial y que termine con la sensación de que no ha sido posible casi desde el planteamiento. Bien. No pasa nada. Yo lo intento. El señor Baklán me había insistido mucho en que visitara a su cuñado, el señor Ofuk, con el encargo de comunicarle que toda su cosecha se había perdido debido a los fríos y que, debido a eso, no podía hacerse cargo de unos pagos que sed le adeudaban. En definitiva, el señor Baklán quería que diera la cara yo en un asunto que ni me iba, ni me venía, y del que podía salir escaldado. Bien. No pasa nada. Soy una persona que sabe perfectamente que sus días son irremediablemente iguales unos a otros, así que por mucho que uno linde con el desastre, jamás le ocurre nada, aspirando siempre a lo contrario. Fui a aquel pueblo a lomos de mi fiel caballo Usay, ya viejo y torpe, y llegado un punto del camino decidí aventurarme un poco por un sendero que conducía a un campo de fresas que algún iluminado había plantado sin permiso de la autoridad, que por un azaroso sistema de reglamentaciones prohibía eso y no lo otro. Sin más, fui a ver qué pasaba con aquel campo y a preguntar a su propietario qué ocurría. El señor Oigur, propietario del mismo, me recibió con hostilidad manifiesta y no tuve por más que abandonar al galope, triste galope, aquel sendero. Una piedra me alcanzó en la sien. El dolor que me producía esta pedrada me acompañó durante un buen rato. Llegué al lugar donde el señor Ofuk no me esperaba, ya que esperaba al señor Baklán. Le dije que iba en lugar de este y que la noticia que debía darle era muy mala, pero que todo tenía solución en esta vida y que Alá, misericordioso, se acuerda de quienes se han visto perjudicados por algún motivo. El señor Ofuk resultó ser un señor Ofuk muy religioso y montó en cólera, no sólo por la noticia, si no por la alusión a Alá, misericordioso. Tuve que salir huyendo de su posesión y durante la escapada, recibí una pedrada en la sien. Este segundo impacto me tiró al suelo. Cuando recuperé el juicio, anochecía y mi caballo Usay pacía ajeno a mi estado. Volví a mi casa y el señor Baklán me esperaba con impaciencia. Se enojó muchísimo ya que el señor Baklán también era muy religioso y mezclar dinero con Alá, misericordioso, no era de su agrado. Me golpeó en la cabeza con un palo. Quedé aturdido durante un buen rato, hasta que me recuperé para comer. Cuando me fui a la cama, pensé que el día que seguía al anterior, seguro, seguro que iba a ser el día.'

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